Leyla Cárdenas y ocho artistas más se unen en la nueva exposición de Casas Riegner

En la exposición colectiva “Manto, ‘el velo que cubre la piedra’”, concebida por Leyla Cárdenas, se reflexiona sobre asuntos como el desastre ecológico causado por el progreso del ser humano.
 
Leyla Cárdenas y ocho artistas más se unen en la nueva exposición de Casas Riegner
Foto: Leyla Cárdenas (Bogotá, 1975) explora en su trabajo artístico la escultura y la instalación. Foto cortesía Casas Riegner. /
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Revista Diners

La artista Leyla Cárdenas suele trabajar desde las ruinas. No aquellas ruinas mitológicas que recuerdan grandes civilizaciones desaparecidas hace muchos siglos, sino esas ruinas que son consecuencia del progreso de la humanidad. 

“Todo viene de tener una práctica escultórica, y como escultora, trabajar desde las ruinas urbanas, que fueron pasando a las ruinas en el paisaje por culpa de la presencia de la ciudad. De alguna manera, es una paradoja temporal que nos invita a pensar en el pasado, el presente y el futuro”, afirma Cárdenas. 

Ese trabajo llevó a la artista a una reflexión sobre el tiempo, sobre lo inconmensurable que es, sobre sus ficciones, sobre su papel geopolítico y sobre el lugar que la humanidad ocupa en él, y gracias a esas preguntas nació la exposición colectiva “Manto, ‘el velo que cubre la piedra’”, compuesta por trabajos de Cárdenas y de otras ocho artistas. Sus diferentes visiones y la variedad de los formatos de sus creaciones se entrelazan para generar una reflexión sobre la temporalidad y el desastre ecológico que ha ocasionado el ser humano. 

Casas Riegner Exposicion
Des-ser río 1 (2022), Leyla Cárdenas. Foto cortesía Casas Riegner.

Para la muestra, que se puede ver en la galería Casas Riegner en Bogotá, Cárdenas invitó a artistas que han desarrollado una práctica investigativa con mucho trabajo de campo y que, además, se apoyan en disciplinas como la geología, la historia, la literatura, el cine y la biología. 

“Una de las capas que queríamos explorar, desde esta mirada contemporánea al paisaje, era qué implica desmenuzar el tiempo, entender nuestra contemporaneidad, por qué estamos donde estamos, el contexto en el que vivimos, qué pasa con los cerros, con la explotación minera, con los bosques que se queman, con el agua contaminada, pero también qué sucede con nuestra existencia. Poéticamente, desde el arte se pueden hilar muchas conversaciones y detonantes de estos cuestionamientos”, comenta la artista. 

“Manto, ‘el velo que cubre la piedra’” está íntimamente ligada con la geología, tanto desde su subtítulo, que remite a un libro homónimo del geólogo y escritor antioqueño Ignacio Piedrahíta, como en la concepción de algunas de sus piezas. En su caso, Cárdenas recuerda que hace unos años desarrolló un trabajo que consistía en registrar unas canteras a las afueras de Bogotá, y en ese proceso consultó con geólogos sobre la noción estratigráfica de los cortes de la montaña en los que se puede leer el tiempo en el espacio. 

Casas Riegner
Ardor (2022- 2023), Angélica María Zorrilla. Foto cortesía Casas Riegner.

En la geología, en efecto, se trabaja con un término específico: el tiempo profundo, que se refiere a la edad de la Tierra. “Cuando uno ve la existencia humana en términos de tiempo profundo se da cuenta de que somos insignificantes; a uno no le caben en la cabeza los millones de años que implican estar aquí y ahora en esta capa superficial. Entonces, se hace una pregunta desde lo escultórico en todas las piezas de la exposición por esa superficie que se atraviesa; hay obras que vienen de la profundidad de una cueva, otras que exploran la hibernación en la profundidad del mar, y otras más que hablan de los volcanes y de las fuerzas tectónicas, así como también de lo litológico”, agrega. 

Sobre la influencia de Ignacio Piedrahíta, Cárdenas asegura que el escritor es, desde hace mucho, un referente de varias de las artistas participantes en la exposición. Piedrahíta, quien en sus propias palabras estudió geología por su amor al paisaje natural, también ha escrito crónicas de viaje, poemas, cuentos y novelas. 

“(Ignacio) describe el paisaje de una manera muy particular, muy plástica, muy visual, y además es una autoridad en esas cosas de las que nosotras nos apropiamos más poéticamente. Él se une a la conversación con ese subtítulo y también con unas frases que vamos a dejar por ahí hilando el discurso”, añade la artista.

Las capas de la exposición

Las piezas de Cárdenas, además de las de Ximena Díaz y Alison McNulty, dan testimonio de prácticas extractivas nocivas que han afectado en gran medida la salud del planeta; los trabajos de Maya Watanabe, Mónica Naranjo, María Roldán y Angélica María Zorrilla buscan formas solidarias de establecer relaciones con los materiales, mientras que los de María Isabel Arango y Laura Magdiel Escobar cuestionan políticas de la imagen, el lenguaje y el tiempo.

La multiplicidad de voces plantea un diálogo que es evidente en secciones como el corredor en el que se congregan cuatro videoinstalaciones de igual número de artistas. Son trabajos de carácter contemplativo, que invitan al visitante a entrar en otro ritmo. “Las quise pensar como estratos de la exposición, de nuevo con esta analogía con lo geológico, porque uno atraviesa distintos momentos de oscuridad y luminosidad”, manifiesta Cárdenas.

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Abrazar lo invisible (2017), Mónica Naranjo. Foto cortesía Casas Riegner.

En sus piezas, la artista profundiza en su preocupación por las ruinas urbanas y de dónde vienen los materiales con los que se construyen las ciudades. Según Cárdenas, lo que se hace para conseguir estos materiales es, básicamente, sacrificar las montañas sin ningún tipo de ritual. Es un ciclo continuo, una transformación constante, y su deseo era detener ese tiempo y fijarlo; para ello, tomó fotos de esas minas y de esas canteras informales que, a través de sus aperturas, dejan espiar toda su profundidad. 

La artista procedió a sublimar las fotos, un proceso con el que se traspasa por calor la imagen fotográfica a una tela, que luego destejió para dejarla pendiendo de un hilo. De este modo, se crea una poderosa metáfora sobre los daños irreversibles que denuncia la exposición: una montaña, es decir, la Tierra misma, aferrada a un hilo. 

Las otras piezas de Cárdenas se centran en la contaminación del río Bogotá, un paradigma del daño que se le causa a un recurso natural con el pretexto del progreso de la civilización.

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julio
15 / 2023