David Letterman, la despedida de un gigante de la televisión
Gabriela Sáenz Laverde
En 1993, Johnny Carson, piedra fundacional sobre la que adoran los comediantes del mundo y legendario presentador del “Tonight Show”, nombró a su heredero: David Letterman. El estilo de comedia de Letterman, cáustico y sarcástico, encajaba perfectamente con el de Carson y la química entre ambos lo había convertido en un invitado habitual del “Tonight”. Sin embargo, en uno de los episodios más infames de la televisión, los ejecutivos nombraron a un comediante rival, Jay Leno, en el puesto que Letterman había nacido para ocupar.
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David Letterman da las gracias al público, el staff, su familia y despide el programa por última vez.
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El incidente, que quedó inmortalizado en el libro y la película “The late shift”, pinta un cuadro en el que Letterman es un caballero al que Leno (que llegó a esconderse entre un armario para escuchar una conversación entre los ejecutivos de NBC) es un perpetuo villano. El hecho de que, más de 20 años después, Leno hubiera pisoteado la carrera de Conan O’Brien cuando lo nombraron su sucesor, confirmó para siempre lo que los televidentes y el mundo del “late night” siempre supieron: Letterman fue siempre quien mereció el trabajo.
Y lo ha demostrado los últimos 33 años desde la cadena CBS con “Late Show with David Letterman”. Por eso este 20 de mayo, cuando se apaguen el último reflector y la última cámara en el teatro de Merv Griffin de Manhattan, no habrá un solo televidente, un solo técnico, un solo miembro del público, que no esté enjuagando una lágrima furtiva (o, en el caso de quien escribe, una caja entera de pañuelos). Así lo anunció Jimmy Kimmel, por ejemplo, quien como tributo a su ídolo transmitirá una repetición de su programa y pidió al público que sintonicen el final de Letterman.
La influencia de Letterman puede verse con cada video que se viraliza con Jimmy Fallon, actual presentador del “Tonight show”, cantando las noticias del día con Barack Obama o Michelle Obama y la evolución del baile de mamá: es la versión de Fallon del “Top 10” de Letterman. Top 10 que, por cierto, no conoce tabús: de anunciar que George W. Bush pondría libros con dibujos y letras grandes en la biblioteca de la Casa Blanca pasaba sin remordimientos a comentar las razones por las que Homero Simpson era un estadounidense ejemplar (“somos el primer país que deja basura en la Luna”).
Sus comentarios, por supuesto, le valieron enemigos y críticas, sin mencionar el escándalo que protagonizó en 2009 cuando uno de sus técnicos trató de chantajearlo al exponer varios romances que Letterman tuvo con algunas mujeres miembros de su equipo. O la fatídica presentación de Letterman en los Oscars en 1995, donde sus chistes fueron tan mal recibidos que hasta hoy se le conoce como la peor en la historia de los premios en términos de “rating”.
Pero la personalidad de Letterman se ganó la lealtad de su público, que rápidamente perdonó ambos impasses. Como le aseguró su director de orquesta, Paul Shaffer, al New York Times, “la única emoción apropiada [en este momento] es la gratitud”. Y es que se requiere un tipo de personalidad muy especial para sentarse tras un escritorio, de vestido y corbata, como cualquier oficinista, y soportar con estoicismo un baile erótico de Drew Barrymore, por ejemplo, como hizo Letterman en 1995.
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O la legendaria entrevista de Madonna de 1994, en la que la diva repitió 14 veces la palabra “fuck”, algo inusitado en el mundo de la televisión.
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Por eso, el reto que recibe su sucesor, Stephen Colbert, es enorme. La mejor de las suertes para él, y un beso al viento, para Dave.