Louis Vuitton: el arte de viajar con estilo

Gabriela Sáenz Laverde
El antiguo edificio de la bolsa estadounidense, en el bajo Manhattan, construido en 1921, ha estado vacío desde 2008. Su arquitectura, importante exponente del art déco, recuerda una época dorada de la vida del “sueño americano” en la Gran Manzana. Quizá por eso es el escenario natural para la exposición Volez, Voguez, Voyagez (Vuele, navegue, viaje), de Louis Vuitton, que estará abierta al público hasta enero de 2018.
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Louis Vuitton joven, por Yan Pei-Ming
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Actrices como Alicia Vikander, Jennifer Connelly y Michelle Williams, quienes han lucido las creaciones de la casa de moda francesa en la alfombra roja, además de personalidades del mundo de la moda como Grace Coddington, se dieron cita en el edificio para dar un repaso a la historia del siglo XX de la mano de quien, con sus innovaciones en equipaje, se convirtió en un motor de progreso y modernidad.
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Los baúles de Vuitton han sido fieles acompañantes de exploradores y creadores, desde André Citroën quien atravesó el Sahara en carro entre 1924 y 1925, hasta el diseñador Christian Dior quien llevaba sus muestras en una maleta modelo Ajaccio.
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La exposición comienza con un gran retrato del joven Louis elaborado por el artista Yan Pei-Ming, que da la bienvenida como el patriarca que recibe a los visitantes a sus dominios. Sus herramientas de madera están en la sala inicial, así como los primeros baúles. Una de las grandes innovaciones de Vuitton, en el cambio de siglo, fue hacer planas las tapas de sus baúles, esto permitió que fuera más práctico llevarlos en los recién estrenados automóviles. A su vez, las casas automotrices crearon un espacio especial en sus nuevos modelos para ellos.
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Desde ahí, el recorrido lleva al espectador de la mano por la historia de los viajes y la aventura: los grandes buques trasatlánticos que exigían un equipaje de cinco a seis baúles para las pasajeras, por ejemplo, trajeron consigo la invención de la “Steamer bag”, originalmente creada para la ropa sucia; la aviación, con sus biplanos, vio nacer las maletas de lona que eventualmente se convertirían en las famosísimas “Speedy”; algo similar sucedió con los ferrocarriles, que dieron origen a las “bolsas de médico” Gladstone, y, por supuesto, con los automóviles.
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La exhibición dedica una parte importante a resaltar el “genio soñador” de Gaston Louis, nieto del fundador de la fábrica, quien, como cuenta Olivier Saillard, curador de la muestra, “es un personaje único que podría haber salido de una novela”, quiso ser escritor y dedicó gran parte de su creatividad a inventar baúles especiales para los amantes de la literatura. No es de extrañar que personajes como Ernest Hemingway o Françoise Sagan hayan sido asiduos usuarios. “La escritura en sí misma es muy importante para Louis Vuitton, desde el monograma hasta las inscripciones a mano en ciertos baúles”, cuenta Saillard.
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Antes de pasar a la moda de las pasarelas, donde Vuitton ha estado presente con diseñadores como Marc Jacobs y Nicolas Ghesquière, Volez, Voguez, Voyagez hace un paneo por la importante presencia que ha tenido en el mundo de las artes, desde los baúles creados especialmente para transportar lienzos hasta estuches de violines e instrumentos de viento.
Hollywood, viejo y nuevo
En el mundo del cine, la presencia de Vuitton llegó de la mano de los grandes vestuaristas y maquilladores: los baúles diseñados especialmente para esconder en su interior un pequeño tocador, un mundo de cepillos y maquillaje, son sorprendentes.
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Más sorprendente es, sin embargo, que una marca de lujo tan antigua –superada únicamente por Hermès, de 1837–, solo haya incursionado en el diseño de ropa en los años noventa. En 1997 nombró director artístico a Marc Jacobs, quien creó la primera línea prêt-à-porter. La exposición cierra con las piezas más importantes de estas colecciones y las creaciones que las estrellas de Hollywood han usado en la alfombra roja de las grandes premiaciones y eventos, como el vestido metálico que lució Taylor Swift en la gala del Met de 2016. La joya de la corona, por supuesto, es el traje amarillo que usó Alicia Vikander en los premios Óscar de 2016, cuando recibió el galardón a la mejor actriz de reparto por su papel en La chica danesa.
Volez, Voguez, Voyagez nació en el Grand Palais de París y antes de llegar al Nuevo Mundo estuvo en Tokio, Seúl y Hong Kong. Es una visita obligada para amantes de la moda, pero también para quienes saben que los objetos son, ante todo, testigos de la historia.