El arte “pecador” de Carlos Motta
Catalina Obregón
Trece minutos dura el video de Nefandus. Es un viaje en canoa por un río de agua cristalina y naturaleza salvaje. Solo se escuchan los pájaros o cuando el remo rompe en el agua, esporádicamente. Luego, el diálogo entre dos voces masculinas –una en español y la otra en un dialecto indígena–. No aparecen, el protagonista es el río. Hablan de las cosas innombrables de las que este paradisíaco paisaje fue testigo hace cientos de años. Sucesos que terminaron convirtiéndolo en un infierno, por donde corrieron la sangre y los cuerpos torturados de sus indígenas. “Hay cosas cuyo nombre no puede mencionarse, acciones que van más allá del idioma, nombres y significados”, dice la voz indígena.
Se refiere a las relaciones homoeróticas que se celebraban en las culturas prehispánicas y cómo los conquistadores las consideraron perversas. “Esas cosas llamadas innaturales son los pecados abominables”, continúa, antes de dar paso a la voz, en español, que en tono pausado y reflexivo dice: “Recorro hoy un río con el nombre de un Don español, buscando índices de esa sexualidad celebrada. Indicios del momento anterior a su demonización”.
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Una de las piezas del proyecto es esta réplica miniatura en oro de una de las esculturas homoeróticas mochica del Perú.
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Sin imágenes explícitas, este es el primer video de una trilogía –que a su vez hace parte de un amplio y riguroso proyecto investigativo– que busca remontarse al momento en que la sexualidad no era entendida como tal, cuando lo que hoy se cataloga como perverso, antes se consideraba natural, cuando la moralidad no había sido impuesta por la Iglesia o por las leyes de los conquistadores, quienes percibían la evangelización como una salvación.
“Siempre he querido entender cómo se creó la categoría de la sexualidad, y cómo en el mundo contemporáneo esta responde a una serie de procesos construidos a partir de ideas religiosas y legales. Por consiguiente, una relación que no es reproductiva, heterosexual, es una relación que existe fuera de los marcos aceptables y tolerables de la religión y la legalidad”, afirma el artista Carlos Motta, de 36 años, y quien ha expuesto en espacios como la Tate Modern de Londres, el Museo Guggenheim y el MoMA de Nueva York.
Al igual que el video, la serie de dibujos frente a la que posó para la revista hacen parte de la Trilogía nefanda, obra con la que ganó el Future Generation Art Prize, y en la que lleva trabajando más de dos años. “Es un proyecto de investigación que se ha manifestado en diferentes soportes, como video, escultura, fotografía y dibujo”, explica.
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Una de las escenas del video de Nefandus
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El punto de partida
El encuentro con unas esculturas de la cultura mochica, de Perú, la más erótica de la época prehispánica de la que se tenga conocimiento, fue lo que lo inspiró a profundizar en este tema, que a su vez complementaba lo que ya venía investigando sobre políticas de género y sexualidad en la contemporaneidad. “Quise saber más, de dónde venían y por qué su producción erótica es la única que se ha conservado institucionalmente”. No le sorprendió que estos objetos que se salvaron de ser destruidos en su momento, son relegados a los sótanos y a exposiciones temporales que duran poco. “Las terminan cerrando porque hay censura, por escándalos, por moralismo”.
En la búsqueda de más información, descubrió un texto sobre el homoeroticismo en la época colonial, escrito por la politóloga e historiadora Carolina Giraldo Botero, para su tesis de grado de la Universidad de los Andes. “Esboza una serie de problemáticas sobre cómo se ha entendido y cómo se penalizó la sodomía desde lo religioso y lo legal. Estudia casos que encuentra en el Archivo General de la Nación donde se documentan procesos legales en contra de relaciones de este tipo. Esto me dio una plataforma sólida para trabajar”, dice Motta, quien descubrió un lenguaje específico y denominaciones muy particulares en lo que concierne a la corporalidad. “Entendí que existía un territorio muy rico, más allá de las esculturas homoeróticas, y así comencé el proyecto”.
El proceso no ha sido lineal, y una cosa ha ido llevando a la otra. Al terminar el primer video, sintió que quedaban cabos sueltos. Produjo dos más. El segundo, titulado Naufragios, cuenta la historia de un comerciante portugués que fue juzgado por tener relaciones sodomíticas, y está inspirado en un caso encontrado en el archivo de Lisboa, Portugal. Y el tercero, La visión de los vencidos, está basado en un chisme y no aparece documentado como los otros dos. “Cuenta la historia de unos conquistadores españoles que encontraron a un grupo de 50 hombres de la cultura tayrona cuando realizaban un ritual homoerótico que les pareció tan escandaloso que enloquecieron, y los quemaron vivos”.
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Uno de los dibujos de la Trilogía Nefanda que hace referencia a un ritual homoerótico.
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Los videos son la parte central del proyecto, y en torno a ellos hay varias obras complementarias. Entre ellas están tres series de dibujos de las esculturas de la cultura mochica, y fotografías de la vista desde las celdas de diferentes fuertes coloniales en las Américas. “La mayoría son desde el castillo de San Felipe en Cartagena”. También hizo una réplica de la Santa María, la carabela de Cristóbal Colón que naufragó en lo que hoy en día es Haití. “Es una pieza importante dentro de la exposición, metafóricamente representa la falla del proyecto de la conquista, un desastre”.
Motta, quien vive en Nueva York, está por estos días en Bogotá trabajando en su nuevo proyecto artístico: un video que transcurre en 1803, sobre dos mujeres, una que vive en Beirut y otra en Colombia. Confiesa, además, que siempre ha sido escéptico de la cultura de los premios. Le parecen artificiales y, en muchos casos, estrategias de mercadeo. Y aunque admite que el dinero resulta útil para desarrollar nuevos proyectos, para él lo más importante “consiste en que pone la temática de mi trabajo en una plataforma de alta visibilidad. Es una manera de que los artistas jóvenes vean que se puede hacer una obra que trata estos temas, porque hay que entender que el mundo del arte continúa siendo un mundo completamente homofóbico, sexista, discriminatorio”, concluye este artista, que se posiciona como un promesa en el mundo del arte contemporáneo, y que, sin duda, seguirá dando que hablar.
El premio
El Future Generation Art Prize es el primer reconocimiento a nivel global para artistas menores de 35 años. Fue creado por la Fundación Victor Pinchuk en 2009, en Ucrania, para descubrir talento y apoyar a futuras generaciones de artistas. Además de recibir cien mil dólares para invertir en sus proyectos, el ganador tiene la oportunidad de exhibir su obra en Pinchuk Art Centre en Kiev. En esta oportunidad, y por primera vez desde que se inició el premio, el jurado eligió a dos ganadores: Carlos Motta, de Colombia, y Nástio Mosquito, de Angola, quienes compartirán el reconocimiento.