¿El arte contemporáneo es un fraude?
Daniel Zamora
Marcel Duchamp formó un alboroto. En 1917 llevó a una muestra de arte organizada por la Sociedad de Artistas Independientes de Nueva York, su proyecto: La Fuente, un inodoro firmado con el nombre R. Mutt. Su objetivo, aunque haya decenas de interpretaciones, fue realizar una crítica que demostrara que cualquier objeto podría ser arte si el artista lo consideraba así.
L.L.O.O.Q. Marcel Duchamp, 1919.
Rechazaron su propuesta y la obra original se perdió, de ella solo quedó una foto, pero fue suficiente para que el mismo artista mandara a fabricar algunos orinales por encargo para que fueran expuestos en algunos museos. Esta forma de ver el arte tuvo más alcance cuando otros artistas, como Joseph Beuys y Andy Warhol desarrollaron ideas similares.
Desde entonces, el readymade –el uso de objetos cotidianos que no se consideraban piezas de arte– ha encontrado cada vez más eco entre los artistas contemporáneos, como uno de sus principales vehículos en propuestas creativas. Para algunos esto se salió de control.
Avelina Lésper. Foto: cortesía Avelina Lésper.
Antonio García Villarán, doctor en Bellas Artes y youtuber español especializado en arte, critica propuestas como la del vaso medio lleno de Wilfredo Prieto, que en el marco de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid propuso exhibir un vaso de vidrio común y corriente, con agua hasta la mitad, sobre una repisa. Esa obra se avaluó en 20 mil euros.
Diners conversó con Avelina Lésper, literata, historiadora de arte y crítica mexicana de arte que en 2015 publicó El fraude del arte contemporáneo, libro en el que detalla por qué, desde su visión, todas las propuestas enmarcadas en lo que ella denomina arte VIP (Video, Instalación y Performance), carecen de propuesta creativa y resultan, más bien, el producto de un mercado que avala cualquier objeto como arte y constituyen el fraude del arte contemporáneo. Seleccionamos seis temas y contrastamos su postura con la opinión de artistas, curadores, galeristas y personas que forman parte del mundo del arte nacional.
El arte contemporáneo permite, como ningún otro género, una oportunidad excepcional para el curador: que sus ideas sean más importantes que el artista, la obra misma y, por consiguiente, que el arte
AVELINA LÉSPER
Por ejemplo, la Bienal de Venecia es de curadores, no de artistas; el curador decide el tema, qué se va a hacer y con base en eso se lleva a los artistas que él cree pueden sustentar su tesis. En el caso de México, Cuauhtémoc Medina, curador del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), presentó a Teresa Margolles, una artista mexicana, para que regara sangre en el piso con unas joyas que ella decía estaban hechas con los vidrios de los coches de unos narcotraficantes, ¡puras fantasías!, cosas que no se pueden comprobar, especulaciones, y él como curador responsable, trató tal presentación como arte. El artista ya no importa en esta transacción del arte contemporáneo, es irrelevante porque no hay nada particular en las obras, ya que si pueden ser cualquier objeto, pues también cualquier persona puede hacerlas.
MARÍA WILLS
CURADORA E INVESTIGADORA DE ARTE
La curaduría es un arma de doble filo, y como todo en el arte, lleva mucho ego, aunque no necesariamente negativo: puede ser bueno porque es la base de la creación para el artista. La labor curatorial puede ser perversa si no hay contacto con el artista. Lo negativo son las generalizaciones, hay curaduría positiva y muchísimos museos optan por no poner el nombre del curador, que se mantiene en el anonimato, y cuando hay una investigación o un texto realizado también es bueno reconocer que hay un autor detrás de estas ideas; sin embargo, en algunos casos ha habido exceso de protagonismo de la figura del curador. Este oficio surgió para apoyar al artista, porque hay ideas muy abstractas que parten de pensamientos y filosofías muy complejas, y para mí la tarea es aterrizar eso para un público más amplio. Un curador no tiene que ser otro teorizador. Estoy en contra del estrellato por encima del artista, estoy a favor del curador que quiere discutir, cuestionar discursos y acercar al artista.
En 2010, Marina Abramovic realizó una performance en el MoMA que consistió en sentarse en una silla durante ocho horas diarias por tres meses, mientras los asistentes hacían fila y pasaban uno por uno, para sentarse frente a ella durante unos segundos. Foto: Andrew H. Walker/ Getty images North America/ Afp.
El arte contemporáneo es el sueño del marketing
A.L.: Es facilísimo vender arte contemporáneo, incluso, nunca antes en la historia del arte hubo tantos artistas. Fui a una feria de arte en Medellín y una de las grandes obras era un cuarto lleno de bolsas de plástico vacías. Vas a una feria de arte y te puedes encontrar desde periódicos arrugados, tapetes para limpiarse los pies, platos rotos, cajas de computadoras, cualquier cantidad de basura, y todo está en venta, ¡de verdad, es el sueño del marketing! Jamás los economistas se imaginaron un sistema de mercado en el que iban a ser capaces de vender, con gran valor y en contra de la oferta y la demanda, objetos que estaban a punto de ser desechados o que carecían por completo del valor representativo que tienen en el precio.
GLORIA SALDARRIAGA
EXGALERISTA
Una vez vendí una obra que consistía en ser el manual de instrucciones para hacer la obra de arte, esa era la apuesta, una de todas las manifestaciones artísticas del arte contemporáneo. Es normal que en este momento haya más artistas porque también hay más escuelas, hay más ferias de arte, todos estos eventos crean el escenario para que más gente sea artista, eso es maravilloso. Hay más y no porque el arte contemporáneo sea más fácil o permita que haya más artistas, sino porque hay un trabajo más académico y se estudia para eso. La imagen del artista bohemio, clásico, ha cambiado. El arte contemporáneo no es un engaño. Quienes apreciamos el arte no somos ignorantes en el tema y no nos dejamos embelesar por el discurso del artista; se sabe si es engaño o si tiene profundidad el discurso; muchas obras se compran por este último o por la forma estética, por su reflexión o porque le interesa al comprador que se valorice para revenderla.
Damien Hirst no es un verdadero artista
Jeff Koons. Ballon Monkey Wall Rie. (2011). De la obra de Koons, Avelina Lésper ha escrito que el artista estadounidense desarrolla una “parodia de la banalidad”. Foto: cortesía Damien Hirts/ Prudence Cuming Associates, Victor Mara Ltd, art work. Jeff Konns.
A.L.: En la pasada Bienal de Venecia, el esperpento de obra de Damien Hirst, que todos calculaban que se iba a vender, no se vendió; sus pinturas de puntos, que él ya ha aceptado que las manda a hacer, no se vendieron, y eso hablando de las obras caras, las más baratas también se están depreciando. Hay una peculiaridad que está ocurriendo con el arte contemporáneo, y es que si compras una obra, cuando la quieres revender, no puedes hacerlo en el precio en el cual la compraste.
Hirst es un producto del marketing y de la arbitrariedad de un estilo, el arte contemporáneo VIP, que hace de la mediocridad y la egolatría sus formas más elevadas de manifestación, y Hirst es un ejemplo de eso, como los miles de artistas, cotizados o no, que se dedican a la arte VIP.
EMILIANO VALDÉS
CURADOR DEL MUSEO DE ARTE MODERNO DE MEDELLÍN
El trabajo de Hirst es una provocación, algo que es posible solo en el modelo de producción del arte contemporáneo, en el que la autorreferencialidad y el cuestionamiento de los mismos valores que soportan al arte son posibles; de alguna manera, su ataque es una validación de la estrategia de Hirst. A mí tampoco me gustan las pinturas de puntos de Hirst, pero por motivos muy distintos a los de Lésper. Hoy el aspecto técnico, el “saber hacer las cosas” tiene más que ver con modelos de producción que con las técnicas artísticas. No es importante saber pintar bien, es importante que la técnica y los contenidos de la obra sean coherentes, que funcionen dentro de un marco conceptual que ubica el trabajo en una tradición artística que ha superado la primacía de la técnica (hace mucho) y que, más bien, plantea asuntos que son relevantes para el mundo y también para el arte hoy.
La figura del genio en el arte la destruyó el arte contemporáneo
A.L.: Han dicho que ya no existe esa figura, que el genio no es necesario, que el arte es un acontecimiento distinto, porque es parte del desprecio que tienen por la inteligencia, y al hacerlo, desprecian cualquier grado de dificultad en la obra; que Duchamp le haya puesto bigotes a la Mona Lisa es un acto de vandalismo que puede cometer cualquier persona, que no tiene ningún grado intelectual, es un acto de destrucción y burla.
SYLVIA SUÁREZ
HISTORIADORA DEL ARTE Y CURADORA INDEPENDIENTE
La idea del genio no la destruye el arte contemporáneo, aunque sí la desplaza de su lugar colindante con el virtuosismo asociado a la representación pictórica y escultórica figurativas. La desjerarquización de medios y géneros que está en la base de las prácticas del arte contemporáneo obedece a las transformaciones profundas de la vida cotidiana y del lugar de las imágenes en ella, más que a la intención de sabotear la idea del genio artístico; sin duda, existen obras que cuestionan con ironía la sacralización del arte y del artista que está en la base de la “genialidad”, y estas son muy necesarias para cuestionar la forma en que se construye socialmente el valor cultural en nuestras sociedades.
El arte contemporáneo necesita las paredes del museo para existir
A.L.: No existiría sin museo. Todas las piezas de arte contemporáneo puedes sacarlas del museo y tirarlas a la basura porque están hechas, en su gran mayoría, para la exposición, afuera no funcionan, como el cuarto que mencioné en Medellín lleno de bolsas de plástico, es más, si le quitas el cartel que dice: “Esto es una obra de arte, no la toques”, ahí mismo, sin esa protección elemental, se convierte en basura y la gente la comienza a tocar, a dañar.
La obra PLay-Doh, de Jeff Koons, fue una de las primeras que se exhibieron en la galería de Damien Hirts. Foto cortesía Damien Hirts/ Prudence Cuming Associates, Victor Mara Ltd, art work. Jeff Konns.
EDUARDO SERRANO,
CURADOR DE ARTE
El arte contemporáneo, si no está en el museo, está en la casa de los coleccionistas y sigue siendo arte, pero Avelina tiene razón en cuanto a que ha habido un abuso, que cualquier cosa se considera arte, y eso no es así, tiene que haber una crítica. Es tan subjetivo el arte que depende completamente de quien lo reciba; si tú estás dado a pensar el arte como una obra bella, sensible, que te afecta a los ojos, que te mueve, te toca la piel y te emociona, estás del lado del arte tradicional; si crees que el arte te lleva a pensar sobre algún aspecto de la vida, estás en el otro lado. Avelina pone una cosa contra la otra, y no creo que sea así, las dos se nutren. Desde Duchamp y luego Beuys y Warhol, trataron de hacer entender que el arte era la vida, el mundo, puede ser todo, lo que pasa es que el mercado es muy fuerte e involucró sus obras en él. La muestra en la que tengo que escuchar peroratas que me expliquen por qué el vaso medio lleno es arte, me aburre soberanamente, pero tampoco para decir que no puede ser arte, porque tengo que enterarme del argumento que lo llevó al museo.
Otra de las obras de Abramovic fue Bed for Human Use, en la que le proponía al público acostarse en la cama, ponerse unos audífonos, cerrar los ojos y aislarse del entorno por tiempo ilimitado. Foto: Marius Becket/ Dpa/ Dpa Picture-Alliance.
El arte contemporáneo es una estética vacía envuelta en grandes intenciones
A.L.: Que, por ejemplo, Marina Abramovic´ haya llenado el MoMA estando sentada en una silla, eso es estética vacía. ¿De qué se llenan la realidad y el mundo? De las ideas que generamos los seres humanos, le damos significado y sentido a la realidad, una parte por imposición, que no podemos controlar, y otra que inventamos, con esas dos partes generamos el mundo, entonces te encuentras con una serie de objetos que carecen de esa potencia y sustento, y que ni siquiera tienen la capacidad de generar belleza; ahora, lo que está sucediendo es que hay muy buenos pintores, dibujantes, hay gente haciendo muy buena obra gráfica, escultura, y no los nombran como artistas contemporáneos porque dicen que es arte tradicional y que no tiene nada que ver con la estética de la basura.
JORGE JULIÁN ARISTIZÁBAL
ARTISTA
El arte contemporáneo es imposible de definir como bueno o malo. Funciona como un gran abanico donde se amparan obras maestras, obras de regular calidad y muchísimas no tan buenas. En la era posmoderna los artistas comenzaron a borrar los límites que definían qué era el arte contemporáneo y debido a esto surgen propuestas que se amparan en otras disciplinas para expresar ideas, por lo cual vemos cambios contundentes en el discurso artístico. Como resultado de ese gran cambio, muchos artistas están actuando y creando obras más cercanas al activismo político o social que a la misma práctica artística, y como resultado de esto podemos ver obras un poco frías y distantes, que a veces dan la impresión de estar agonizando o ser carentes de alma; probablemente este es el tipo de arte que Lésper ataca tan ferozmente.