Alcoholismo y escritura, los temas de la nueva novela de Jaime Arracó Montoliu

Jaime Arracó Montoliu, escritor español residente en Bogotá, publicó recientemente su tercera novela, ‘Las manos en los bolsillos’. Hablamos con él.
 
Alcoholismo y escritura, los temas de la nueva novela de Jaime Arracó Montoliu
Foto: Jaime Arracó Montoliu (Tremp, 1984) es autor de las novelas Los años queman (Rey Naranjo Editores), Una persona perfecta (Seix Barral) y Las manos en los bolsillos (Seix Barral). / Cortesía Jaime Arracó / Foto. Germán R. Laverde
POR: 
Mateo Arias

No es lo ideal, y de hecho es contraproducente para cualquier autor. Sin embargo, a veces la piratería de libros se presenta como logro culposo para un escritor que, como en el caso del español Jaime Arracó Montoliu, se tardó dos años escribiendo una novela, con disciplina, alegría y dificultad. 

—No le hizo ni puta gracia al editor —responde Arracó cuando le pregunto por una anécdota relacionada con la piratería que compartió en su cuenta de Instagram unos días después del lanzamiento de Las manos en los bolsillos, su tercera novela, editada por Seix Barral. 

La historia es más o menos así: un lector joven se le acercó a Arracó (quien nació en Tremp, un municipio de Cataluña, en 1984)  en una librería en la que él estaba firmando copias de su nueva novela. El muchacho le empezó a hablar del libro y a agradecerle por escribirlo, pero había salido hace muy poco y no tenía sentido que ya lo hubiera leído. La explicación era que lo había leído en una copia pirata digital. 

Victoria, la protagonista de esta novela, es una mujer anclada en una suma de falsos ideales que anhela el arte de lo imposible: la salvación personal.

—Me gustó entender que tengo lectores más allá de lo que yo puedo controlar a través de correos, Instagram y las personas que ya conozco. Hay un montón de lectores que no conozco. Además, es mucho más sano que yo no me entere. Al final, le regalamos un libro al chico. La literatura es un lujo del espíritu, pero ahora mismo también del bolsillo. 

***

Así empezó nuestra conversación en un café a pocas cuadras de la Revista Diners y a otras pocas de la casa de un amigo del escritor con el que ese día había almorzado. Aunque Arracó no tomaba café, sino chocolate —y fumaba—. No consume cafeína con frecuencia. De hecho, tampoco bebe trago, a diferencia de la protagonista de su novela, Victoria Ochoa de Echagüen, quien es una escritora alcohólica. O más bien lo contrario: primero es alcohólica, y luego, escritora. 

Para nosotros, los lectores, es el personaje principal, junto con su hermano mellizo, Benjamín, quien va cobrando importancia progresivamente. Pero en el universo interno de la novela, en un juego metaficcional, Victoria es la autora del libro. Lo escribe en primera persona, en un proceso doloroso y bello, consolidando una voz pesimista, dispersa y auténtica. 

De alguna forma, durante buena parte de la novela pareciera que la historia no avanza, que Victoria simplemente se desahoga como si escribiera un diario o un ensayo sobre la escritura, sobre el alcoholismo o sobre su propia vida. 

—Me está costando trabajo escribir algo que me guste— dice Arracó al respecto—. En mi primera novela —Los años queman, Rey Naranjo, 2017—, quise narrar la historia de un grupo de chicos que crecieron en Italia, en una Florencia que ya no existe. El billar al que íbamos ahora es un Hard Rock. Con el tiempo, pasados muchos años, mi intención al contar una historia es muy distinta: ya no me interesa mostrar algo personal que merezca aplausos por ser único. Todo le pasa a todo el mundo. Mi propuesta es otra, está encaminada hacia explorar con el lenguaje y buscar una verdad artística.

—Entonces, de alguna manera, el objetivo no es contar una historia.

—El asunto en esta novela es lograr hacer ficción. En ella, retrato un mundo que conozco, al que no pertenezco del todo, pero que he visto de cerca. Pero no es una novela de Jaime hablando de sus problemas. No es una autobiografía. Hay una creación. 

Arracó Montoliu hace un intento por explicar su defensa de la ficción en la charla, pero, de hecho, ya lo hizo a través de la misma Victoria. En un pasaje del libro, ella lo resume así: “La literatura es verdadera y nace de una verdad, pero en el mundo real es mentira. Yo miento, ya lo aviso, no porque quiera, sino porque no hay otra manera de decir la verdad. Y esto no es una historia, no creo que tenga una historia que escribir y que esta vaya a ayudar a alguien”. 

En ese fragmento se revela, entre otras cosas, el carácter antimotivacional de Victoria, de la novela y del mismo escritor. Ella se está recuperando de una adicción que la ha acompañado desde que dejó de ser una niña y que, de alguna forma, ha forjado su personalidad hasta el punto de no reconocer muy bien a la versión sobria de sí misma. Es un proceso largo y complicado en el que la pulsión de tomar alcohol se reemplaza por la de la escritura. Pero no es una historia de redención, “ni tampoco de lo contrario”, dice Arracó.

(Para seguir leyendo: Editoriales independientes en Colombia que debería conocer )

***

—Hablemos de Benjamín —le propongo a Arracó—, el hermano de Victoria que parece que es el idiota, pero al final no lo es tanto.

—La figura del idiota ha sido representado ampliamente. Ha existido en muchas novelas, teatro o películas durante siglos. Es inútil para muchas cosas, pero en este caso es fundamental para que Victoria pueda escribir el libro. Ella hace un contrapeso: Benjamin es muy literario y, como personaje, funciona muy bien, pero para la gente es un hazmerreír. Qué mierda de vida es esta mía, en la que oigo a mi hermano durante horas, lo grabo y lo transcribo, piensa ella. 

“Benjamín es un borrador. No puedo hacer nada para mejorarlo. Cuando estoy con él se me escapan algunas cosas que no debería decir. A veces no lo puedo evitar y le digo que es una puta broma. Bueno, un borrador es también una vida, una vida finalizada que sigue andando”. 

Esto lo dice Victoria hacia el final de la novela, cuando su hermano empieza a tener más importancia y también, con largos diálogos reflexivos, empieza a demostrar que no es un personaje tan tonto. Aunque en el grueso de la novela sí cumple ese papel: vive en la finca de sus padres —a la que Victoria vuelve para recuperarse del alcoholismo y para escribir Las manos en los bolsillos— porque no está capacitado para valerse por sí mismo; acosa a una niña, hija de los vecinos y asegura que es su esposa; cree que escribió un libro que no existe y también prepara muy bien los asados.

Benjamín no es el único personaje con pliegues y giros. Así también es Íñigo, el marido de la protagonista, y la misma Victoria, que a veces es orgullosa y clasista, y otras veces se siente miserable y envidiosa de las vidas más simples. Esa disonancia mental se corresponde muy bien con la forma en la que está escrito el libro. 

—Hay una fragmento de la contraportada que creo que resume bien lo que intenté hacer en este proyecto —dice Arracó—. Dice que es un círculo concéntrico de géneros y abstracciones. 

(Le puede interesar: Isabel Allende: “Ojalá fuera el siglo de las mujeres, pero todavía no hemos llegado a eso”)

***

Ha pasado una hora y falta otra por conversar. Empieza a llover en el patio en el que estamos sentados. Pensamos pasarnos a una mesa de adentro. Decidimos quedarnos hasta que Arracó se termine el cigarrillo que acaba de prender. Por la tarde había hecho sol. 

—Conozco Bogotá muy bien —dice el escritor. 

—Su literatura está muy relacionada con su propia experiencia, como usted bien había dicho más temprano. ¿En algún momento piensa escribir una novela que suceda en Colombia, con personajes colombianos?

—He vivido aquí por 15 años. He escrito tres novelas aquí. He hecho toda mi carrera literaria aquí. Pero escribir una novela colombiana podría ser un trabajo difícil para mí. Si mi propuesta está enfocada en la exploración del lenguaje, escribir en colombiano no me va a quedar tan fácil. Podría sufrir intentándolo. A mí Colombia me ha enriquecido mucho lingüísticamente. Claro que me gustaría escribir esa novela. Y quisiera que tuviera que ver con el campo colombiano. La naturaleza tendría que ser un personaje importante. La contraposición entre campo y ciudad, igual que la idealización del campo, son temas que me interesan y que he tratado tanto en mis otras novelas como en Las manos en los bolsillos— reflexiona Arracó y luego alza la palma de la mano —. Nos vamos a quedar aquí, que ha parado la lluvia, ¿eh? 

(Otra entrevista: Kim Thúy: ‘la vida la mayoría de las veces no nos habla de la vida, sino del horror’)

         

INSCRÍBASE AL NEWSLETTER

TODA LA EXPERIENCIA DINERS EN SU EMAIL
julio
17 / 2023