Jinetes del paraíso: el documental del Llano con el Cholo Valderrama
Juan Sebastián Alba Torres
En el Llano el día empieza a las 4 de la mañana. Toca ir al ordeño, a ver los animales, las cercas, los potreros. Que todo esté en buen estado. Todo el día hay que trabajar con los animales. Con las vacas, los caballos, los cerdos. Hay que cuidar todo, porque es lo que da el trabajo.
Pero el Llano también está lleno de lugares inexplorados. De ríos donde nadan toninas, o delfines rosados, como el resto del mundo los conoce. De caños donde se bañan chigüiros mientras los acechan las babillas y de planicies grandísimas que se confunden con el cielo.
Para el llanero la vida en el campo y el mismo carácter salvaje de esta región es lo que lo define.
Todas las tradiciones del Llano están narradas en el documental Jinetes del paraíso, dirigido por Talía Osorio y producido por Francisca Reyes, quienes muestran el día a día, las tradiciones y el trabajo del campo.
Para esto contaron con el Cholo Valderrama, ganador del Grammy Latino e ícono del joropo, como anfitrión. Una persona que le da ese aire altivo y orgulloso que tiene el buen llanero. Alguien que le ha cantado a esta región y que con su música y su trabajo le ha enseñado al mundo las tradiciones y lo bonito y duro que es vivir en esta región.
Conversamos con el Cholo Valderrama sobre la música y las tradiciones que se podrán ver en este documental disponible y que ya está en preventa en la plataforma Mowies.
¿Qué hace a Los Llanos un lugar tan especial?
Que lo ha tocado poquito el hombre y el desarrollo. Ahí mantenemos tradiciones intactas de hasta 100 años. Esa tradición se mantiene precisamente por eso. Pero la frontera agrícola avanza y ha acabado con cosas como la flora y la fauna. Pero es un mal necesario porque es comida y no hay nada que hacer.
¿Cuáles son esas tradiciones que rescataría y que se mantienen intactas?
Una de las cosas que muestra la película es eso. Hatos donde todavía se monta a caballo criollo, la gente anda descalza, enlaza con rejo. Todavía las herramientas para el trabajo se sacan de la misma tierra. Lo que plasman en la película Talía y Francisca es que ellas dejaron que el Llano hablara. El Llano es el que va contando sus cosas y ellas no le decían a la gente “pare aquí para que la fotografía salga mejor o esto o aquello”, sino que dejaron que la tierra hablara por nosotros.
Toda la grabación se iba dando naturalmente…
Sí, porque este trabajo tiene 10 años o más. A mí nunca me condicionaron para lo que hablo o lo que digo. Nunca me dijeron lo que tenía que decir. Nada, en absoluto. Dejaron que fuera uno el que hablara y dijera lo que sentía. Realmente están mostrando al Llano como es.
¿Cómo se involucró en este documental?
Ellas me buscaron. Talía me dijo que si podía venir unos días a la finca. Vino, charlamos, montamos a caballo y grabó unas cosas con el camarógrafo con el que venía. Ella realmente quería hacer una película y me preguntaba que si podía meter algunas cosas y unas canciones. Yo le decía “métalas, eso no importa”. Todo era de amistad.
Y eso se nota en el documental. Es como una charla de amigos sobre tradiciones y el trabajo en el Llano…
Exactamente. Yo no sé si venía preparada para hacerlo así, o si las cosas se fueron dando de esa forma. La amistad que hay entre nosotros ya tiene unos años, pero sobre todo, el respeto por lo que ella hace y el respeto por lo que yo hago.
En algún momento del documental usted dice que a las canciones hay que darles un tiempo, ¿Cómo es ese proceso para hacer una canción?
Primero que todo, no soy compositor de sentarme a escribir una canción. No puedo. En mi caso me la dicta la tierra, me la dicta el Llano. Hay un momento en el que llega la inspiración y se va armando. Pero eso toma tiempo. Hay canciones que me han tomado hasta tres años, porque quedan por ahí esperando. Yo no las escribo sino que las mantengo en la cabeza y van saliendo.
Las canciones saben cuándo deben salir. La experiencia me ha dicho que lo que va a salir va a salir. Eso es Dios y el Llano que lo manda.
¿Cuáles son esas historias que lo inspiran para hacer eso?
A veces una conversación con un amigo. Un momento me inspira y dejo que la canción vaya saliendo. El Llano tiene muchas historias y muchos cuentos. También recuerdo mi niñez, mi juventud y la buena parte de mi vida que la pasé trabajando como peón de sabana. Todo eso se va armando en la cabeza.
¿Siempre ha vivido en el Llano?
Yo nací en Sogamoso por culpa de La Violencia, pero a los 20 días de nacido me devolví para el Llano. Yo me siento llanero, y aunque algunos me dicen guate de forma peyorativa, a mí no me interesa.
Los llaneros nacemos en cualquier parte del mundo, digo yo, que somos tan arrechos que nacemos en donde sea. El regionalismo nos hace mucho daño a los colombianos. El tolimense, el bogotano, el paisa, todos somos colombianos. Hay que unirnos realmente, es como debe de ser.
Además el llanero tiene una conexión especial con la tierra…
Sí, porque vivimos de esto. El llanero sin caballo no es llanero. Es primordial en el campo. Hay algo que oí de un amigo y que me gusta decirlo y es que el 30 o 40 % de nuestra vida no pisamos tierra sino que pisamos estribos.
Por eso la película tiene un subtítulo que dice “Un hombre recio pa’l Llano dura tres caballos”. ¿Qué significa esto?
Es la frase de una canción que yo compuse. Hay una parte en la que le meto un poquito de matemática para calcular la edad de los animales y la relación que tienen con el hombre. Dice así: “Si un gallo dura tres años (uno bueno, pues), y tres gallos dura un perro. Tres perros dura un caballo. Según las cuentas que llevo, un hombre recio pa’l Llano dura tres caballos buenos”.
¿Por qué cree que el Llano se siente todavía como esa tierra salvaje e inexplorada?
Yo creo que al gobierno no le ha interesado mucho el Llano. Puede ser la falta de buenos políticos, no sé. La región tuvo fama de petrolera, pero no tenemos vías terciarias, por ejemplo. En muchas partes se usan bueyes y caballos para el trabajo. Pero eso también es lo que lo mantiene exótico.
También es muy grande. Todavía quedan muchos sitios donde el llanero anda descalzo y vive en ranchos de palma. Aquí los servicios básicos los tienen los pueblos. Es una región abandonada y hay un nivel muy alto de analfabetismo, por eso la gente se dedica al trabajo en el campo que es nuestro maestro, nuestro todo.
¿Por eso mismo también se mantienen muchas tradiciones?
Exacto. Es paradójico que el abandono enriquezca nuestras tradiciones. Aquí se puede vivir de lo que le da la tierra. Todavía tenemos caños o ríos de agua cristalina que sirven para el consumo. Yo creo en esa frase que dice que nosotros pertenecemos a esa Colombia olvidada, pero jamás olvidamos que pertenecemos a Colombia.
¿Cuál es el aporte más grande de este documental?
Que muestra la tierra tal como es. Sin disfraces, lo que sí ha ocurrido con telenovelas que no corresponden a lo que pasa aquí. Este documental lo deja ver sin ninguna pretensión. Nada de vístase así, párese aquí, nada. Se presenta tal como es y eso me alegra mucho y le doy muchas gracias a Talía y Francisca por eso.
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