Juanes y su ‘Vida cotidiana’: “No quiero hacer nada con el único fin de vender”

Adolfo Zableh
Juanes vive en Miami desde hace varios años y sus canciones han recorrido el mundo entero, pero el músico nunca ha dejado del todo a Medellín. Así la vida lo haya puesto en otras latitudes, el artista de cincuenta años (agosto de 1972) visita su tierra cada vez que puede. Y esta vez ha decidido lanzar Vida cotidiana en su casa, ubicada a las afueras de la ciudad, un plan sencillo e íntimo, acorde con lo que el propio artista considera su mejor disco.
Hay montañas alrededor de la casa, grandes ventanales abiertos que permiten que el aire y la luz circulen libremente, el sol cayendo sobre los sofás color crema de la sala, y cerca, la chimenea prendida. Unos pasos a la derecha, la biblioteca con libros de autores clásicos, como Quevedo y Lope de Vega. Todo en la mitad de un inmenso jardín con altos pinos, árboles de eucalipto, de banano y senderos intrincados, que lo hacen parecer más un bosque que cualquier otra cosa.
Mientras espero que me reciba, los recorro y me pregunto si tendrá la oportunidad de recorrerlos en sus tiempos libres, y luego me pregunto si un personaje como Juanes tendrá tiempos libres, algo que terminaré por planteárselo más adelante en la entrevista.
Dice con mucha seguridad que Vida cotidiana es su mejor disco, una afirmación contundente teniendo en cuenta su discografía…
Yo tengo cincuenta años, he grabado varios discos y creo que he hecho cosas chéveres y otras no tanto. Para este trabajo siento que tuve tiempo para estudiar, para prepararme en armonía musical, en canto, en guitarra, en la escritura de las letras incluso, y todo lo pude aplicar en el disco. Yo oigo Un día normal o Mi sangre (álbum en el que viene La camisa negra) y me gustan, son buenos, pero en Vida cotidiana me veo cantando mejor, tocando mejor la guitarra y poniendo más riqueza en las letras.
¿Podría plantearse este disco como el del hijo que un día salió de casa, recorrió el mundo, hizo lo que quería hacer y volvió siendo un hombre diferente?
Tiene que ver; no sé si en su totalidad, pero sí es un poco la idea de este trabajo. En algún momento de mi carrera cargué demasiado con la presión de tener que hacer lo que “tocaba” hacer. Entonces es como un soltar, dejar ir esa faceta mía de otras épocas y encontrarme con lo que soy, con mi esencia, si quiere plantearse así. Es como en el comienzo, cuando tenía mi espontaneidad, pero poco a poco la fui perdiendo y me fui mareando con la fama. Me sentía feliz, pero también incómodo. Ahora, en cambio, siento que estoy haciendo lo que quiero y me siento a gusto conmigo mismo.
Cuando se llega a su nivel de fama, ¿hay que hacer cosas que no quisiera hacer, sino que tocan?
Sí, he pasado por ahí. En el pasado, he recorrido lugares donde de alguna manera me he desvirtuado y me he equivocado. También en algún momento he estado sesgado por alguna influencia externa que me hizo confundir o que acentuó mi propia confusión, y que terminó en que hiciera algo de lo que quizá hoy no me sienta tan orgulloso.
Cuenta también que Vida cotidiana es un álbum más casero, artesanal. ¿A qué se refiere y cómo puede un oyente espontáneo sentir tal detalle?
Es porque lo hicimos en la casa, literalmente, con las manos. Me refiero al hecho de tener que mover un amplificador, cambiar de puesto un micrófono, tomar una guitarra y cambiarla porque no es la ideal para la canción de turno, calcular la distancia entre el micrófono y el redoblante de la batería para que suene en su justa medida. Son muchas las decisiones que se toman en un solo día para grabar un álbum como este.

También porque pude compartir todos los días con las personas que tocan en la banda. Por eso y más lo siento artesanal, porque fue un disco tocado por personas, todos juntos, ahí metidos en el cuento, grabando en la misma bodega donde ensayamos.
Nada de eso es lo mismo que sentarte frente a un computador y sacar una cantidad de samplers, que también es un arte, pero uno diferente de lo que hicimos en este trabajo. Entiendo que es difícil que un oyente casual sienta eso mientras lo escucha, y tampoco espero que crea que es mi mejor álbum; esa es una apreciación totalmente personal.
En su biblioteca hay libros de poetas y artistas clásicos, como Pío Baroja y Lope de Vega, algo que podría pensarse que no es tan común en un perfil de música popular.
Mis padres son de un pueblo llamado Carolina del Príncipe y mi papá trabajó duro para que sus hijos estudiaran, así que esa sed de conocimiento siempre ha estado ahí. Además, siento un profundo interés por las palabras, hasta el punto de que me habría gustado estudiar ciencias políticas o filosofía y letras.
Recuerdo que durante el encierro por la pandemia, Jorge Drexler hablaba de un poeta cubano llamado Alexis Díaz Pimienta; a mí se me despertó la curiosidad y lo busqué para que me diera clases, para que me enseñara poesía. Yo siento constantemente la necesidad de aprender más, y me pasa no solo con la palabra, sino con el canto y la forma de tocar la guitarra.
Caminando por los jardines de su casa mientras lo esperaba, pensaba si puede darse ese tipo de placeres de persona sencilla.
Mi vida no transcurre siempre entre giras, estudios de grabación y lanzamientos, momentos que sí son ajetreados. En Medellín, por ejemplo, puedo llevar una rutina calmada entre amigos y familia. Incluso Miami, pese a ser acelerada en algunas cosas, es una ciudad tranquila, en la que se puede andar en calma y sin mayores contratiempos. Entonces sí, más allá de las exigencias de mi trabajo, puedo dedicar tiempo para mí.
En sus canciones y las entrevistas habla sin problemas sobre su familia, su realidad, su depresión. ¿Qué lo lleva a no temerle a tocar ese tipo de asuntos?
Es que me gusta ser yo, hablar de lo que me ha pasado. En mi adolescencia, en Medellín, estuve al borde de la muerte porque esa era la realidad de la ciudad, no solo la mía. Incluso, con mis amigos de aquella época lo hablamos y nos reímos cuando decimos que estamos vivos de milagro.
Y con respecto a la depresión, ocurre que hace diez años me dio lo que yo pensaba que era un patatús horrible, pero no sabía que en realidad tenía depresión. Y no solo me tocó lidiar con eso, sino aceptar que los temas de salud mental son mucho más frecuentes y complejos de lo que creemos.

Antes tomaba y fumaba, y eso me llevaba a un lugar donde me ponía más depresivo. Luego hallé actividades como el deporte, que me ayudó a estar mucho mejor, y aunque hoy tomo de vez en cuando, lo hago moderadamente; es un tema que controlo.
¿Tomaba porque era su personalidad o por el círculo en el que estaba?
Yo era muy tímido, entonces me daba miedo escénico y empecé a usar la bebida como recurso para superarlo. Aunque desde antes ya tomaba porque en nuestra cultura es aceptado e incluso celebrado, si bien no deja de ser raro porque yo nunca vi tomar a mi papá, por ejemplo. Ya cuando la carrera de la música me absorbió, vivir en ese círculo de giras, conciertos, afterparties y todo lo demás me llevó a apegarme mucho a la bebida.
¿La fama, a su nivel, deforma la realidad?
La fama a cualquier nivel; pero sí, creo que la deforma un poco. Si uno no es capaz de ponerse en los zapatos de los demás es fácil pensar que todo el mundo piensa y vive como uno, y eso no es verdad. Además, en medio de tanta gente que te rodea y que empieza a decirte cosas, te las empiezas a creer.
Alguna vez dijo en una entrevista que la fama le generaba satisfacción y felicidad, pero que a la vez le causaba angustia. ¿A qué se refería exactamente?
Es que yo he sido siempre una persona muy tímida, pero he aprendido a relacionarme con las personas a través de la música, de los conciertos; entonces, saberme reconocido y rodeado de tanta gente me generaba esa angustia de la que hablo. Hoy, veo la fama y el éxito de otra manera. La fama es efímera y no me gusta porque no la siento real, mientras que el éxito sí lo disfruto porque tiene que ver con la realización personal, con cumplir los sueños. Uno puede ser exitoso y no ser famoso y viceversa, y en mi caso, prefiero ser exitoso.
Entonces, ¿qué o quiénes han sido sus anclas para aterrizar de nuevo en la realidad?
Principalmente, mi familia: mi madre, mi hermano mayor, mi hermana, mi esposa, mis amigos del colegio. Sin ellos, yo no podría estar acá porque, al margen de la persona, uno como artista no puede trabajar solo. El entorno es nutrido; hay gente que maneja tus redes sociales, otra que se encarga de las relaciones públicas, y así con cada área del oficio. Pero normalmente yo no es que viva así, no se puede, y ser la persona antes que el personaje es muy importante.
Hablando de eso, ¿maneja sus redes?
Cuando es algo de mi trabajo, no, otros se encargan de eso. Pero cuando es algo personal, que pienso y quiero decir, sí, cojo el teléfono y posteo.
¿Y lee las respuestas?
A veces, pero cada vez me abstengo más porque son muy duras. Y no solo duras, sino contradictorias. Alguien dice “Eres lo máximo, te amo”, y luego otro responde “Perro malp…, te odio”; unos me llaman paramilitar, mientras que otros me dicen que soy comunista. De decirme que canto divino a que canto horrible hay solo un reply de distancia. Es muy loco… Por eso no le contesto a nadie, y si veo que el personaje es demasiado insistente, no lo bloqueo, sino que lo silencio. Es que uno no quiere toda esa mala onda en su vida.
¿Quisiera zafarse de la virtualidad, pero al mismo tiempo no puede porque se debe a la gente?
Me pasa siempre, pero yo no voy a dejar mis redes porque alguien no me quiere. Más bien no entiendo por qué la gente a la que no le agrado me sigue.
¿Cuál es su relación no profesional con la música?
Normalmente, cuando voy en un avión, me pongo audífonos y oigo música porque puedo analizar algo que puedo aprender, o para conocer el nuevo disco de una banda que me gusta; también me conecto cuando hago ejercicio por la mañana, en la bicicleta.
Oigo de todo; hoy, por ejemplo, estaba oyendo una charla sobre la historia de la violencia en Colombia, días atrás puse Megadeth y, antes de eso, escuché el nuevo disco de Metallica, que es una banda que me fascina.
Es que a la gente se le puede olvidar que, así su espectro musical sea amplio, usted en esencia es roquero.
Yo comencé a tocar la guitarra y a cantar en la casa con mis hermanos, y lo primero que aprendí fue la música de Los Chalchaleros, Los Visconti, Los Panchos, Lucho Gatica, Carlos Gardel, Julio Jaramillo… Pura música popular.
Cuando crecí y me volví metalero, como que aparté todo lo de mi pasado y lo castigué dejándolo en el olvido. Pensaba que toda esa música era una lacra y me volví radical, así que pasé a oír solo cosas como Slayer y Sepultura. Nunca volví a Silvio Rodríguez y Caetano Veloso, que me encantan.
Luego, cuando empecé a madurar, entendí que era una pendejada darle la espalda a la música de mi niñez, que tan bien me hacía sentir.
Hoy quiero oír de todo, aprender de todo, tocar de todo, pero sí, mi esencia sigue siendo el rock. Yo oigo esa vaina y vibro.
Hablando de madurez y cambios, ¿Vida cotidiana lo siente como una etapa pasajera, o más como un giro en su carrera, un nuevo camino que empieza a andar?
Como algo que voy a empezar a andar a partir de ahora, estoy totalmente seguro de eso. Lo vengo sintiendo hace tiempo, pero hasta ahora lo pude plasmar. Primero solo lo pensaba, lo imaginaba, y ahora que lo veo materializado en álbum, siento que ese es el camino. Voy a seguir por ahí y ya no quiero devolverme.
¿Aunque eso signifique quizás un sacrificio en ventas y en popularidad?
Sí. Eso ya lo viví y estuvo bien. Si yo quisiera ser número uno ahora y vender mucho me tocaría hacer lo que se oye hoy, y no quiero hacer esa música; es más, no puedo hacerla, no me sale. Entonces prefiero grabar canciones de las que me pueda sentir orgulloso, que pueda defender a muerte. Puede que en algún momento vuelva a hacer música popular, pero no por ahora.
En este momento se está oyendo mucho la música regional mexicana, los corridos, y ese género me gusta porque se parece a la guasca, pero esos movimientos en mí se tienen que dar naturales, con el paso del tiempo, no obligados. No quiero hacer nada con el único fin de vender, de ser el número uno. Además, vender qué, si la gente ya oye todo en YouTube y Spotify. No quiero nada que no sea real, anhelo hacer lo que me salga del alma, hasta un disco de metal si se me ocurre.
Se ganó ese derecho.
Creo que sí. Es más, lo del disco de metal lo estoy pensando, hasta medio componiendo, incluso. Así no sea un álbum completo, sí unas cuantas canciones, las suficientes para sacar un EP.
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