Se estrena en Colombia Adiós al lenguaje, la última película de Jean-Luc Godard

Jaime Pérez-Seoane
Cine Colombia anunció que la distribuiría a mediados de abril, pero, para cuando llegó la fecha del estreno, su curador – buen amigo del género sensacional y las secuelas de Vin Diesel y el difunto Paul Walker – debió de haberse arrepentido. Otros, como el independiente Cine Paraíso de Usaquén, se decidieron a proyectar “Adieu au langage”, película ganadora del Premio del Jurado y finalista por la última Palma de Oro en Cannes hace ahora casi un año. Se trata del último trabajo de Jean-Luc Godard, y es tan confusa como evidentemente suya.
Godard, quien a sus ochenta y cuatro abriles se empeña en defender la libertad del autor que promovió con sus amigos (ya muertos o jubilados), de la “Nouvelle Vague”, regresó el verano pasado a la gran pantalla con esta, su trigésimo novena cinta. Sesenta y nueve minutos dura “Adiós al lenguaje”, aunque desde el primero el cineasta se despide (con un gran “Adieu”) de toda ordenación lingüística razonable.
El jurado de Cannes tuvo que felicitar por correo a un Godard que, como la lógica en muchas de sus películas, se ausentó en la última edición del festival. La premiada Adieu au langage presenta una historia de estructura discutible y efecto un tanto letárgico. Su complejidad es tal, que la única sinopsis comprensible fue escrita por el propio Godard:
“La idea es simple. Una mujer casada y un hombre soltero se conocen. Se aman, discuten, los puñetazos vuelan. Un perro está entre la ciudad y el campo. Las estaciones pasan. El hombre y la mujer se reencuentran. El perro se encuentra a si mismo entre los dos. El otro está en uno. El uno está en el otro. Y son tres. El marido lo echa todo a perder. Una segunda película comienza. Igual que la primera. Y a la vez no. De la carrera humana pasamos a la metáfora Termina en ladridos. Y un bebé llora”.
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La idea no es en absoluto simple, por mucho que el parisino insista en su resumen. La película es abundante en texto – en una montaña de textos, mejor dicho: Un compendio de citas literarias (Darwin, Faulkner, Sartre, entre otros), alusiones a clásicos del cine, y preguntas retóricas sobre la historia y el arte –, pero, ¿tiene un guión?
Tardé tres días – después de acudir a la vespertina de las tres proyecciones diarias en el Cinema Paraíso – en tratar de responder a esa y otras preguntas. En ese tiempo, recurrí a casi todos los críticos que habían opinado recientemente sobre la obra de Godard. La mayoría había escrito textos poco comprometedores, tan ambiguos como es (decidí a medida que mi opinión se iba consolidando) el cine del francés. Encontré por fin a un indiscutible seguidor: Scott Foundas, crítico jefe de Variety, quien hablaba de un “vigoroso y mordiente comentario de la situación del cine y la situación del mundo”. Foundas alababa la decisión del último “enfant terrible” de la Nouvelle Vague de comenzar con el texto “Adiós”, lo cual consideraba “otra forma de reinventarse”.
No encontré por desgracia referencia alguna a la cinta por parte de Carlos Boyero, encumbrado crítico del diario El País (de España). Sabía de la animadversión que Godard y otros controvertibles autores franceses, como Leos Carax, generan en mi compatriota, admirador del cine sincero y enemigo de lo pretencioso. Lo único que logré encontrar sobre Godard con la firma de Boyero se refería a “Elogio del Amor”, de 2001. Rezaba así: “Lo que ignoro es si el tronado soy yo y los ínfimos espectadores que seguimos alucinados con la excesiva gilipollez de Godard, o la culta e inmensa mayoría que ven y oyen los sermones de este director como si asistieran a una misa oficiada por Jesucristo, Mahoma o Buda”.
Consideraciones subjetivas sobre su obra aparte, Jean-Luc Godard merece un reconocimiento: el de último representante de una corriente revolucionaria, la Nouvelle Vague. Una corriente fundada sobre el realismo, donde el lenguaje y las secuencias sufren constantes roturas, como sucede en la vida. Este movimiento, esencial en la historia del cine francés, parece predestinado a morir con él, como de muerte habla “Adieu au langage”, una extraña película que pronostica el fin de la comunicación entre los hombres y las mujeres. O eso, al menos, creí entender.