Hannibal: La mejor historia de amor que nadie veía
Juliana Abaúnza
Llevo una semana intentando escribir este artículo pero cada vez que terminaba un párrafo tenía que parar porque la tristeza no me dejaba seguir. El sábado pasado se terminó Hannibal, una serie que durante tres temporadas desafió lo que creíamos que se podía hacer en una cadena de televisión como NBC. Temática y estéticamente, la serie de Bryan Fuller hizo cosas que ninguna serie ha hecho y es probable que no veamos algo parecido por un buen tiempo.
Hannibal nunca tuvo el rating de otras series de crimen o violencia que tienen personajes más simples y una presentación más accesible. A la serie no le importaban mucho los nuevos espectadores, por eso era casi imposible que una persona empezara a ver Hannibal desde la mitad de la segunda temporada como si nada (cosa que se puede hacer con otras series, como The Walking Dead). En cambio, su creador decidió satisfacer solo a los ‘fannibals’. El diseño de producción, los diálogos crípticos que parecían escritos por un psiquiatra demente y el hecho de que todo se sintiera como un sueño o una pesadilla, dejaron claro desde el principio que esta serie no era La Ley y el Orden ni Criminal Minds.
Hannibal no era una serie para todo el mundo. Con la primera mitad de la tercera temporada (que es la más artistoide de todas), varios de los pocos espectadores que tenía decidieron abandonarla. Pero así corriera el riesgo de ser cancelada, la serie nunca dejó de ser fiel a sí misma para subir el rating. Siguió siendo rara, casi impenetrable y perturbadora hasta el último capítulo. Bryan Fuller y su equipo tomaron riesgos hasta el final.
La serie habría podido quedarse con el formato seguro y entendible de un asesino distinto cada capítulo, que les funcionó en la primera temporada. Pero prefirieron ser más ambiciosos y optaron por contarnos una compleja historia de amor entre dos hombres que parecían distintos pero estaban hechos el uno para el otro.
Bryan Fuller logró explorar una relación profunda entre dos hombres sin volverla explícitamente sexual. Hannibal y Will no se dieron besos ni serían una pareja que va al desfile del orgullo gay en el final de temporada. Son dos hombres que nunca habían conocido a alguien que pudiera entenderlos y que encontraron en el otro a su mitad perfecta.
Hugh Dancy y Mads Mikkelsen, los dos actores que interpretaron a Will Graham y Hannibal Lecter, supieron vender el amor (y con frecuencia el odio) entre los dos personajes porque son unos actorazos. Hugh Dancy hizo una cosa muy difícil: transmitir el estado mental de un tipo que es al mismo tiempo investigador, asesino y ser humano vulnerable. La bondad, el tormento y la maldad están siempre ahí, en todas sus escenas.
Mads Mikkelsen, por su parte, es un genio que logró algo que creí imposible: heredó uno de los papeles más memorables del cine hollywoodense y lo hizo suyo. El danés decidió ignorar todo lo que habían hecho Anthony Hopkins y Brian Cox antes. Mikkelsen creó un personaje enigmático que atrae incluso cuando está cortando la extremidad de un ser humano para convertirla en comida. Su gran logro no es que haber sido mejor que Anthony Hopkins (eso depende del gusto de cada quien), sino haber hecho un papel completamente diferente. Hopkins fue mucho más extravagante, mientras que Mikkelsen entregó una actuación sutil y amenazante. Su mirada estática, sus sonrisas de satisfacción que casi no se notan, la inexpresividad al decir las cosas más atroces, su tranquilo humor negro, su peinado, su forma de caminar, todo fue refrescante desde el primer capítulo. Por eso no sorprende saber que cuando aceptó el papel, Mads Mikkelsen decidió interpretarlo como si fuera Lucifer y no como el Hannibal Lecter que todos conocíamos.
En una escena del final de temporada, Hannibal le dijo a Will: “Cuando la vida se vuelva desesperantemente aburrida, Will, piensa en mí”. Los fannibals haremos lo mismo ahora que Hannibal, la serie, se fue. Llegarán nuevas series que no son ni la mitad de arriesgadas de lo que ella fue; series con personajes simples, premisas que ya hemos visto y presentaciones estéticas que son apuestas seguras. Con el estreno de cada una recordaremos a Hannibal como una joya única que nos quitaron.
Gran parte de mí ruega que continúen la serie, ya sea con una película o con otra temporada en alguna plataforma de internet. Pero otra pequeña parte quedó tan feliz con el final de la tercera temporada que no se molestaría si la forma definitiva de cerrar la serie es con Hannibal y Will en los brazos del otro después de tanto tiempo mientras suena ‘Love Crime’, la canción compuesta por el productor musical de la serie y cantada por Siouxsie Sioux.
Despidámonos de una serie que se sentía a veces demasiado bella y demasiado horrorosa como para haber existido por más de una temporada. Démosle además la bienvenida al hall de la fama de las mejores series de televisión que fueron canceladas antes de tiempo, junto a Arrested Development, Firefly y Pushing Daisies. Agradezcámosle a Bryan Fuller por haber sido un creador tan arriesgado y atrevido como para hacer una serie hermosa, horrorosa, homoerótica, retorcida y excesiva. Que en paz descanse, Hannibal.