El reto de editar en la era digital

¿Cuáles son los grandes desafíos de editar en la era digital? Existen diferencias sustanciales que se las contaremos a continuación.
 
El reto de editar en la era digital
Foto: J. Kelly Brito on Unsplash
POR: 
Pilar Reyes

Nunca como en los últimos años la edición ha ocupado tanto espacio en la prensa y en la conversación pública. Llevo veinte años trabajando en esta industria y jamás he sido tantas veces interrogada sobre el futuro de mi oficio. Si en lo esencial el quehacer del editor no ha variado, ¿qué es entonces lo que parece estar cambiando tan drásticamente en el reto de editar en la era digital?

Hoy se mezclan dos situaciones de naturaleza muy distinta, pero muy complejas ambas: por un lado, la aparición de nuevas tecnologías, que han revolucionado la forma como se transmitía la información en nuestra cultura y, por otro, el cambio en la cadena de valor y funcionamiento de la industria, hasta el punto de poner en peligro su supervivencia.

Editar en la era digital, ¿un trabajo sencillo?

En el pasado, el catálogo era la fuente más segura y rentable de la operación: un puñado de títulos que se vendían año tras año y que los lectores seguían buscando aseguraban la fortaleza económica de un editor.

Lo importante no era vender muchos ejemplares de un libro a su salida, sino lograr que permaneciera en el tiempo. La aparición del best seller hizo pensar a los editores que era posible aspirar a grandes cifras.

El libro de gran venta ya no podía asumirse como un golpe de suerte, sino que su consecución debía ser parte integral del negocio. Los anticipos pagados a los autores se hicieron cada vez más altos y poco relacionados con lo que se podía recuperar. La relación entre el autor y el editor se fundó en la premisa de que el mejor editor era quien pagara más, pues esto significaba que su compromiso con el libro sería mayor.

El nacimiento de los best seller

No quiero demeritar el hecho de que editar en la era digital aspirara a contar con grandes éxitos. Es innegable que no puede ser más que ventajoso que el libro conquiste nuevos públicos y que su poder de influencia sea profundo y expansivo.

Solo quiero hacer notar cómo la industria del libro “digirió” el fenómeno del best seller en detrimento de algunas de sus mejores prácticas. Construimos una industria centrada en la novedad, tiranizada por la búsqueda del libro de éxito, concentrada en pocos editores con muchos puntos de venta, atomizada en la geografía, con ganancias cada vez más pequeñas.

Esto lleva a una industria cada vez más riesgosa e impaciente. Esta es la misma que ahora debe asumir el cambio tecnológico y la aparición de nuevos y disímiles actores en el campo de juego:

Desde grandes monstruos como Amazon, hasta pequeñas comunidades de escritores aficionados que son capaces de producir fenómenos de venta planetarios (me refiero a FanFiction.net, la web en la que E. L. James escribió Cincuenta sombras de Grey).

Las reglas del juego han cambiado

Hasta el momento conocíamos una industria en la que el poder del editor lo constituía su capacidad para distribuir, por eso, los jugadores no eran muchos.

La industria que hoy se dibuja es justo la contraria: pocos puntos de venta, en los que la tecnología dará el poder, y diversos proveedores de contenidos, empezando por los propios autores a través de sistemas de autoedición.

Amazon, Apple y Barnes & Noble concentran el 90 % de las ventas de ebooks en Estados Unidos, que equivalen al 20 % de la cuota del mercado; en España, los dos primeros suponen el 70 % de la venta de libros digitales, que aunque no supera el 3 % del total del mercado, ha crecido de manera importante en los últimos dos años.

Son muchas las ventajas que el ebook supone para el lector: la posibilidad de una compra en caliente, el clic como respuesta a un impulso; el fondo de catálogo está disponible permanentemente y los libros se consiguen en todos los territorios.

También son varias las oportunidades generadas para el editor: ahorro de costes de producción, de almacenamiento y logística, y de inventarios obsoletos. La otra cara de la moneda muestra riesgos importantes para la industria:

Los márgenes de beneficio aún no están claros en el mundo digital, pues aunque hay ahorros evidentes, se vende en general a la mitad o menos del precio del libro en papel. Esto supone la obligación de vender más unidades para generar el mismo beneficio, y ese incremento, por lo menos en el futuro inmediato, no parece posible.

Editar en la era digital, ¿el trabajo que cualquiera puede hacer?

Por un lado, porque la forma en que leemos también se está transformando (cada vez es más fragmentaria, corta, acumulativa, mixta entre texto e imagen, es decir, todo lo que no es la lectura literaria) y por otro, debido a la piratería, una práctica cada vez más extendida en toda nuestra región idiomática.

Tenemos el privilegio de asistir activamente a una revolución cultural y eso es estimulante. No creo, sin embargo, en las visiones apocalípticas que declaran la muerte del libro y del editor.

Sí creo que nos encontramos frente a unos hábitos de lectura y de consumo en evolución, que obligan a que el editor se transforme también para seguir siendo sensible a las necesidades de los autores y a los intereses de los lectores.

La inmensa cantidad de opciones a las que el lector digital tendrá acceso pondrá a prueba su capacidad de distinguir calidad, pero también la figura del editor como filtro, cobrará aún mayor relevancia.

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El reto de editar en la era digital se publicó originalmente en Revista Diners de septiembre de 2013

         

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abril
27 / 2021