Fury: Brad Pitt, Shia Labeouf, y los horrores de la guerra

Llega a los cines Fury, la impactante cinta bélica protagonizada por Brad Pitt, Shia Laboeuf y Logan Lerman, y dirigida por David Ayer.
 
Fury: Brad Pitt, Shia Labeouf, y los horrores de la guerra
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POR: 
Jaime Pérez-Seoane

¿Qué debería decirle un experimentado sargento al novato que por inoportuna necesidad cubre el puesto de otro hombre fallecido en combate? ¿Debería sermonearlo sobre la inclemencia de la guerra, o acaso prometerle que pronto estará de regreso con su familia? Quizá podría ponerle un revólver en la mano al son de una máxima tan cruel como cierta: “Has venido para matarlos a ellos, y ellos están aquí para matarte a ti”.

Esa es la primera lección que el recién llegado Norman Ellison (Logan Lerman, “Las ventajas de ser invisible”) recibirá de boca del sargento Don “Wardaddy” Collier, interpretado por un Brad Pitt que compagina su mejor versión de tipo duro al estilo Arnold Schwarzenegger en Commando (“Yo desayuno boinas verdes, y ahora tengo hambre”) con solitarios instantes de debilidad. La sanguinaria recta final de la invasión aliada a la Alemania nazi es vista desde dentro de las paredes metálicas del “Fury”, el tanque Sherman capitaneado por Collier y habitado por su patrulla de fieles soldados: Boyd Swan, Grady Travis y Trini García (Shia LaBeouf, Jon Bernthal y Michael Peña).

Brutal carta de presentación la de Fury (“Corazones de hierro” en América Latina), un film bélico al que no pesa casi ninguno de sus 134 minutos de duración. En la película de David Ayer (más conocido hasta la fecha por su notorio trabajo como guionista en películas como Día de entrenamiento) la crueldad de la guerra colisiona con la sensibilidad que todo hombre lleva en la sangre. El director americano aprovecha la rudeza interior de actores como Pitt, Peña y Bentrhal, y encuentra meritoriamente a un Shia LaBeouf por fin adulto.

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Ilustrar en la gran pantalla la aspereza de la guerra sin pecar de sensiblero es algo naturalmente complejo. Ayer ha elegido la más global de todas las guerras – y puede que la más violenta – para mostrar con congruencia y desapego el día a día de un grupo de soldados cuyo trabajo consiste en matar. Así se lo recuerdan al inocente Norman sus compañeros a bordo del “Fury” mientras se suceden los enfrentamientos y los momentos de tensión. “¡Esto es la guerra!”.

Ciertamente, la guerra tiene que parecerse bastante a aquello que Ayer muestra: Un sórdido trabajo solo apto para corazones de hierro, cuyos interludios son raros y escasos, y donde incluso los instantes de afecto y amistad son horrorosamente dramáticos.

Por enésima vez en su carrera merece ser reconocido el papel de Brad Pitt, un veterano del cine bélico que de nuevo encarna a un hombre de acero, similar al teniente Aldo Raine en Inglorious Basterds. La perspectiva sensible queda a cargo de Norman, el novato, interpretado por un correcto Logan Lerman, quien ha logrado salir airoso de la espantosa saga juvenil de Percy Jackson.

Es preferible no hablar demasiado sobre su trama, aunque toca lamentar el escaso riesgo que David Ayer ha corrido en lo que ha argumento y sorpresas se refiere. Quitando su conservador guión – y el hecho de que los disparos parecen más propios de una secuela de Star Wars que de la Segunda Guerra Mundial – Fury es una grata sorpresa para los amantes del cine. Su director, sin embargo, lamentará que el famoso conflicto entre americanos y nazis ya tenga su incuestionable película de culto: Saving Private Ryan.

         

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febrero
20 / 2015