¿Por qué el escritor español Blue Jeans incluyó a un colombiano en su nuevo libro? Aquí lo cuenta

Pablo Montero Cabrera
Francisco de Paula Fernández, más conocido en el mundo de la literatura juvenil como Blue Jeans, continúa su línea de thrillers y misterios con La última vez que pienso en ti, una historia ambientada en el mundo editorial y sus sombras.
A pesar del tono más oscuro de su nueva novela, el autor sigue siendo el mismo hombre amable, con un gorra siempre en la cabeza, y referente del romance juvenil con sagas como Canciones para Paula y El Club de los Incomprendidos, adaptada al cine en 2014. Con más de dos millones de lectores y reconocimientos como el Premio Cervantes Chico (2013) y la Bandera de Andalucía (2024), se posiciona como uno de los autores más leídos de España.
En esta ocasión, Blue Jeans nos presenta a Ángela Fletcher, una joven escritora emergente decidida a abrirse camino y conquistar el mundo literario. Su primera parada es el festival de Sant Jordi, una día que no sale como esperaba, aunque le deja algo inesperado: conocer a Arán. Ninguno de los dos cree en el amor a primera vista, pero la atracción entre ellos es innegable.
Lo que parece ser el inicio de una historia romántica juvenil toma un giro inquietante: Ángela desaparece, y días después, otra autora es hallada muerta. La ciudad de Barcelona queda conmocionada.
Diners conversó con Blue Jeans para conocer qué lo inspiró a escribir sobre su propio entorno —el editorial— y cuáles han sido los principales desafíos al abordar el género del thriller juvenil después de tantos años de carrera.
La mayoría de los títulos de sus libros suelen ser bastante directos; sin embargo, este es un poco más abstracto. ¿De dónde surge?

No lo recuerdo muy bien. Podría ser una frase que surgió, sin más, en alguna conversación con mi esposa sobre el libro. Lo que sí recuerdo es que, una vez que apareció el título, a pesar de que se trataba de una novela de misterio con desapariciones y asesinatos, defendí la idea de que fuera más romántico. Me gustaba el contraste: un título romántico en una historia cuyo eje principal es el misterio. Es como cuando, en una película, ves un asesinato y suena música clásica de fondo.
Además, está el tema de la libélula en la portada. No es un insecto romántico ni relacionado con el crimen, ¿no? Soy yo diciendo: “vamos a jugar con otras fórmulas. No hace falta que te etiqueten siempre”.
¿Qué lo inspiró a escribir sobre el mundo editorial?

Nunca había escrito sobre el mundo del libro, un mundo que me apasiona, en el que llevo muchos años y que me apetecía abordar. Yo quería hablar de lo que normalmente no se cuenta, ¿no? ¿Cuánto cobra un escritor? ¿Qué es una regalía? ¿Qué es un adelanto? Las fechas de entrega, cómo funciona una editorial y, sobre todo, los problemas que tiene la gente joven para publicar y la letra pequeña de los contratos.
Yo he tenido mucha suerte en el mundo editorial. Es verdad que, al principio, me rechazaron todas las editoriales, pero no les guardo rencor. Tampoco se puede echar toda la culpa a los demás. Durante estos quince años que llevo en el mundo del libro, siempre me he sentido muy respetado y querido. Aun así, he visto y me han contado anécdotas que demuestran que no todo es tan bonito como parece.
Es curioso, porque cuando les pasé las primeras páginas a mis editoras, me preguntaron si de verdad las veía así de crueles, si yo veía el mundo de los libros con tanta negatividad. Y no. Es un mundo bonito, pero tiene un fondo especialmente difícil para quienes están empezando, como les ocurre a los protagonistas de la historia. Muy poca gente vive realmente de los libros que escribe.
Hablando de los personajes del libro, ¿tiene alguna conexión personal con ellos?

Con Ángela, sobre todo. Ella quiere ser escritora, yo quería ser escritor. Ella escribe en cafeterías, yo también. Ángela va a su primera gran firma y nadie se presenta. Tiene a una compañera al lado con una fila enorme de gente. Eso lo hemos vivido todos. Es normal que, en las primeras firmas, no tengas una legión de lectores, pero igual te sientes mal.
También a Ángela le cuesta mucho cerrar su libro, y a mí me pasó lo mismo. Es complicado impactar, darle un giro, hacer que toda la novela cobre sentido en esas últimas páginas. A veces no te llega la idea, o la idea original ya no funciona, o simplemente tienes la fecha de entrega encima y escribes a las prisas.
Siempre se ha enfocado en retratar la etapa juvenil. ¿Qué tiene esa etapa que sigue llamándole la atención?
Soy muy consciente de la edad que tengo. No quiero jugar a ser Peter Pan en ningún momento, pero el mundo de los jóvenes es un mundo en el que me ha ido bien, y sigo en él, en parte, porque me sigue yendo bien.
Eso sí, hubo un momento en que tuve que dejar de escribir novelas románticas —entre comillas— y pasé a otros géneros, como el misterio, pero sin olvidarme del público juvenil. Y eso es porque el lector joven es el más fiel, pero también el más pasional. Es el público que te dice, sin rodeos, si no le ha gustado el libro. Al mismo tiempo, es el más entregado: hacen filas enormes, vienen de otras ciudades, toman aviones solo para verme.
Ahora bien, también sé que cada vez les saco más años a los lectores jóvenes, y que la generación que me empezó a leer en 2009 ya tiene trabajo, hijos, hipotecas. Te lo digo sinceramente: no sé cuánto más durará esto. No sé si se acerca el final de Blue Jeans.
¿Cómo se mantiene al día con sus lectoras juveniles?

Es igual que escribir sobre la Segunda Guerra Mundial: tienes que documentarte bien, leer mucho sobre la época. Lo mismo pasa con quien escribe sobre los romanos. La diferencia es que yo tengo la suerte de vivir en el día a día, de estar presente y atento a lo que ocurre ahora.
Es curioso, porque desde que escribí Canciones para Paula en 2008 hasta hoy, la tecnología ha cambiado drásticamente. Mis primeros personajes se enamoraban en Messenger, y ahora están en Tik Tok. Han pasado por BlackBerry, han usado todas las redes sociales que se han puesto de moda, han visto todas las series del momento, utilizado el lenguaje propio de cada generación.
No es que yo tenga ese vocabulario en mi día a día, pero debo estar pendiente. ¿Cómo se hace? Leyendo redes sociales, hablando con jóvenes, preguntándoles por las palabras que usan. Y yo intento quedarme con ese aspecto de que la gente joven vive todo al máximo, hace las cosas muy deprisa, pero también tiene intereses, conflictos, gustos.
En sus últimas novelas se ha inclinado más hacia el thriller. ¿Cómo consigue equilibrar los elementos más oscuros con lo juvenil?

A los jóvenes también les gusta el misterio. Yo, con once años, leía a Agatha Christie. De lo que se trata, realmente, es de encontrar un punto medio, porque mis libros los puede leer alguien de 12 años, pero también mis primeros lectores, que ahora tienen más de treinta. El otro día, en un encuentro, se acercó una señora de 80 años que era ávida lectora mía.
En ese sentido, es importante saber dónde cortar una escena, hasta qué punto puedes subir el tono. Ya sea una escena de sexo, de violencia o que trate algún tema social, intento trabajarla a fondo. Lo hablo con mis editoras, y también con mi hermana, que es psicóloga. Leo, pregunto, consulto a gente que sabe, para que, al tratar un tema delicado, no termine ofendiendo a nadie sin querer.
Por ejemplo, el personaje de Arán cambió un poco respecto a la idea original. Era un personaje menos frío, pero necesitaba que no fuera tan perfecto. Que se quejara de su hermana, que criticara la literatura infantil, que discutiera, que se enfrentara, para que el final tuviera más sentido.
De hecho, los últimos tres capítulos del libro los reescribí totalmente. Ya los había mandado a mi editora, estaba comiendo y de repente pensé: “creo que tengo algo mejor”. No sabía si era posible, porque en una novela de misterio uno —el autor— sabe quién es el asesino desde el principio, pero se me cruzaron los cables. Reescribí esos capítulos, se los pasé a mi editora y le dije: “elige la versión que más te guste”. Y le gustó más la nueva.
En esta ocasión visitas Colombia para promocionar tu libro. ¿Hay algo que lo atraiga especialmente del país o de su gente?
Es mi noveno viaje a Latinoamérica y el cuarto a Colombia. Siempre me han tratado muy bien aquí. No solo porque mucha gente acude a las firmas, sino porque de verdad me gusta venir. Colombia, de hecho, es el segundo país donde más libros vendo, y eso lo convierte también en uno de los primeros destinos que la editorial considera al planificar las giras.
Cada vez que publico algo relacionado con Latinoamérica en redes, siempre aparecen lectores colombianos preguntando: “¿Cuándo vas a venir? ¿Cuándo vas a venir?” Justamente por eso, esta novela incluye un personaje colombiano, como un pequeño homenaje a la gente latina que me ha acompañado durante todos estos años. Es un personaje que los protagonistas conocen en un lugar para bailar salsa y vallenato en España, y que tiene un momento con la protagonista.
Para terminar, ¿qué podemos esperar de Blue Jeans en el futuro?

Eso quisiera saber yo. Fuera de broma, a corto plazo ya empezó a tomar forma en mi cabeza la próxima novela para 2026. Además, está pendiente la adaptación de Campamento por parte de una productora británica que tiene toda la intención de convertirla en un fenómeno internacional.
A medio o largo plazo, no sé qué vendrá. Lo que sí sé es que cuento con el apoyo de la editorial y el cariño de mis editoras. Mientras ellas no se cansen de mí, yo seguiré escribiendo. Siento que todavía me queda mucho por aprender, por mejorar, y que uno debe seguir evolucionando siempre: como autor y como persona.