“Es hora de cambiar el patrón”: Felipe Arturo

Este artista bogotano reflexiona con su obra acerca de los patrones gráficos e históricos que crean las empresas de extracción, específicamente la del caucho en el Amazonas del siglo XIX y principios del XX.
 
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Claudia Arias

Un tablero imaginario basado en un juego de monedas y borradores es lo que construye la obra de Felipe Arturo, o al menos la parte superior de la misma, su tablero. Se trata del rastro de ese juego, la huella del patrón gráfico, y se exhibe en el Museo de Antioquia, como parte del 43 Salón (inter) Nacional de Artistas (43SNA); son monedas y borradores, ensamblados para generar formas.

A la vista de un niño (y a la de un adulto), el tablero es una suerte de juego en blanco y negro, con casillas cuadradas y redondas, y aunque uno no sabría muy bien qué podría jugar en esta mesa de siete metros de largo, por 40 centímetros de ancho, invita. Pero la inspiración de este proyecto, denominado por Arturo “La historia colonial del caucho”, desarrollado desde hace seis años, y que había dado por terminado hasta ser invitado a participar con él en el 43SNA, no es nada inocente; además la cuidada estética de la obra detiene cualquier deseo de posar, siquiera, un dedo sobre ella.

El caucho que se fue no era un juego

A lo largo del juego de Arturo, las monedas pueden ir raspando la pintura y los borradores ir borrando el grafito, dejando un rastro del juego de borrar, raspar, desgastar… Pero, dice el artista, “el proyecto alude a la relación de las materias primas, en este caso borradores y dinero y, como en muchas economías se extrae una materia prima para ser explotada para ganar dinero, hay un proceso de erosión: se erosiona el territorio, se desgastan los materiales, pero en la vida real el dinero no se desgasta, el capital se maneja de manera abstracta, entonces nunca se desgasta; pero aquí, al tener un valor material, las monedas en ese proceso de raspar, también se desgastan, lo cual permite una pequeña transformación simbólica en el juego”, explica.

De manera que la obra de Felipe Arturo, sabe del valor del dinero en la sociedad contemporánea, pero al mismo tiempo lo desconoce, en ese juego de Saber / Desconocer que propone el 43SNA. De hecho, cuando concibió la mesa que está exhibida ahora, pensó en que fuera realmente larga, “casi como llevarla al absurdo, casi como que a uno no le cabe”, anota.

Ya recabando un poco en la inspiración, el proyecto tiene que ver con una serie de viajes que el artista ha realizado a distintas ciudades del Amazonas, para conocer sobre su proceso de colonización y desarrollo de poblaciones que fueron fundadas con dineros del caucho hace dos siglos, pero que debieron reinventarse, pues para la década de 1920, la explotación exagerada y la producción de caucho en Asia, menguó la industria hasta llevarla prácticamente a cero. Así que lo que hoy ha encontrado Arturo en ciudades como Iquitos en Perú –que de pronto quedaron sin rumbo–, son historias caucheras que parecen más bien leyendas.

No obstante, algunas casas todavía en pie, muestran vestigios de esa época, pues las mansiones caucheras fueron enchapadas en azulejos portugueses, porque los barcos de caucho se iban llenos y no podían volver vacíos, así que regresaban cargados con estos y otros materiales de construcción, ropa, comida y otros insumos. “Así que uno llega a una ciudad muy aislada, muy recóndita aún hoy, y aparecen estas casas enchapadas de azulejos portugueses, en los que es posible ver el desgaste del tiempo; y aunque ya la gente ni habla del caucho, estas casas que siguen allí, fueron producto de esta industria que acabó e hizo que las ciudades debieran reinventarse en términos económicos”.

Entonces, buscando las historias del caucho, Felipe solo logró encontrarlas a través de esas texturas, de esos patrones gráficos que constituyen los azulejos portugueses y su desgaste, que son la huella de algo que “sabemos” que pasó, pero que hoy muchos –empezando por los mismos habitantes de la región–, “desconocemos”. Así que la construcción de su juego imaginario, del tablero con otros patrones gráficos, pero patrones gráficos al fin y al cabo, habla de esos procesos de colonización que llevan, entre muchas otras cosas, un diseño, que al mismo tiempo los seres humanos vamos deshaciendo o cambiando, creando otro patrón.

La reflexión de este arquitecto es bien contemporánea, pues recuerda que no solo hablamos de patrón gráfico, sino de patrón histórico, y aunque el tiempo del caucho ya pasó, hoy tenemos fenómenos como la minería que nos cuestionan mucho como pueblo. “Ha cambiado la materialidad, pero el patrón histórico sigue ahí; ya es hora de cambiar el patrón”, concluye.

         

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septiembre
26 / 2013