El gran Satchmo: a 118 años del nacimiento de Louis Armstrong

Laura Galindo M
Mary “Mayann” Albert comenzó sus labores de parto mientras por la ventana de su casa, en Nueva Orleans, se colaban estallidos y voces acaloradas. Estaba por dar a luz a su primer hijo: Louis Armstrong, uno de los trompetistas más grandes en la historia de jazz. Cesaron los ruidos, se apagaron las voces y el llanto de Louis inundó la habitación. “Es 4 de julio –pensó la madre–, mi hijo ha nacido entre fuegos artificiales, el Día de la Independencia de Estados Unidos. Buen augurio”.
Quince años después de la muerte del trompetista, el 6 de julio de 1971, el historiador estadounidense Tad Jones descubrió una partida de bautismo expedida por una iglesia en Luisiana, que certificaba que el gran Satchmo había nacido el 4 de agosto de 1901. Los fuegos artificiales que creyó escuchar Mayann fueron, en realidad, el fuego cruzado de un tiroteo.
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La infancia de Louis Armstrong
Louis Armstrong creció en un barrio marginal apodado Batterfield –en español, campo de batalla– y desde los siete años se vio en la necesidad de ayudar a su familia con los gastos económicos: repartió carbón, vendió periódicos y sirvió de mandadero a sus vecinos. En varias ocasiones fue arrestado por robos menores y tras acumular suficientes reincidencias debió pasar dos años en un reformatorio. Allí comenzó una educación formal en la música y tras cumplir la condena descubrió su vocación para el jazz.
Se convirtió en pupilo del trompetista King Oliver y cuando el racismo en el sur de Estados Unidos se hizo aún más fuerte, viajó con él a Chicago para integrar la Creole Jazz Band. Su carrera fue en ascenso, lo buscaban los teatros y lo aclamaba el público. Fundó los Hot Five y los Hot Seven, fue miembro de la big band del pianista Louis Russell y, finalmente, rompió sus relaciones comerciales, se mudó a Nueva York y contrató 17 músicos con los que tocó por casi una década.
En 1942 se casó con Lucille Wilson y por luna de miel tuvieron una gira de conciertos. Faltando poco más de la mitad, Lucille comenzó a sentirse agotada y decidió que, si bien los viajes serían ahora parte de su vida, necesitaba un lugar fijo al que siempre pudiera regresar. Abandonó la gira y regresó a Nueva York. Compró una casa en el barrio Corona y le hizo llegar a su esposo un sobre con la dirección apuntada. En esa misma casa –ubicada en un barrio popular de Queens– vivió Louis Armstrong hasta sus últimos días. What a wonderful world!