Juliette Binoche habla sobre ‘El sabor de la vida’, una oda a la cocina en las salas de cine

Diners conversó con Juliette Binoche, la reconocida actriz francesa, protagonista de la película El sabor de la vida, un auténtico encuentro con los ingredientes, los sabores y la cocina.
 
Juliette Binoche habla sobre ‘El sabor de la vida’, una oda a la cocina en las salas de cine
Foto: Conocida como la Binoche, la actriz y bailarina nació el 9 de marzo de 1964 en París (Francia). Foto. cortesía Diamond Films. / Juliette Binoche
POR: 
Mario Amaya

Lo hermoso del séptimo arte es que nos da la oportunidad de experimentar sensaciones que no solamente se limitan a la vista y el oído. De vez en cuando, los olores y el gusto se confabulan en historias que trasladan a la audiencia a dimensiones inesperadas. Esto es, justamente, lo que sucede con El sabor de la vida (originalmente titulada Pot-au-feu) un verdadero banquete de cine gastronómico dirigido por el francovietnamita Anh Hung Tran (El olor de la papaya verde) y protagonizada por la actriz francesa Juliette Binoche.

La película es una adaptación de La pasión epicúrea, una novela publicada en 1924 por el escritor suizo Marcel Rouff sobre un legendario chef llamado Dodin Bouffant, apodado “El Napoleón de las artes culinarias”, interpretado en la cinta por Benoît Magimel (La pianista). La historia transcurre en 1885 en un château francés, pintorescamente desmoronado, donde los últimos veinte años Bouffant ha tenido una cocinera brillante llamada Eugénie Chatagne, representada magistralmente por Juliette Binoche (El paciente inglés).

Ambos preparan comidas para los amigos de Bouffant, quienes tienen una especie de club gourmet local; gran parte de la película es, simplemente, ver a la gente cocinar y comer, y darse cuenta de cómo los planos y el sonido de las preparaciones son captados vívidamente, creando en el público la sensación de experimentar los aromas y sabores de las secuencias.

Junto a Juliette Binoche actúa el francés Benoît Magimel, que da vida a Dodin Bouffant. Foto. cortesía Diamond Films.

Más tarde, un príncipe euroasiático convoca a Bouffant y sus amigos a una fiesta; pero esta ostentosa celebración ofende la sensibilidad de Bouffant, quien decide invitar al príncipe a un sencillo pot-au-feu, un plato de carne hervida y verduras, aunque con el toque distintivo de las manos de Eugénie Chatagne.

A medida que se hacen los preparativos de la cena, el romance entre Bouffant y Chatagne también se va “marinando”, mientras que la pareja “adopta” a una genial niña llamada Pauline (Bonnie Chagneau-Ravoire).

Diners conversó con la parisina Juliette Binoche, quien acaba de cumplir  60  años y de recibir el premio Goya Internacional por su impresionante trayectoria cinematográfica, que incluye más de 80 películas, galardones en los tres principales festivales del mundo (Berlinale, Cannes y Venecia), un Óscar por su papel en El paciente inglés en 1997, y haber trabajado con grandes directores de cine, desde Jean-Luc Godard hasta David Cronenberg. Sin duda, es la actriz con la que todos los directores sueñan, como afirmó Anthony Minghella, director de El paciente inglés, en una entrevista que le dio a la revista Vanity Fair. “No tiene coraza, así que las lágrimas y la risa nunca están lejos”, aseguró sobre la artista.  

¿Cómo surge esta historia, en la que la comida es un tema imprescindible?

Juliette Binoche: Quería hacer esta película desde hace mucho tiempo. En 2007 me reuní con Anh Hung Tran mientras hacía Vuelo del globo rojo, así que esta historia lleva mucho tiempo “cocinándose”. Siempre quisimos hacer algo juntos, y cuando me dio el guion, le dije: “Bueno, no tengo nada para actuar en ese guion, así que tal vez tengas que desarrollar un poco más el personaje de Eugénie”. Y él lo hizo. Un mes después, regresó con un nuevo guion y fue el que filmamos. 

Luego, pasamos más de un año tratando de encontrar al actor para hacer la película. Un actor decía que sí, pero luego algo pasaba y no podía. Finalmente, dos meses antes de rodar, encontramos a Benoît, quien fue mi pareja hace más de 20 años, y felizmente dijo que sí a este proyecto.

¿Qué le llamó más la atención de la historia?

Juliette Binoche: Por supuesto, que la comida sea un personaje, porque amo la comida; me encanta cocinar y comer. La forma en que Tran se acerca a los alimentos  es muy especial, porque es sutil y muestra  la cocina como un lienzo y a mi personaje como una artista. Estás en una pintura con iluminación, de forma refinada. La cocina está viva. Y así, sentí que estaba filmando la comida con la misma calidad que lo hacía con nosotros como actores. Aunque esto no es algo nuevo para él, pues en cintas como El olor de la papaya verde, es un sensualista. 

¿Cómo fomentó el director ese entorno donde siente que solo estamos observándola junto a Benoît? 

Juliette Binoche: Bueno, Tran se describe como un director técnico, porque es muy consciente del poder del movimiento de la cámara, de cómo editar películas y escribir guiones; entonces, está bastante definido. Pero en términos de actuación, creo que era solo confiar en nosotros. Además, Benoît y yo ya habíamos filmado una película juntos; fuimos pareja y tenemos una hija (risas). Entonces, esos veinte años que pasan en la historia, también los tenemos en nuestra historia real. 

¿Influyó eso en la forma en que ve la historia?

Juliette Binoche: Por supuesto. Pero verlo fue una forma maravillosa de reconciliarme de alguna manera con Benoît, porque había muchas cosas del pasado; nos habíamos separado por un tiempo y, por lo tanto, fue un modo de decir lo mucho que lo amo, sin importar lo que haya sucedido; también sirvió para darle a nuestra hija una especie de regalo, un gran guiño de la vida, que es más fuerte. El amor es más fuerte, pase lo que pase. Y también sirvió usar las palabras de Tran para decirle las cosas sin emplear las mías. Podía decir lo que quisiera por medio de sus palabras.

¿Como si hubiera una especie de código, donde el diálogo se vuelve correcto?

Juliette Binoche: Sí. Uno puede tener todos los arrepentimientos que hay en una relación, pero el vínculo va a estar más allá de tu comprensión, porque tener un hijo con alguien es muy fuerte y, sin embargo, como ser humano uno no siempre es capaz de decir ciertas cosas. Creo que el arte es una forma maravillosa de expresar los sentimientos hacia otra persona, porque es una transposición; es una manera de no ser directo, sino indirecto, a través de un medio muy conmovedor, como una canción, una película o una pintura. A mi juicio, el arte forma salvadores. Realmente, nos puede salvar la vida ayudándonos a expresar lo que no se puede decir, porque a veces es complicado expresarse.

Y sus personajes, por supuesto, tienen escenas en las que hablan directamente de su relación, pero gran parte se expresa a través de estas escenas en la cocina. ¿Puede contarnos sobre la técnica y la cocina en sí?

Juliette Binoche: Bueno, antes que nada, Benoît es muy buen cocinero. Y no quiero alardear, pero yo también lo soy (risas). Pienso que esta película es una buena analogía de la relación entre un director y un actor, porque el director tiene la idea, está escrita en la página y la hace real, está encarnando esta idea y haciéndola sincera, vibrante y abundante. Tal vez por eso me gusta tanto el guion, porque podía sentir que había algo que sabía. Quiero quedarme en la cocina, quiero hacerlo, no quiero ir solamente a comer. Quiero ser parte de la creación. Y siempre me he sentido así porque me encanta actuar. 

¿Por qué le gusta actuar, específicamente?

Juliette Binoche: Para mí, actuar es la experiencia más sorprendente porque estás transformando palabras, ideas, como una especie de deseo de una visión, en algo real. Y eso es lo que me encanta de la actuación, que no siempre lo sabes todo. Debes prepararte, obviamente, y tienes una técnica, o tienes la experiencia, pero hay algo que está ocurriendo en el momento, y siempre es una sorpresa.

La película se basa en la novela de Marcel Rouff, La pasión epicúrea. ¿Qué tan diferente o similar es a la obra literaria?

Juliette Binoche: Bueno, el guion es en realidad una precuela de la novela, porque Eugénie muere y comienza el libro. Entonces, ya ves que ella murió, pero, en general, es bastante diferente a la película.

¿Hubo un plato en particular que fuera su favorito, o hubo uno que no salió como lo esperaban?

Juliette Binoche: Bueno, en verdad disfruté cada bocado. No hubo algo que hubiera preferido más porque cada bocado era especial. Era vivir la sorprendente experiencia sensorial de la alta cocina, pues cada bocado fue como una puerta que se abría dentro de ti, donde sentías diferentes sabores, gustos, consistencias, temperaturas, lo ácido con lo dulce… Es asombroso. Es un mundo en sí mismo, y no siempre experimentamos eso en las películas.

         

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mayo
7 / 2024