“La serie sobre Chernóbil se trata del sacrificio y el compromiso de las personas”

El 26 de abril de 1986, a la 1:23 de la madrugada, el reactor 4 de la planta nuclear Vladimir Ilich Lenin explotó después de un simulacro de apagón, lo que ocasionó uno de los accidentes nucleares más graves de la historia: el Desastre de Chernóbil.

La construcción de la planta empezó en 1970 como parte de un ambicioso plan de la Unión Soviética, que consistía en la construcción de nueve ciudades en torno al mismo número de plantas nucleares. Sin embargo, su construcción no cumplía con las especificaciones necesarias para un proyecto de esta envergadura y estaba destinada a convertirse en un desastre. La miniserie, dirigida por Johan Renck (Breaking Bad), cuenta desde la noche del accidente y muestra con detalle las decisiones, los problemas y las consecuencias que ocurrieron en la ciudad y las personas involucradas.

Con cada momento que pasa el espectador se interna en un relato denso y desesperante que lo puede llenar de un profundo desasosiego, pues por instantes da la impresión de que todo va a estar bien y que habrá solución al problema, para luego recordar que todavía hay secuelas de ese accidente en la vida real.

Después del sinsabor que dejó el final de Juego de Tronos, esta miniserie tomó la posta de HBO y se perfila como una de las mejores producciones del año. Diners conversó con el director de la serie sobre su producción y lo que significa conocer cómo ocurrieron estos hechos.

¿De qué se trata la historia para usted?

Del sacrificio humano. Hubo 700.000 personas de la Unión Soviética involucradas en la operación de limpieza del lugar y esto jamás hubiera pasado en cualquier otra parte del mundo.

Si esto hubiera pasado en territorio occidental en aquellos días, hubieran cerrado el área y no hubieran permitido el paso de nadie. Me reuní con liquidadores en Ucrania y lo que sentía era que ellos estaban allá porque ese trabajo debía ser hecho. Hay un propósito que llegó a sus vidas y por el que estaban dispuestos a entregar sus vidas. Cuando la gente actúa así sin considerar su propio bienestar, uno comprende que hay algo profundamente humano en tener un propósito.

¿Cuál fue el hecho más aterrador en los guiones cuando los leyó por primera vez?

No creo que mucha gente sepa que Chernóbil expulsó la radiación equivalente de dos bombas de Hiroshima por hora durante algún tiempo. Incluso en Reino Unido y Suecia adoptaron algunas medidas para evitar el pánico.

Son varias líneas de la historia, ¿cómo logró ensamblarlas todas?

Son 104 partes de diálogos y puedo decir que jamás había visto algo así en cine o en televisión. Teníamos más de 100 días de grabación, días largos en locaciones horrendas que incluían una planta nuclear real. Estábamos tratando de replicar eventos reales. Fue devastador.

¿Cómo fue filmar en un reactor real?

Ignalia es una planta hermana de Chérnobil, así que es un reactor RBMK que tuvo la misma falla del reactor de Chérnobil. Realmente se siente todo lo que pasó. He estado allá tres veces, y siempre se siente como la tumba de Cthulhu, esas estructuras gigantes de concreto, sin ventanas, frías y con un sentimiento extraño por todo lo que guardan dentro de ellas.

El vestuario y los instrumentos médicos son muy reales. ¿Esto fue importante para usted?

Se trata de autenticidad. El maquillaje era horrendo y muy difícil de ver. Teníamos que balancear eso, para que no se sintiera sensacionalista o inventado. Hubo un montón de investigación alrededor del vestuario para tratar de llegar al real.

¿Cree que es un documento histórico o cree que tiene un mensaje sobre el accidente?

Definitivamente las dos cosas. Eso fue lo que me atrajo del guion. Hay un espíritu que rodea los hechos alternativos y las noticias falsas en términos del tratamiento que le dio el gobierno a la noticia. Pero también hay mucha poesía y la relación que tienen los seres humanos con el planeta, nuestra creencia y nuestra habilidad para aprovechar las cosas que no somos capaces de controlar.