Eddie Redmayne, el hombre que interpreta a Stephen Hawking
A sus 32 años de edad, Eddie Redmayne es, sin duda, uno de los actores británicos con mayor proyección en el cine internacional. Tras finalizar sus cursos de arte dramático en Londres y haber hecho sus primeras obras en teatro, su debut en el cine fue en 2006, con la película de espías El buen pastor, dirigida por Robert De Niro. En la cinta interpretó un papel secundario, como hijo de Angelina Jolie y Matt Damon. A partir de ese momento, Redmayne se convirtió en un nombre propio dentro del cine británico, en el que cautivó la atención del público gracias a sus papeles en las películas Mi semana con Marilyn y Los miserables.
Sin embargo, este actor va a acaparar la atención con su más reciente película, La teoría del todo, en la que interpreta a Stephen Hawking, uno de los científicos de mayor renombre del mundo y autor del best seller Una breve historia del tiempo. Aunque la película toca el tema de sus teorías científicas, se centra más en la historia de la relación que sostuvo con Jane Wilde –interpretada por Felicity Jones– a quien conoció mientras estudiaban en Cambridge. La cinta cuenta cómo floreció su romance y se mantuvo, a pesar de la enfermedad neurodegenerativa de esclerosis lateral amiotrófica que le fue diagnosticada.
Redmayne no solo logra captar en la historia esa transformación que, poco a poco, fue dejando a Hawking en una silla de ruedas, sino que sabe transmitir ese espíritu que trasciende las limitaciones físicas de manera formidable. Gracias a este papel ya se habla de al menos una nominación al Óscar de la Academia.
Diners tuvo la oportunidad de conversar con el destacado actor, nacido el 6 de enero de 1982 en la capital británica, a propósito de ese papel, uno de los más importantes, hasta el momento, en su carrera.
El nombre de Stephen Hawking es prácticamente un símbolo ya dentro de la comunidad científica mundial. ¿Qué tanto sabía de él antes de haberse vinculado a este proyecto?
Puedo decir que, vergonzosamente, no sabía mucho de Stephen, a pesar de que también fui a la Universidad de Cambridge. Sin embargo tuve la fortuna de conocerlo, verlo pasar en su silla de ruedas y, de vez en cuando, oírlo hablar con otros estudiantes sobre su pasión por la ciencia. Yo nunca tuve ese espíritu científico. De hecho me di por vencido a los 12 o 13 años de edad y, después, estudié Historia del Arte. Pero me disculpé con él cuando lo conocí, porque al leer el guion sobre su vida, me pareció absolutamente revelador ver a un hombre tan perseverante, a un ícono de la ciencia, con una historia que tiene a veces algo de humor y, además, una extraordinaria mujer en la sombra.
¿Cómo fue su primer encuentro con Hawking?
Nos presentamos, cinco días antes de comenzar a rodar la película, en su casa, en Cambridge. Yo pasé unos seis meses preparándome, leyendo todo lo que pude sobre él, viendo muchos videos y programas, al punto de convertirme en un gran admirador de su trabajo. Y si hay algo de lo que sufro es de verborrea cuando conozco a alguien, por lo que básicamente pasé una media hora simplemente botándole información sobre lo que yo sabía sobre él, a lo que él replicaba con un “sí, eso ya lo sé” [risas].
Pero lo que realmente recuerdo, más como una anécdota, es que por su forma de comunicarse, se tarda un poco sostener una conversación. Uno tiene que esperar que teclee las palabras, para luego escucharlas en esa famosa voz que posee su computador. En uno de esos intercambios de diálogo, le dije: “Bueno, Stephen, algo interesante es que su cumpleaños es el 8 de enero, es decir, que comparte la misma fecha de cumpleaños de Galileo”. Él aseguró que esa fecha no era la del cumpleaños, sino la de la muerte del astrónomo italiano. Entonces, para intentar arreglar la situación, le dije que mi cumpleaños era el 6 de enero, lo que nos hacía a ambos del signo capricornio. Después de esperar unos minutos, me respondió: “Recuerda que soy astrónomo, no un astrólogo”. Y que Hawking creyera que yo, el actor que iba a interpretar su vida en una película, lo confundiera con un escritor de horóscopos, me hizo sentir mucho peor… [risas].
En su preparación para este papel, ¿en qué punto se sintió con la comodidad de mostrar la esencia de Hawking?
En realidad nunca me sentí lo suficientemente preparado, y más cuando uno está interpretando a alguien que está vivo y que conoces personalmente. No dejaba de haber momentos raros en el rodaje, en los que tenía que valerme de videos de su vida. Además, la película no se rodó cronológicamente, y esto hacía que en algún punto, cuando yo pensaba que había logrado hacerlo bien, todo se perdiera en mi mente para entrar en otra faceta de su vida, y eso podía ser frustrante.
Asimismo, tener que actuar partes oscuras de su vida, que sabemos que fueron muy difíciles para él, contrastaban completamente con el hombre que uno conoce, lleno de optimismo y energía, a pesar de sus limitaciones físicas. Ese innato sentido del humor que tiene, además, hizo aún más complicado pensar que tras esa actitud existe un hombre que es un genio y que ha enfrentado muchos obstáculos en la vida.
Entremos en otra faceta muy importante en su vida. Su reciente compromiso con su novia, Hannah Bagshawe… ¿Cómo fue la historia de ese romance?
Bueno, primero que todo no soy tan joven como parezco [risas]. Ya se me ven unas que otras canas, lo cual está bien. Pero a mi prometida la conocí cuando teníamos quince años y nos tomó otros quince años darnos cuenta de que había un sentimiento especial entre nosotros. Ella es una mujer increíble y muy especial, y el hecho de que haya dicho que sí a mi propuesta de casarme con ella es de por sí un gran logro [risas]. En realidad, me siento muy afortunado.
Hablando de romances, ¿cree en el amor a primera vista?
Sí, en realidad yo creo en ese tipo de amor. Cuando conocí a Hannah, definitivamente hubo una química especial, inmediata. Y al ver en la película el momento en el que Jane y Stephen se ven el uno al otro por primera vez, en medio de varias personas y a lo largo de un salón, me hizo recordar a Los miserables. Ese instante cuando Marius –a quien interpreté en el filme– y Cossette se ven. ¡Hay muchos de esos momentos especiales a primera vista!
¿Qué fue lo que hizo ella al conocerlo que lo dejó flechado?
Yo asistí a un colegio masculino, y ella, a uno femenino. Hubo un evento de caridad en el que algunos de los alumnos teníamos que desfilar en una pasarela para recaudar fondos. Yo tenía que hacerlo luciendo unos pantalones sin camisa, que era algo de por sí vergonzoso, y mucho más cuando tuve que hacerlo justo después del tipo más popular del colegio. Luego, al empezar a desfilar, vi a Hannah, que me sonrió. Esa noche la volví a ver en una fiesta, hablamos, me pareció una chica con un sentido del humor maravilloso y descubrimos que teníamos intereses similares en varios temas, sobre todo el arte y el teatro. Eso me pareció muy importante, además de que era increíblemente hermosa.
Cuéntenos, ¿qué es lo más loco que ha hecho por amor?
Tal vez cuando Hannah y yo decidimos ennoviarnos tras años de habernos conocido. Apenas había terminado de ensayar mi rol en Los miserables y tenía que viajar a Florencia, Italia, para comenzar a rodar la película. Un día antes de irme estábamos hablando de las dos o tres semanas que tenía que estar fuera de la ciudad, y le pregunté que si estaría dispuesta a ir a Florencia unos días… Finalmente, la invité un fin de semana para que me visitara y así tuvimos nuestra primera cita oficial.
El teorema que niega a Dios
Del trabajo de Stephen Hawking se puede decir, nada menos, que complementa la teoría de la relatividad general de Albert Einstein, demostrando que el universo se origina, efectivamente, en el big bang y que su final –o finales– se encuentra en los agujeros negros. Pero hay más, claro, en su obra prolífica Hawking ha tenido una relación muchas veces polémica con la religión y con la idea de Dios, pues afirma que los hallazgos de la física moderna anulan la creencia de que hay un creador. “No hay ningún Dios, soy ateo”, afirmó en una reciente entrevista.