¿Qué hay para ver en Fotográfica 2015?
Jaime Pérez-Seoane
Nada es más valioso que el tiempo, cruel elemento que corre, inexorable, en contra de nuestros sueños y ambiciones, y que nos recuerda cuánto hemos envejecido y cuántas cosas hemos dejado en el camino. “Perder el tiempo” es la forma coloquial de referirse a su desaprovechamiento, de reconocer la mala gestión de un bien irrecuperable. Pero esta expresión se usa, a menudo, de forma equivocada. ¿Es pisar el freno y hacer un alto en el camino una pérdida de tiempo? No, al menos no necesariamente.
La fotografía tiene mucho que ver con eso de bajarse un momento del tren de la vida, de dejar un rato de vivirla y dedicarse a contemplarla. Esa es su esencia; por eso es un arte, uno venido a más, como el resto de géneros audiovisuales, gracias a la eclosión tecnológica. Pero su forma de vivirla ha cambiado radicalmente: Para hacer fotografía, ya no se necesita invertir en un armatoste de miles de dólares. Basta con un smartphone. Y eso basta, también, para disfrutarla.
Disfrutar de fotografías de todo tipo – geniales, decentes y terribles – desde el celular, y convertirse en fotógrafo de la noche a la mañana, es maravilloso. Sí, Instagram es una bendición; un caramelo adictivo y peligroso, pero una plataforma útil y saludable si se consume en su justa dosis. Como el buen vino.
De colgar fotografías en las redes a vivir de (y por) ello hay un trecho. Son pocos – cada vez menos – quienes se mantienen gracias a su arte, y cada vez son más escasos los fondos que las entidades y gobiernos dedican a la fotografía. Por eso, el décimo cumpleaños de Fotográfica Bogotá, la bienal internacional de fotografía de la capital, es por sí mismo un motivo de celebración.
En línea con ediciones anteriores, la bienal ha realizado un esfuerzo considerable para incluir en su elenco de invitados a fotógrafos de primera, artistas cuyo trabajo está expuesto desde el 2 de mayo y hasta el 15 de junio en los espacios más ilustres de la escena cultural bogotana. Chema Madoz (España), David Lachapelle (EEUU), Jean-Paul Bourdier (Francia) y Paolo Ventura (Italia) son algunos de los invitados extranjeros de renombre que comparten espacio con fotógrafos colombianos, muchos veteranos, y unos cuantos noveles de considerable proyección.
Aunque todos los expositores (y todas las exposiciones, incluidas las callejeras en el Carulla de la calle 85 y el portal de la calle 80) son dignas de contemplación, moverse de un sitio a otro en la capital de Colombia sí puede llegar a clasificar como una pérdida de tiempo. Por eso les presentamos esta pequeña guía de expositores (y exposiciones) recomendados: Para que no lo pierdan, sino que lo gasten con sabiduría.
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Museo de Artes Visuales Universidad Jorge Tadeo Lozano (Carrera 4 # 22-61): El surrealismo en blanco y negro llega a uno de los museos de la Tadeo de la mano de dos de los más ilustres artistas contemporáneos, el español Chema Madoz y el coreano Bohnchang Koo. El primero lo sorprenderá con su percepción del movimiento, mientras que la forma del asiático de reflejar la transición entre lo dinámico y lo estático, lo vivo y lo muerto, no lo dejará indiferente.
Cero Galería (Calle 80 # 12-55): Si vive en la mitad norte de la ciudad, Cero es su mejor alternativa para conocer algunas de las propuestas nacionales más sugerentes. Juanita Carrasco, mi favorita entre las propuestas nacionales, presenta en este espacio su visión de la fotografía como un reflejo de la cotidianidad urbana. La acompañan la fotografía luminosa de Juan Pablo Velasco y el trabajo de la chilena Isabel Martínez.
Sin título Galería (Calle 79b # 7-59): El embajador de México en Colombia, Arnulfo Valdivia Machuca, se ha hecho con este poderoso lugar para demostrar que la política y las artes no son disciplinas del todo enfrentadas. El diplomático expone una obra pseudo abstracta con la que pretende demostrar que la frontera entre la fotografía y la pintura es prácticamente invisible.
LCI Fundación Tecnológica (Calle 77a # 13-12): Si quiere terminar su visita con fuerza, este es el lugar indicado, ya que dos de los autores más poderosos de la bienal se encuentran en este rincón. Dina Goldstein, artista visual canadiense, expone aquí un trabajo donde lo cotidiano y lo surreal se mezclan de forma aparentemente casual. Su trabajo, sin lugar a dudas lo más pop de la feria, comparte exposición con el de Christian Tagliavini (Suiza), especialista en dibujar personajes inusuales – de otro lugar y tiempo – en situaciones aparentemente comunes.