5 películas favoritas del Papa Francisco

Revista Diners
Cuando era niño, los padres de Jorge Mario Bergoglio solían llevarlo a una pequeña sala de cine en el barrio de Flores, en Buenos Aires, donde creció. En esas funciones, la familia podía ver hasta tres o cuatro películas seguidas, en jornadas que se extendían durante toda la tarde. Antes de cada proyección, su madre, Regina María Sívori, le explicaba detalles del contexto o del contenido, con el propósito de que desarrollara una mirada más reflexiva sobre lo que estaba por ver. Esta tradición familiar lo convirtió en un amante del séptimo arte, que años más tarde compartiría con el mundo las enseñanzas que aprendió del cine y recomendaría algunas de sus películas favoritas.
Roma, ciudad abierta (1945)

Una de las películas que lo conectó con su herencia italiana y con los estragos de la Segunda Guerra Mundial fue Roma, ciudad abierta. En esta cinta, Manfredi, líder del comité de liberación nacional, es perseguido por la Gestapo con el objetivo de silenciar su apoyo a la resistencia en Italia. Sin embargo, este personaje —interpretado por Marcello Pagliero— recibe ayuda en varias ocasiones por parte de ciudadanos comunes que anhelan una Italia libre del nazismo. Gracias a este filme, el Papa descubrió la obra de Roberto Rossellini, quien marcó su afinidad por el neorrealismo. Para Bergoglio, producciones como esta demuestran que el cine va más allá del simple entretenimiento y puede convertirse en una herramienta de conciencia humanista para reconstruir el tejido social en cualquier comunidad que lo necesite.
Los novios (1941)

“Quel ramo del lago di Como, che volge a mezzogiorno, tra due catene non interrotte di monti…” Así comienza Los novios, la célebre novela de Alessandro Manzoni, cuyos versos la abuela de Jorge Mario Bergoglio le enseñó a recitar de memoria cuando era niño. Con el tiempo, el libro se convirtió en una lectura indispensable para el futuro Papa, a la que regresó en distintos momentos de su vida. Por eso, no es de extrañar que la adaptación cinematográfica de esta obra ocupe un lugar especial entre sus películas favoritas: en ella reconoció muchos de los valores que lo enamoraron del texto original y que más tarde predicaría durante su pontificado. Ambientada en el siglo XVII, la historia gira en torno a un amor incondicional que enfrenta serias dificultades cuando un noble local intenta impedir el matrimonio de los protagonistas. Durante la pandemia de covid-19, el Papa evocó varias enseñanzas de esta historia como un recordatorio de la importancia de la resiliencia, el amor y la compasión hacia el prójimo, al igual que lo hicieron los habitantes de Lombardía, Italia, con esta pareja de novios.
La vida es bella (1997)

Otra película basada en hechos de la Segunda Guerra Mundial, y una de las últimas en sumarse a su lista de favoritas. Tras una transmisión especial en televisión, realizada en 2014 para conmemorar la importancia de los Diez Mandamientos, el Papa Francisco decidió llamar al director Roberto Benigni a las 8:00 a.m. Sin embargo, fue su familia quien respondió el teléfono y le informó que aún no se encontraba despierto, por lo que debía llamar más tarde. El Papa devolvió la llamada unas horas después, y el director se sorprendió profundamente por la interacción, sintiéndose apenado por la respuesta de su familia.
—¿Pero sabes el bien que le estás haciendo al mundo? —le dijo el Papa a Benigni.
—¿Yo? ¡Usted es quien hace el bien! —respondió el director.
Ambos recordaron que la película también era la favorita de Juan Pablo II, quien en su momento también se había comunicado con Benigni para decirle: “Gracias por mostrar al mundo el amor de un padre en los campos del infierno”.
Los niños nos miran (1944)

La mirada de un niño sobre el mundo es la de un ser puro, que muchas veces posee una mayor capacidad para discernir entre el bien y el mal. Esta es una filosofía que el papa Francisco aprendió del cine neorrealista de la posguerra y que ha compartido en numerosas ocasiones, tomando como ejemplo la película Los niños nos miran. En este metraje, un pequeño de cuatro años observa cómo su madre abandona a la familia para comenzar una aventura con su amante, mientras su padre lo deja al cuidado de distintos parientes a lo largo del tiempo, hasta que finalmente cae enfermo.
Es en este contexto donde el director Vittorio De Sica muestra que los niños no son ajenos a las decisiones de sus padres y que estas, inevitablemente, los afectan de una forma u otra.
La calle (1954)

Posiblemente, el filme favorito del Papa por su carácter humano y sensible. La Strada narra las desventuras de Gelsomina, una joven que es vendida por su madre a Zampanò, un artista ambulante, tras la muerte de su hermana. A partir de entonces, Gelsomina se convierte en parte del espectáculo callejero que él realiza, acompañándolo por distintos pueblos de Italia. A pesar de las humillaciones, la dureza en el trato y los momentos de tensión que vive junto a él, ella permanece a su lado con una lealtad silenciosa y conmovedora.
Bergoglio ha mencionado en varias entrevistas que esta película lo marcó profundamente. Se trata de una de esas películas que vio con su familia durante su infancia en Buenos Aires, y desde entonces quedó impactado por su fuerza simbólica. En palabras del propio Francisco, La Strada le enseñó que “el arte puede tocar el corazón y hacernos mejores”, y la ha citado como una de las obras que mejor expresa el drama humano de la redención y el sufrimiento.