Cuatro exposiciones nuevas para visitar en el MAMM

Revista Diners
Medellín pasa por uno de sus mejores artísticos. Arte urbano, moda, música, festivales y galerías han llenado la ciudad en los últimos años, como hace mucho no ocurría. El 17 de julio, El Museo de Arte Moderno de Medellín inaugura cuatro exposiciones que vale la pena visitar. Tres artistas nacionales y un artista internacional convergen con cuatro propuestas artísticas muy distintas entre sí. Pero todas conquistan alguno de los sentidos que nos acercan al mundo: la vista, el sonido o el tacto.
1. Espacio y luz
Dan Flavin, pionero del minimalismo llega por primera vez a Colombia, con Espacio y Luz, una exhibición que contiene 14 piezas en donde la luz fluorescente es protagonista.
Su estilo, en palabras del norteamericano, corresponde a “decisiones de combinar tradiciones de la pintura y escultura en la arquitectura con actos de luz eléctrica definiendo el espacio”. El resultado es una experiencia fenomenológica en la que la obra debe ser encontrada, más que simplemente vista, por los espectadores.
Como pionero del minimalismo, Flavin buscó expandir su práctica más allá de los confines de la pintura y la escultura. Se alejó del expresionismo abstracto que precedieron a los minimalistas y adoptó un vocabulario formal simplificado que hacía énfasis en la serialidad y reducía los artificios formales.
2. Geometrías fragmentadas
Iván Hurtado utiliza la geometría para abordar la historia, la memoria y el territorio en un mismo espacio. Geometrías fragmentadas es una estructura escultórica a caballo en la que el artista antioqueño pone reflexionar sobre su natal Medellín, el presente de la ciudad y su historia.
La escultura aprovecha las características de la geometría fractal que permite la rotación de una figura orgánica o simple para crear una geometría compleja y fragmentada que multiplica el espacio de la terraza y genera espacios para ver y para estar. Geometrías fragmentadas se emplaza y dialoga con la arquitectura del museo para crear y potenciar sus lugares de encuentro, habitación, observación y pensamiento, y para propiciar nuevas miradas sobre la realidad.
3. Proposiciones crepusculares
Pablo Mora, uno de los artistas más queridos de Medellín y del MAMM, vuelve con una instalación cargada de ensambles e intervenciones: una serie de estructuras verticales hechas con archivadores parecidas a tótems que superan la escala humana. Cada pieza está recubierta con pieles metálicas de los objetos originales. Mora propone una nueva suerte de íconos o símbolos sociales definidos a partir de la relación entre el desgaste externo y el vacío estructural interno que les constituye.
La instalación también tiene lugar para las imágenes en movimiento. Con escenas de uno de los lugares más degradados en términos urbanísticos y humanos de Medellín, esta obra – soportada en la imagen en movimiento- recoge la condición decadente de las ruinas que arroja una contemporaneidad sin gloria.
En ese diálogo generado entre lo objetual-estático y lo inmaterial-móvil, en Proposiciones Crepusculares el artista plantea una invitación a reflexionar sobre ese momento de “apagamiento de las luces” de nuestra cultura, condición liminal que puede conducir tanto hacia la oscuridad como hacia la luz.
4. Jardín del Edén
Este proyecto parte de la historia bíblica desde donde la artista bogotana Beatriz Eugenia Díaz se pregunta: ¿De dónde viene Jardín del Edén? “Pienso en el Génesis como el relato que puso a los humanos por encima de la naturaleza. No es Dios quien creó al mundo, fue la cabeza de un hombre quien creó ese relato que se ha repetido de generación en generación”.
Para la creación de esta instalación, Díaz viajó al lugar donde transcurrió su infancia. Allí capturó muestras del paisaje sonoro, que luego modificó haciendo síntesis de audio hasta componer los dos lados del disco.
Los visitantes a esta exposición en el MAMM podrán escuchar el lado A amplificado en un sistema tradicional de tocadiscos en dos altavoces, y el B, en un sistema de cinco altavoces ocultos. El primero contiene una atmósfera de sonidos mezclada con la interpretación al piano que la artista ha hecho del Preludio en Do Mayor de J. S. Bach.
Además del retrato sonoro que hizo Díaz, la artista ajustó la instalación a la idea del jardín con un tapiz de grama artificial. Es una exposición para dejarse llevar por los sonidos.