Un Lannister siempre paga sus deudas

La cuarta temporada de Game Of Thrones terminó con un desenlace inesperado pero merecido.
 
POR: 
Luz Adriana Gómez Rincón

Alerta de Spoilers: si no ha visto el último capítulo de Game of Thrones, lea este artículo bajo su propia responsabilidad.

La casa más acaudalada de Westeros, la casa Lannister, es reconocida porque siempre paga sus deudas, por la canción The Rains of Castamere y probablemente por el amor incestuoso de Cersei y Jaime. Tywin Lannister siempre paga sus deudas, pero la deuda que siempre tuvo es con su hijo Tyrion, el enano, el despreciado, el hijo al que le hizo sufrir la pérdida de una esposa con mentiras y probablemente lo marcó de por vida con esa tragedia y lo condenó a saltar de prostituta en prostituta y de burdel en burdel, sin que esto quiera decir que Tyrion no es responsable de su conducta.

Tywin le debía una grande a Tyrion y con haberlo condenado a muerte por un asesinato que no cometió, se condenó a sí mismo. Tyrion se encargaría de hacerlo pagar y lo vimos en el capítulo que acaba de pasar, el número 10 de la temporada, titulado “The Children”.

Y es que esta temporada de Game of Thrones estuvo diferente a las demás por varios motivos: casi empezó con la emoción de la muerte de Joffrey, el momento cúspide no estuvo en el capítulo 9, tuvo ciertos altibajos y momentos, diría yo, más aburridos que temporadas anteriores, pero se redimió con el episodio final. A los fans de los libros nos quedaron faltando algunas cosas, pero creo que no hay que ser fastidioso y quejumbroso (como solemos ser los que leímos primero los libros) y más bien sentirnos agradecidos por esta gran adaptación de magníficas proporciones.

Nos quedó faltando Lady Stoneheart, ya sabemos (fanáticos de la serie, no googleen. Aguanten con calma porque será una gran sorpresa). A mí me quedó faltando Coldhands, un hermano de la guardia de la noche/White Walker, que según se especula, puede ser el hermano perdido de Ned Stark (Benjen), pero esto es algo que ni los lectores de los libros sabemos. También me desconcertó un poco la muerte de Jojen cuando el grupo de Bran llegó a encontrarse con el cuervo de tres ojos porque fue innecesaria y repentina, pero además de esto no tengo mayor queja de este cierre de temporada.

Volviendo a lo realmente importante: Tyrion, en un despliegue de magistral actuación de Peter Dinklage, hizo que Tywin pagara la deuda con su vida y fue un momento para celebrar. Fue magnífico, tal como lo había imaginado y como lo llevaba esperando desde el capítulo ocho. El diálogo de Tyrion y Tywin en los momentos previos a la muerte del patriarca Lannister fue perfecto como la puntería de las flechas de la ballesta con la que Tyrion acabó con la vida de su padre y con el mito de que Tywin “cagaba” oro.

Momentos para recordar: el dolor del padre que lleva los huesos incinerados de su hija que se volvió presa de Drogon, el dragón negro de Daenerys, pero también recordemos que esa desgracia es un poco culpa de la Khaleesi al haber decidido quedarse en Mereen cuando muy bien pudo retomar su rumbo a Westeros. Confieso que se me encharcaron los ojos en el momento en el que ella llevó a Viserion y a Rhaegal a las catacumbas para encerrarlos y encadenarlos. Un padre perdió a su hija, pero los hijos dragones fueron abandonados por su madre y sus chillidos nos lo hicieron saber.

Otro momento triste: Arya abandonando al Perro a su suerte y negándose a darle el beneficio de la compasión y la muerte, mientras emprende camino hacia Braavos con la moneda que le dio Jaqen H’gar, un personaje que espero que se le vuelva a cruzar en el camino con una nueva cara y un nuevo propósito.

Ahora nos queda esperar un año ahora más con la expectativa de ver qué pasa en el muro con Stannis y Melisandre en territorio de Jon Snow y con las ganas de saber cómo será la vida de Arya en Braavos, tan lejos del norte, tan lejos de Winterfell.

 

         

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junio
16 / 2014