¿Qué tan real es la tecnología que se muestra en ‘Love, Death & Robots’?
Revista Diners
La tercera temporada de Love, Death and Robots es más sangrienta, cruda y oscura que nunca. Los nueve episodios que la componen, y que son historias independientes entre sí, están relacionados de una u otra forma con la muerte.
Sin embargo, también se combinan los otros dos temas sobre los que la serie se trata y que están enunciados en el título: el amor y los robots. Solo que en esta temporada se exploran menos estas temáticas que en las dos anteriores.
Esta serie animada para adultos fue creada en 2019 para Netflix por el director estadounidense Tim Miller (Deadpool). Coproducida por David Fincher, Love, Death and Robots compila diferentes historias que son dirigidas por distintos creadores.
En esta temporada, marcada por la ciencia ficción, hay viajes a otros planetas, escenarios postapocalípticos y distópicos, invasiones zombis y mitologías trastornadas. Sin embargo, en medio de la violencia y la deseperanza que caracterizan a estas historias, no les falta un toque de humor negro e ironía.
Por supuesto, por ser una serie que trata sobre robots, otro de sus componentes es mostrar varios avances tecnológicos y escenarios futuristas en los que los aparatos extraños y gadgets tienen protagonismo.
Pero, ¿qué tanto de la tecnología que allí se muestra existe o tiene la posibilidad de existir? Aquí se lo contamos basándonos en dos de los capítulos que tratan más a profundidad este tema en la nueva temporada de Love, Death and Robots.
Animales modificados para la guerra
En el capítulo titulado Equipo mortal, un batallón del ejército estadounidense se enfrenta contra un enemigo inusual que les cuesta trabajo neutralizar: un oso enorme y peligroso, convertido en un arma letal gracias a modificaciones tecnológicas hechas por la CIA.
Esta bestia, mitad robot y mitad animal, resiste los impactos de las balas e incluso explosiones de granadas sin inmutarse.
Vista en la serie, la existencia de un arma de estas características parece improbable, pero lo cierto es que en la vida real hay casos que son comparables.
Si bien no hay osos blindados repletos de arsenales (que se sepa), los humanos sí han usado tecnología para poner animales a disposición de la guerra. Los casos más conocidos son las modificaciones genéticas en razas de perros o incluso el uso de armaduras para caballos durante la edad media.
Sin embargo, pocos saben que también los animales marinos han sido entrenados y modificados para actuar en entornos bélicos.
Los delfines militares, por ejemplo, volvieron a ser noticia hace poco en el marco de la guerra entre Rusia y Ucrania. En febrero se conoció que Rusia desplazó dos cercados de delfines en las costas de Crimea, y esto coincidió con el lanzamiento de su ofensiva militar en Ucrania.
La práctica de entrenar delfines y equiparlos con radares, explosivos y otro tipo de artefactos y armas empezó durante la década de 1960, en plena Guerra Fría. Tanto Estados Unidos como Rusia participaron en estas investigaciones entonces y parece que todavía lo hacen.
Según una nota de la AFP publicada por France 24, “el programa de mamíferos de la Armada de Estados Unidos, con sede en San Diego, probó por su parte una docena de especies de mamíferos marinos y finalmente solo retuvo dos, los leones marinos de California y los delfines mulares. Estos últimos se estrenaron durante la guerra de Vietnam para detectar nadadores de combate y en la segunda guerra del Golfo realizaron operaciones de desminado”.
Robots para el control de plagas
Un granjero descubre que hay ratas mutantes en su granero que se comportan como tribus humanas y están acabando con su provisiones. Como se da cuenta de que no se pueden exterminar con trampas comunes, acude a una empresa de control de plagas que usa alta tecnología para eliminar las especies invasoras.
Esa es la premisa de Las ratas de Mason. En este episodio, la tecnología que se usa para matar a las ratas son robots que funcionan como drones cargados de armas.
¿Es ese escenario posible? Pues desde la década de 1940 hay estudios para crear vehículos aéreos no tripulados. En 1980 se usó uno de los primeros drones cargados con misiles en la guerra entre Irak e Irán. Desde entonces, varios países han avanzado en estas tecnologías y cada vez son más comunes, baratas y de fácil acceso.
Así que es probable que en un futuro no muy lejano se empleen estos aparatos para controlar plagas.
De hecho, ya hay trampas para ratones que funcionan con sensores y disparan sprays venenosos. Por otro lado, en el campo de la agricultura también se han inventado robots para acabar con las plagas.
En España, por ejemplo, se desarrolló un vehículo que usa “un láser para eliminar las malas hierbas de los cultivos y ofrecerá así una alternativa sostenible al uso excesivo de estos productos químicos que, siendo justos, han reportado numerosos beneficios a la humanidad y garantizado la alimentación de millones de personas durante décadas”. Así lo explica un artículo de National Geographic.
De manera que lo que se muestra en la tercera temporada de Love, Death and Robots no es tan distópico y lejano como parece, pues la tecnología que ya existe es muy similar a la que aparece en la serie.