¿Gangsta es el cartagenero que se adueñó de la escena musical en Medellín?

Óscar Mena
7.8 billones de interacciones en redes sociales, 5.3 billones de reproducciones en plataformas musicales y más de 22 discos de oro después, Juan de la Ossa Medrano, el hombre que el mundo conoce como Gangsta, decidió saltar del anonimato relativo del productor a la luz del escenario, convertirse en el intérprete y rostro de su propio universo sonoro.
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El nacido en Manga, ese barrio cartagenero donde los tambores suenan en cada esquina, lleva la música tatuada en la memoria desde niño. Su padre, Edil de la Ossa, locutor popular y puente hacia el mundo de los escenarios, fue el primero en avivar esa llama. “Mi papá fue mi mayor alcahuete”, recuerda Gangsta, mientras repasa esos días en que los conciertos y las percusiones tomaban por asalto su casa.
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La música se le metió por las rendijas, primero en el colegio militar donde los tambores de guerra lo sedujeron como un primer amor y luego en las tardes infinitas de guitarra, un instrumento que adoptó con el sueño de ser un músico integral. Cada regreso a casa era un carnaval lleno de gaitas, bullerengues y cumbias que encendían la calle.
“Los sonidos siempre han estado alrededor mío sin querer”, confiesa. Fue la misma Cartagena la que moldeó su oído y el deseo de hacer de la música su futuro premonitorio.
El Joe Arroyo como influencia en la vida de Gansta
Gangsta no esconde su admiración. “Siempre he sido fan del Joe Arroyo”, repite con reverencia, desde ese momento en que su padre se lo presentaba en conciertos y lo llevaba desde niño a ver a su héroe musical en persona.
“Yo tengo una memoria de Joe cantando, yo en la tarima, él allá bailando…”, recuerda. Fue Joe quien inspiró uno de sus sonidos más personales: el tag del pájaro. “Ese sonido yo lo busqué por culpa del Joe, porque él hacía un pájaro en sus canciones”, dice.
En ese pequeño canto, Gangsta lo convirtió en su firma. “El pájaro significa amanecer, el renacer después de la lluvia. Significa fe. Cuando pongo el pajarito es el comienzo de un nuevo día”, explica.
Medellín y el salto al abismo
A los 17 años, recién salido del colegio y con apenas un semestre de Bellas Artes, Gangsta tomó una decisión de ir a Medellín para apostarle todo a la música. Allá, Rayo y Toby lo encontraron y les gustó el estilo del cartagenero, por lo que le dijeron que montara su estudio.
Al principio, se topó con miradas escépticas. Su sonido no cabía en la casa del reguetón. Pero la rareza lo transformó en faro. Quiso mantener su factor diferencia y pronto empezaron a imitarlo en la ciudad de la Eterna Primavera. Ahí Gangsta se dio cuenta de su verdadera voz. “Me imitaron en ese momento, pero me sorprendió que me empezaron a buscar a mí y no al sonido, ahí entendí que tenía una identidad bastante marcada que llama la atención en la escena”, explica.
En Medellín fue donde también encontró su apodo que hoy lo tiene como uno de los productores más reconocidos de la escena urbana: Gangsta. “Un día viendo Bad Boy, un amigo vio que uno de los personajes se parecía a mí y le decían gánster. Yo en esa época era más flaco que hoy, tenía trenzas largas y lo que empezó como bullying se convirtió en un elogio, pues me dijo que eso significaba que yo siempre estaba al frente y tomaba decisiones difíciles”, recuerda de la Ossa.
Café, guitarra y corazón: su trinidad creativa
Gangsta le revela al mundo que es un auténtico colombiano cafetero. En su estudio no puede faltar un café recién molido que él mismo prepara por las mañanas cuando lo espera un día duro de producción. A su lado, aparece la guitarra acústica, esa que aprendió a tocar de niño, además de un piano que lo acompaña a tomar decisiones que no dicta la cabeza, sino la propia intuición.
“Yo soy corazón, 100 % corazón”, dice Gangsta, quien es un ferviente creyente de que la técnica es apenas el puente que no sigue fórmulas, algoritmos o estadísticas. “La música se mide en lo que le haces sentir a la gente, no en likes”, explica el artista cartagenero.
El empujón de Wisin y el salto a escena
Luego de colaborar con los máximos artistas de la escena urbana de Colombia y el mundo, Gangsta recibió un mensaje de Juan Luis Morera Luna, conocido como Wisin, una de las leyendas del reguetón. Aquel mensaje (¿Qué estás haciendo por tu carrera?), lo dejó pensando y supo que esa era la chispa que le faltaba.
Junto a ese mensaje Wisin dijo que lo iba a ayudar a sacar su primer álbum, a lo que Gangsta empezó a invitar a todos los artistas con lo que ha trabajado: Farina, Farruko, Yandel y Ryan Castro.
Ahora prepara un álbum que todavía no tiene nombre fijo, pero que está próximo a ver la luz. “Posiblemente se llame Yoga, en honor al otro apodo que tengo por la calma y la capacidad que tengo de estar en el presente, según me dicen”, explica el cartagenero.
Este sonido propio de Gangsta promete traer lo mejor de dance hall con los sonidos africanos que lo inspiraron de niño. “Deseo en un futuro próximo poder trabajar con artistas de Nigeria como Burna Boy, Rema, Omah Lay. Sería una verdadera bendición”, concluye el artista de Manga, Cartagena.