Fernando Botero, el gran pintor y escultor colombiano, falleció a sus 91 años

Revista Diners
Fernando Botero, pintor, escultor, acuarelista y dibujante colombiano, falleció en la mañana del 15 de septiembre a los 91 años por problemas de salud que había tenido desde comienzos de esta semana. Al parecer, al pintor lo había atacado una neumonía que lo llevó al hospital, sin embargo, decidió no permanecer allí para poder terminar su recuperación en la tranquilidad de su casa.
El fallecimiento del maestro se produce pocos meses después de la muerte de su esposa Sophia Vari, que había fallecido el 5 de mayo de este mismo año, debido a un cáncer de ovario. El antioqueño parte hoy como uno de los más grandes nombres de la historia del arte colombiano.
La vida del artista
Nacido en una familia humilde de Medellín el 19 de abril de 1932, Botero se encontró por primera vez con la pintura cuando tenía 15 años, mientras estaba estudiando para convertirse en torero. Decidió que, para ganar dinero extra, podría vender sus dibujos a las afueras de la Plaza de la Macarena, y esto solo desencadenó una pasión por la creación artística que hoy se puede encontrar exhibida en muchas partes del mundo.
Sus primeras ilustraciones fueron publicadas en el diario El Colombiano, de Medellín, y fueron estas las que lo impulsaron en 1951 a trasladarse a la capital, donde expuso por primera vez sus obras en la galería Leo Matiz. Desde entonces empezó para Botero una larga sucesión de viajes y maestros que lo fueron formando como artista.
Uno de ellos fue cuando apenas tenía 20 años y viajó a Europa para estudiar en la Academia de San Fernando de Madrid y luego en la Academia de San Marcos de Florencia, en donde permaneció hasta 1955. En los años siguientes permaneció viajando entre Colombia, México y Estados Unidos, país en el que se instaló definitivamente en el año de 1960 tras haber ganado el Premio Internacional Guggenheim con la pintura ‘Arzodiablomaquia’.
Al año siguiente una de sus pinturas más representativas, Monalisa a los doce años, fue adquirida por el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).
En esa ciudad permaneció durante 20 años hasta que en 1980 se trasladó a Pietrasanta, Italia, uno de los lugares en los que concentró su actividad artística hasta el día de su muerte. Sin embargo, a pesar de haber vivido gran parte de su vida fuera del país, Botero nunca dejó de lado sus raíces, incluso alguna vez llegó a definirse como “el más colombiano de los artistas colombianos”.
La inmortalidad de su obra
Hace una semana, Botero seguía pintando. Y, según parece, cumplió así su sueño de “morir como Picasso”, como le había dicho a Diners en una entrevista que dio en el 2006. “Yo quiero morir como Picasso, que a los 93 años, después de pintar un cuadro —malísimo como los que hacía al final—, se fue a cepillarse los dientes a las dos de la mañana y cayó muerto”, comentó el artista.
El artista antioqueño se había hecho famoso por sus ‘gordos’, interpretaciones robustas de seres humanos y animales se convirtieron rápidamente en la insignia de sus creaciones. Algunos atribuyen su éxito no solo a su talento y originalidad de estas representaciones, sino a su perseverancia y terquedad en la búsqueda de nuevas expresiones artísticas.
Pero esta afición por el volumen tiene también una historia interesante, casi accidental, cuando el pintor estaba intentando pintar una mandolina, pero sin querer dibujó la caja de resonancia del instrumento un poco más pequeña de lo normal. Fue en ese momento en el que se dio cuenta de que ese pequeño detalle dotaba al objeto de otro aire mucho más robusto. Desde entonces, su obra comenzó se convirtió en una búsqueda constante del volumen y es lo que hoy en día algunos críticos del arte ya identifican como ‘boterismo’.
¿Dónde puede ver la obra de Botero?

Algunas de sus obras se encuentran exhibidas por todo el mundo, pero dos de sus más importantes colecciones se encuentran en Colombia. En el año 2000, Botero donó 208 obras de su autoría y de su colección de artistas internacionales al Banco de la República en Bogotá, dando paso así a la creación del Museo Botero. Igualmente, donó 108 obras al Museo de Antioquia en Medellín y 23 esculturas que luego vendrían a poblar Plaza Botero de Medellín.
Pero no solo en Colombia está la huella del artista. Sus esculturas se exhiben en varias ciudades de todo el mundo como Barcelona, Buenos Aires, Lisboa, Liverpool, París y hasta en países como Singapur.
En 1967, Botero afirmó: “Soy una protesta contra la pintura moderna y, sin embargo, utilizo lo que se oculta tras sus espaldas: el juego irónico con todo lo que es absolutamente conocido por todos”, para definir algunas de sus obras.
Y es que el juego irónico de su pintura fue algo que le hizo ganar bastante reconocimiento en los círculos artísticos del mundo. De hecho, Botero logró algo a lo que muchos artistas solo aspiran: ganar el reconocimiento de su obra en vida. Incluso, a principios de siglo la revista ‘Art Review’ quiso hacer una lista de los artistas vivos más cotizados del mundo, al que Botero llegó a ocupar el quinto puesto.
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