Entrevista con el director de Renoir

Diners conversó con el director Guilles Bourdos, ganador del Óscar, sobre la biografía del pintor impresionista Renoir. Esto fue lo que nos contó.
 
Entrevista con el director de Renoir
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Margarita Posada

Guilles Bourdos inició su carrera hacia finales de los noventa con la película Disparus (1998) estrenada en el Festival de Cannes y continuó su carrera con títulos como Et Après (2008), protagonizado por Romain Duris, John Malkovich y Evangeline Lilly; Inquiétudes (2011), una adaptación de la novela de Ruth Rendell, A sight for sore eyes, y su más reciente proyecto, Renoir (2012) en donde narra los dos últimos años de vida del famoso pintor francés.

Parecería que la película se trataba de la modelo de Renoir, más que del pintor…

Absolutamente. Sin la presencia de esta modelo, Andree Schling, no habría película. Me llamó mucho la atención cómo esta señora entra en el universo de los Renoir y se convierte en el personaje más intrigante.

Cuando vemos los últimos cuadros de Renoir, la vemos a ella y también la vemos a ella en las primeras películas del hijo de Renoir. Es una ilustre desconocida. Una gran paradoja que sea una historia tan poco conocida, pero es ella quien le da una visión refrescante a la historia porque la distancia del típico biopic cronológico que narra la vida desde el nacimiento a la muerte.

Renoir


Sí. Por lo general las películas sobre artistas famosos siempre cuentan ese momento en que es un pobre diablo o ese en que se catapulta a la fama, pero esta narra más bien la caída del imperio Renoir y su dominio sobre todas las personas (especialmente mujeres) que lo rodeaban, ¿cómo y por qué escogió el momento que narra la película y qué tanto tiene de real y de ficción?

Es muy cercana a la realidad. Incluso mantuve los apellidos de cada una de las mucamas que en la vida real lo atendieron. Es completamente cierto además que lo llamaban El Patrón, pero era a la vez una figura de poder a la que le tenían cariño y a la que seguían respetando en ese declive que usted menciona.

Lo muestro claramente en esa escena en la cual Renoir está siendo bañado como un niño por sus empleadas y el hijo irrumpe en la sala de baño. Ellas lo protegen de verse indefenso ante sus hijos. Lo mismo en esa secuencia tan sutil del paseo al río en el que varias mujeres lo cargan en una ardua travesía.

Precisamente viendo esa escena de las mucamas llevándolo al río un puede establecer un paralelo entre esa suerte de dictadura de Renoir y el trabajo de un director de cine: es casi como ser un mariscal de campo al mando de un ejército…

Se parece mucho en este caso particular de Renoir, porque no todos los pintores requieren de un equipo de personas. Por su artrosis, Renoir necesitaba todo este séquito de personas no solo para moverse, sino para lavar los pinceles, preparar los colores, lavarse las manos…

En el cine uno solo como director se siente con artrosis. Necesita de los actores, de los productores, de los sonidistas. La relación entre un director y una actriz es muy similar a la que puede haber entre una modelo y un pintor, evidentemente. Muchas de las reflexiones que hace Renoir también hacen parte de mis propias reflexiones.

Siguiendo sus palabras me atrevería a dudar de que esa reflexión sobre la importancia del color sobre los personajes que el mismo Renoir hace en algún momento es suya entonces, porque se ve que, además de haber hecho una investigación muy seria sobre los personajes y la vida de Renoir, también hay otra más rigurosa y evidente a nivel estético. Incluso la luz de los cuadros de Renoir se plasman en cada escena de su película…

Evidentemente, es algo sobre lo que podría hablar horas y horas porque, si algo me define como cineasta, es que soy un obsesivo con el color. Soy un colorista y detesto la negligencia de esos que hacen cine sin pensar en lo formal, porque si de algo debe preciarse el cine es de su expresividad visual y su ‘preciosismo’, que es lo que lo diferencia de otros medios visuales.

¿En qué se podría decir que esta película guarda cierta estética propia de lo que la gente cataloga como “cine francés” y en qué se diferencia de ese cliché que de algún modo hemos construido alrededor del cine de su país?

En nada. Aunque los personajes y el contexto son muy franceses, el cine que yo hago no se parece a ese cliché. Primero porque trabajo de la mano de un taiwanés, que es mi director de fotografía, segundo porque vivo la mitad del año en Nueva York y luego porque eso que se ha encerrado dentro del concepto “cine francés” generalmente transcurre en París, es parisino, y en esa medida es gris, tiene mucho menos color que mis películas, a pesar de que sea una ciudad tan bella.

Yo nunca he filmado en París, no me gusta. Se nota que yo soy mediterráneo, que crecí viendo ese azul Klein que aparece en mis películas. De hecho me siento más próximo a la estética del cine italiano.

Aparte de eso que menciona (París como escenario) ¿qué más define a ese “cine francés” de las décadas de los sesentas y setentas que quizás encasilló el cine de todo un país en una estética, como por ejemplo se ha encasillado la literatura latinoamericana a partir del realismo mágico de García Márquez o del boom latinoamericano?

Sin duda cuando uno viaja hay esa tendencia, aunque el cine francés sea tan diverso. En cada país hay un referente. Si ustedes tienen a García Márquez, nosotros tenemos a Truffaut sobre nuestras espaldas y toda la Nouvelle vague, pero la manera de hacer cine ya no es una.

Pongo como ejemplos a Gaspar Noé, que a pesar de ser argentino está radicado en Francia, o Jean Pierre Jeunet que hacen películas muy fuera de ese referente, por solo nombrar dos de los muchísimos directores que hacen otro cine. Sin embargo hay algo que permanece: el cine francés ha sabido resistir al cine americano incluso hoy en día.

Es el que más se pasa en salas a nivel internacional y los franceses seguimos teniendo puestos de honor en los festivales importantes de cine. La palma de oro fue para una película francesa (‘La vida de Adele’), el Oscar de Amour también es un triunfo francés a pesar de que Haneke sea austriaco…

Después del triunfo de Amour en los Premios Oscar ¿qué cree que podría hacer ganar a Renoir y qué tanto le importa representar a su país en dichos galardones?

Me escogieron por un hecho objetivo y sencillo, la cantidad de recaudos (2.5 millones de dólares) y de tiempo en taquilla de la película en Estados Unidos. No es que Renoir sea el mejor film francés, es que escogen la que más probabilidades tenga de ganar el premio y en esa medida es muy importante escogerla en función de ese jurado americano viendo cómo se comportó precisamente en el mercado americano.

Sin duda es un honor para mí, pero cuando hago películas solo respondo por mí y por mi equipo, no por todo un país, aunque ahora entiendo mejor que no solo tengo derechos a costa de ser francés, sino también deberes como portaestandarte del cine francés.

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marzo
10 / 2021