Mutualismos, una muestra que resalta el oficio artesanal y el compartir de saberes

Revista Diners
Al entrar se vislumbran unos trozos de tela deshilachada que penden del techo. Se entrelazan y crean un juego de luces y sombras en el espacio. Es Hilados y tejidos La Magdalena (2012), una instalación textil elaborada por las colombianas María Roldán y María Alejandra Torres, cuya suspensión habla de la tensión entre el pasado rural de Bogotá y su constante búsqueda de modernidad.
Esta instalación ocupa el espacio central de Mutualismos, una muestra colectiva que estará abierta hasta principios de diciembre en la fundación Plural Nodo Cultural, del barrio San Felipe, en Bogotá. Reúne a trece artistas de diversas nacionalidades, en su mayoría colombianos. A través de sus obras, la intención es resaltar el oficio artesanal como un camino hacia una vida equilibrada entre los humanos y la naturaleza.

Curada por Anna Burckhardt y Juliana Steiner, la exposición explora en diversos formatos el encuentro de la artesanía y la ecología y se inspira en prácticas que revelan el vínculo entre los oficios manuales y los territorios a los que pertenecen.
“La muestra nace de varias conversaciones con Anna, a quien conocí trabajando en el Museo de Arte Moderno de Nueva York hace ya varios años. A ambas nos interesa esta relación y también entender cómo los procesos creativos nos abren el camino hacia nuevas colaboraciones, aprendizajes, visiones y construcciones del futuro”, explica Steiner.

La Magdalena
En el caso de Hilados y tejidos La Magdalena se sintetiza la historia de la fábrica del barrio La Magdalena, en la que tejían ruanas y cobijas con lana virgen; hoy ya no es posible adquirir en la capital este tipo de material y las artistas tuvieron que ir hasta Nobsa, Boyacá, para conseguir la lana utilizada en este proyecto artístico.
En Máscara rítmica (2017-2021) del artista mexicano Ulrik López, en colaboración con las artesanas Viviana Carolina Rosero y Cecilia Caicedo, hicieron una máscara en palma de iraca; un material maleable y con el que el artista reimagina las funciones de ese objeto artesanal.

“Pero no todo es, literalmente, artesanías; utilizamos la palabra en un sentido más amplio, del cuidado en el hacer, de la transmisión de los saberes”, aclara Steiner. Como en la cocina de Plural, donde reposa Oh capitán, mi capitán. Este es un poema impreso de María Buenaventura dedicado al pez capitán, consumido antes en la sabana de Bogotá. Sin embargo, ha ido desapareciendo de la dieta de los capitalinos por la polución del río Bogotá.
Las curadoras esperan que sea el primer paso en este proceso de investigación de algo mucho más grande. “Esperamos desarrollar una exposición con más artistas, que puedan hacer más obras comisionadas. Es una temática que se puede abordar desde diversos puntos de vista y resulta fundamental en este momento coyuntural por el que atraviesa América Latina y el Caribe. Anhelamos que se convierta en un espacio de encuentro donde los artistas puedan compartir su conocimiento y aprender de la naturaleza”, finaliza Steiner.
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