Crítica a Ninfomanía, de Lars Von Trier
Pedro Adrián Zuluaga
Calificación de Ninfomanía Lars Von Trier: 4 estrellas.
Aunque existen evidentes coincidencias temáticas entre las tres películas y una misma actriz –Charlotte Gaingsbourg– en el centro, la etiqueta parece deberle más al talento mediático de Lars Von Trier, un genio de la autopromoción desde los ya viejos días del manifiesto Dogma 95.
En esta supuesta tercera parte, se mantiene y acaso se profundiza el pesimismo radical de Von Trier, de la mano de Joe, una mujer que se odia a sí misma. El director se empecina en desacomodar al espectador, obligándolo a un exigente ejercicio intelectual acerca de la sexualidad. El autor de Los idiotas nos dice de nuevo, en todos los tonos posibles, que no hay nada bueno en la naturaleza, y que la tragedia del ser humano es no poder desligarse de su vínculo con lo natural, y a la vez no poder aceptarlo.
Ninfomanía, una película para pensar
El problema es que Ninfomanía está castrada en sus propósitos expresivos por la decisión de partirla en dos, ofreciendo esta vez solo una primera parte. La película, que se describe como el viaje erótico de una mujer desde su infancia hasta los cincuenta años, deja un agrio sabor de obra inacabada, incluso de trampa.
Superada esta frustración, que deja en evidencia el conservadurismo de la exhibición cinematográfica, es imposible no reconocer en el fragmento que se ha puesto a nuestra disposición, la potencia narrativa de un director que, sobre todas las cosas, tiene un gusto especial por el arte de contar historias.
Como ya ocurría en Dogville, aquí el mecanismo de la narración es central. Ninfomanía es una película reflexiva y autoconsciente, donde el personaje de Joe, interpretado por varias actrices en las distintas fases de su vida, se va definiendo en el acto mismo del relato. Sembrado de acertijos y pistas falsas, es comentado por el interlocutor de Joe –Stellan Skarsgärd–. Con anotaciones que lo abren a nuevas dimensiones que abarcan desde el mundo físico hasta la música, pasando por las matemáticas.
La belleza de lo que estaba oculto
La película tiene momentos aislados de gran belleza formal, como la potente secuencia inicial acompañada de la música de Rammstein, que nos ubica de entrada en una atmósfera retorcida y decadente. Pero el auténtico erotismo de la película, es decir su juego de seducción, rechazo y aceptación, ocurre en el intercambio intelectual de los dos personajes:
La Joe adulta a la que Charlotte Gainsbourg le presta toda su torturada intensidad, y Seligman, el viejo judío solitario que la escucha contar su vida.
La sexualidad en sí misma, objeto del escándalo que ha acompañado a Ninfomanía en sus accidentados y polémicos estrenos, es fría, mecánica, desprovista de interés. Para Von Trier, la unidad a la que podemos aspirar como seres humanos ocurriría lejos de la naturaleza y el sexo, fuentes de toda maldad como ya se veía en Anticristo.
Una historia cerebral
La armonía está en la capacidad de convertir nuestra tragedia en historias; o para echar mano de la referencia musical que menciona Seligman, en la posibilidad de que las diversas voces y reclamos. Estas coexisten en nuestro interior y fuera de él se conviertan en un cantus firmus, la melodía de base que sostiene la composición polifónica.
En otras palabras, la salvación está en el arte; todo lo demás es caos y las trampas de un deseo que nunca encuentra satisfacción.
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