El archivo cóndor: la primera novela de Nicolás Martínez
Adrián David Osorio Ramírez
Creció visitando constantemente la biblioteca de sus papás y descubriendo autores que lo marcarían de por vida. Se convirtió en abogado y la mayoría de su trayectoria profesional la dedicó al mundo de los aviones. Sin embargo, había algunas preguntas inconclusas en la vida de Nicolás Martínez. Cuando cumplió cincuenta años descubrió que la escritura era la respuesta.
“Escribir llegó a mi vida para resolver el acertijo que le faltaba a mi existencia y así poder justificar mi presencia en este mundo”, dice. Y no fue sorpresa que al decidir terminar su vida profesional y dedicarse por completo a la escritura, Martínez volviera a aquellos autores de su juventud -como Paul Kennedy, Tom Clancy y Frederick Forsyth- para inspirarse y crear nuevos relatos.
En su primera novela titulada El archivo cóndor, Nicolás Martínez deja en claro su estilo, su obsesión por los detalles y su precisión con los diálogos. El texto narra la investigación que el coronel Tomás Cruz realiza alrededor del hallazgo del cadáver de un comandante guerrillero en la selva colombiana.
Tres palabras son fundamentales: cóndor, Venezuela y secretariado. La novela se sitúa en el momento en el que se negocia el proceso de paz en La Habana, Cuba, y desenmascara un plan que puede cambiar la historia entre Colombia y la República Bolivariana.
Foto cortesía Nicolás Martínez
La acción y el suspenso son el común denominador en esta novela que mezcla la ficción con hechos reales. “La ucronía es el arte de reconstruir los hechos históricos mezclando realidad y ficción. En las complejas relaciones que han mantenido Colombia y Venezuela en los últimos años, ya no se sabe qué es lo uno ni dónde empieza lo otro. El archivo cóndor es una combinación magistral de ambas cosas. En eso consiste el talento admirable de un narrador como Nicolás Martínez”, dice el periodista Juan Gossaín.
Por su parte, el político y exministro de Defensa, Juan Carlos Esguerra, describe el texto como “una mirada distinta e interesante de nuestra actualidad desde la perspectiva de una novela en la que confluyen acción, conspiración e intriga”.
Nicolás Martínez habló con Diners sobre su ópera prima, el proceso de investigación que realizó y sus siguientes historias.
Empecemos hablando de esa vida profesional previa a la escritura…
Soy abogado de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Soy samario, aunque desde los 13 años vivo en Bogotá. Trabajé mucho tiempo en la parte de mantenimiento aeronáutico. Terminé mi vida profesional en el sector de la comercialización de alimentos, por lo que tuve la oportunidad de viajar a distintos países y vivir en Uruguay y Ecuador.
Regresé a Bogotá en el 2013 y fue entonces cuando surgió esa inquietud literaria. El bicho de la escritura me picó muy cerca de los cincuenta años y ya tengo 56.
Pero siempre estuvo muy cerca de la lectura…
Sí, he sido un lector empedernido. Desde pequeño mi padre y mi madre me inculcaron el hábito de la lectura, pues tenían una biblioteca muy grande. Siempre estuve muy enfocado en cierto tipo de literatura, en específico la de historia militar, un poco por la influencia de mi padre, que es aviador.
Soy fan de Tom Clancy, de Fen Follet y de John le Carré, quienes mantienen ese tipo de novela en la que hay elementos de espionaje, conspiración o conflicto. Uno siempre termina escribiendo sobre lo que le gusta leer y de alguna manera eso definió la temática sobre la cual debía moverse lo que yo escribiría.
¿Hubo algún suceso específico que lo motivó a lanzarse como escritor?
Usualmente escribía artículos de opinión que compartía con mis amigos, pero algún día mi esposa me hizo caer en la cuenta de que los artículos de opinión son efímeros, duran las 48 horas que dura su relación con la coyuntura. Luego de pensarlo, decidí arriesgarme a escribir una novela.
¿Cuáles fueron esas primeras decisiones literarias que tomó?
Lo primero que hice fue definir que quería trabajar en una ficción y luego definir la temática. Un buen día estaba leyendo las noticias del proceso de paz en La Habana y escuché la entrevista de alguien hablando sobre la relación que existía entre Venezuela y la guerrilla colombiana y todo lo que se estaba desarrollando en Cuba.
En ese momento surgió la inspiración. Me tomó un par de meses hacer un bosquejo de lo que debería ser la novela y ya luego arranqué a investigar y a dar las primeras pinceladas. Eso fue en el año 2015.
En el libro usted mezcla hechos reales con ficción ¿cómo fue el proceso de investigación para lograr esta ucronía?
Cuando escribí los primeros capítulos utilicé personajes reales, pero me di cuenta que eso podría arriesgar o comprometer la trama que se desarrollaba y limitar a los personajes.
Decidí cambiar los nombres de los personajes, volverlos ficticios, pero caracterizarlos de tal forma que el lector pudiera llegar a la deducción de qué personaje refleja en la realidad.
En el libro los diálogos son fundamentales. ¿Cómo fue ese proceso de escritura?
Sí. Los diálogos permiten ambientar mejor las escenas y comienzan a desarrollar la trama. Además, permiten al lector imaginar cosas. Y por eso me dediqué a la descripción tanto en las partes dialogadas como en las que no. Quiero que el lector sienta que está acompañando al personaje, caminando a su lado y viendo lo que está sucediendo.
Es una obsesión que tengo porque el lector se meta en la escena. Pero eso necesita un equilibrio, para que no se vuelva tan descriptiva la novela.
Foto cortesía Nicolás Martínez
¿Se conecta en algún sentido la narración del libro con la actualidad del país?
Las novelas cuentan una historia y es el lector el que deberá definir cómo la interpreta. Desde mi punto de vista como escritor, tomé elementos que fueran conspirativos. No digo que sea premonitorio, pero muchos elementos que yo preví para darle tensión narrativa a la novela se han ido dando de una u otra forma en la realidad. Lo cual, en mi opinión, la hace muy actual.
Hay una frase en los primeros capítulos sobre la cual me gustaría preguntarle: “La empresa criminal solo cambia de administrador”…
Una de las grandes tragedias que vive este país, en mi opinión, es que el narcotráfico de alguna manera muta sus protagonistas. Pasa de Pablo Escobar al cartel de Cali, a las guerillas y después a las bandas criminales.
Eso lo único que nos demuestra es que mientras no le demos un enfoque distinto al tema, que creo que debe ser global, y mientras el elemento económico del narcotráfico nutra de millones de dólares a sus protagonistas, el nivel de violencia se va a mantener. Y mientras capturan a uno habrá otro que lo reemplace.
Además de El Archivo Cóndor, ya publicó su segunda novela titulada Antidote. ¿De qué trata?
Se desarrolla en la Segunda Guerra Mundial. Todo nació a raíz de un programa de National Geographic acerca del proyecto nuclear alemán. Cuando la Segunda Guerra Mundial comenzó, la Alemania nazi le llevaba al menos dos años de ventaja en el proyecto nuclear a Estados Unidos. Pero una serie de elementos confluyeron para que esa ventaja se perdiera, uno de ellos, que el código enigma fue descifrado por los aliados.
Eso hizo que se diesen unos puntos de quiebre en ese periodo de tiempo que le permitió a los aliados ganar la guerra. Esos puntos de quiebre fueron los que me inspiraron. Es una trama de conspiración y espionaje en la que le doy un final distinto a la guerra.
Y ahora está trabajando en una nueva saga…
Sí, ya está en edición mi tercera novela, que se llama Storm, que se desarrolla en unos cinco años en el futuro, en una Europa complicada por el brexit, en la que la migración y el terrorismo tienen fuertes efectos. Adicionalmente está la relación inestable de Rusia y el resto del continente. Es una trama muy actual en la que también hay conspiración, espionaje y situaciones de guerra. Ahora estoy trabajando en la continuación de Storm.
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