‘El fado es una música que habla de los sentimientos de la vida’, Mariza

Revista Diners
Mariza no se contuvo, no aguantó tanta emoción. Al segundo coro de A gente da minha terra y ante la euforia del público, la cantante portuguesa lloró. Lloró como llora una fadista desde el corazón cuando con un grito de saudade extiende su voz a través del mar. El público se levantó, se escucharon aplausos ininterrumpidos y gritos de emoción.
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Y es que esa canción, ese lugar – la Torre de Belén, Lisboa – y esa cantante en ese escenario son la esencia de un pueblo que tiene el fado en su sangre. De la enseñanza de los portugueses heredada de los marineros de que el amor por su tierra se extiende a pesar de la distancia y que se resume en un sentimiento que no tiene traducción al español: saudade.
De ese concierto ya han pasado siete años, fue en el 2005 abierto al público.
Hoy, en Bogotá, la fadista llega con un concierto en el marco del Festival de Fado que espera conmover y tocar esas fibras que todos tenemos dentro, en las entrañas. Y es como ella misma dice: “las emociones de la vida son todas las mismas”.
Diners habló con Mariz, una de las estrellas más aplaudidas del circuito de músicas del mundo y una auténtica embajadora de este género que no duda en llevarlo por nuevos y audaces caminos, sin perder nunca de vista su alma.
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La cantante de origen mozambiqueño, considerada la musa del fado contemporáneo, se presenta este sábado 19 de noviembre, a las 8 p.m., en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo.
El fado tiene un poder particular. Tiene un sentimiento que le da mucha fuerza ¿Cómo vive usted el fado?
Tiene una carga emocional muy grande. Es una música que habla de los sentimientos de la vida. Cuando hablas de amor, de pasión, de celos, de saudade… hay personas que piensan que el fado es triste. Pero no. El fado tiene es esa dulce melancolía portuguesa, del mar, de los marineros, de los descubrimientos, de los viajes. Eso es lo que hace a esta música tan poderosa en términos sentimentales. Pienso también que no necesitas ser portugués para sentir la carga emocional que lleva el fado porque las emociones de la vida y del ser humano son todas las mismas. Y si tienes la sensibilidad para poder entenderlo, es increíble el viaje que se hace con el fado.
¿Cómo describiría la sensación que le surge cuando canta? La he visto en concierto y pareciera que cantara desde muy profundo…
Cantar para mi es mi vida. Yo canto desde muy niña. Nunca me imaginé que esto me sucedería, que podría cantar para audiencias y tener público y viajar por el mundo, pero es un acto de mucho amor. Cuando piso un escenario es como estar desnuda en frente de esas personas y mostrar todas mis heridas, todos mis sentimientos, todas mis alegrías. Es un acto de pasión, de amor. Yo digo siempre que para mi sería imposible cantar algo que no sienta porque tengo que sentir todo lo que estoy diciendo y hacer sentirlo. De lo contrario, sería algo matemático. No sé cantar de una forma fría o sin dar el corazón.
Es compartir un momento muy íntimo…
Es como compartir los momentos más íntimos de mis emociones. Muchas de las veces es doloroso. Otras veces es precioso. Pero siempre lo hago de forma diferente. No puedo decirte que el concierto que hago hoy va a ser igual al concierto de mañana. Las músicas pueden ser las mismas pero la forma de sentir nunca es igual.

¿Hay algún concierto que lo recuerde con especial cariño? ¿Qué su niña interior, la que soñaba con ser cantante, diga: “lo logré”?
Hay muchos conciertos que me han sorprendido, que me han alimentado el alma. Todos lo son, todos son muy importantes. Desde el momento en el que estoy en el escenario, es importante. Puede ser una pequeña taberna, puede ser un escenario muy grande… pero lo importante surge en el momento en el que voy a cantar. Pero el concierto que tengo en la memoria y que se va a quedar para toda la vida, ha sido el concierto que hice en Lisboa y que resultó en un DVD, que fue en la Torre de Belén. Fue hace ya muchos años… pero fue ahí donde sentí que en mi casa estaba muy bien recibida. Yo siempre pasé mucho tiempo de gira, siempre viajé, canté por todo el mundo. Pero antes de tener a mi hijo, yo hacía 220 conciertos al año. Entonces no tenía en la cabeza la realidad que eso pasaba en mi casa, en mi país. Y cuando hice ese concierto, sentí el amor de mi pueblo, de mi gente. Fue impresionante.
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Cuando cantó A gente da minha terra lloró en el escenario…
Sí, sí, con A gente da minha terra. No aguanté tanta emoción.
La guitarra portuguesa tiene una fuerza increíble, ese arranque que lo transmite inmediatamente a Portugal… es un rasguño hermoso.
Es como si fuera otra cantante en el escenario. En el escenario hay dos cantantes. Los que tú ves y la guitarra portuguesa. Es el instrumento que más acompaña y que más ayuda en la forma de hacer un viaje musical.