Carlos Rojas, el maestro de la abstracción en Colombia

María Iovino
Desde las perspectivas que ofrece el presente, volver a estudiar y a entender a un artista como Carlos Rojas es un ejercicio gratificante y enriquecedor. Entre muchos otros aportes, este artista avisó con sorprendente lucidez y precisión el advenimiento de un momento de interdisciplinariedad, integración y generación de nuevos modelos, como el que está tomando cuerpo en los días actuales.
Carlos Rojas pudo ver y anunciar estos giros relativamente temprano, en tanto que trabajó en múltiples campos que le apasionaban, con el propósito de comprender en cada uno de ellos el comportamiento vital y poético de su estructura, lo que incluye la forma en que ella se constituye y relaciona con otras más.
El maestro Carlos Rojas
A través de las obras de este artista, de sus planteamientos escritos y de las conversaciones que sostuvo con varios investigadores, en diferentes momentos de su vida (y de las que permanece algún registro), dejó amplias indicaciones de la manera en que llegó a vislumbrar como un sistema único la suma de cuerpos y de elementos en movimiento y transformación constante que solemos llamar mundo, el cual, siempre consideró, está impulsado por el espíritu.
En el espíritu, Carlos Rojas solía ver la clave de todo. Lo mencionaba con insistente frecuencia, relacionándolo con la fuerza que nos permite percibir y sentir lo que nos rodea, para luego crear en consecuencia con ello.
Solía ver en la vida humana un propósito fundamental, que es la creación, ejercicio en el cual el hombre se encuentra con Dios, con el espíritu o con la belleza. Para el artista era indiferente el nombre que se le diera. Dios, afirmaba, es el nombre de todo lo que llamamos bello. Dios es la potencialidad que tiene el espíritu humano para crear. Nacimos para crear. Para entender y para crear.
Del espíritu al arte
En ese sentido, para Carlos Rojas el desarrollo de la espiritualidad era un asunto definitivo y básico, y no lo veía como una cuestión desligada del discernimiento intelectual, sino por el contrario, íntimamente vinculado con el desenvolvimiento de la más aguda inteligencia. La belleza, entendía el artista, se revela en ese trabajo de descubrimientos, interconectada con el mundo externo y con el espíritu.
Por esta razón, los procesos investigativos del artista fueron extensos y tomaron en cuenta diversos campos del conocimiento, en los que penetró con vehemencia. Su temperamento intenso y apasionado le dio tiempo para explorar con profundidad las posibilidades del dibujo, la pintura y la escultura, pero también, las del diseño, la arquitectura y la jardinería, mientras fue un estudioso de la música, del cine, la literatura, la física y la matemática.
La curiosidad y la fuerza constructiva del artista no encontró límites, lo que se refleja en los procesos que soportan cada serie que desarrolló, en las colecciones de arte y diseño que estructuró, así como en los más de 600 bonsáis que sembró y cultivó, además de cientos de plantas y árboles de diversos tipos.
Un discurso que sobrevive a los cambios del tiempo
Para Carlos Rojas cualquier forma de trabajo fue un recurso válido de experimentación, como un campo de observación y estudio. Si bien el artista reconoció a muchos maestros en las escuelas en las que se formó, al igual que en los textos. Que siguió con dedicación y en las disciplinas que practicó. Ninguna guía fue más instructiva que las lecciones que recibió de la naturaleza en incontables horas de contemplación que transcurrieron entre los años de su niñez hasta los días finales de su vida.
En la confrontación con el paisaje y con la vida natural de la pequeña población en que habitó en la infancia (Albán, Cundinamarca) fue en la que Carlos Rojas percibió por primera vez que el estremecimiento que sentía ante la grandeza del espectáculo de los atardeceres era la conmoción del espíritu ante la verdad, que el resto de sus días se dedicó a encontrar con tenacidad.
Con esa motivación fue que el artista empezó, todavía siendo niño, una búsqueda en la vida religiosa, algo que abandonó algunos años después cuando percibió que lo que le interesaba era estrictamente el encuentro con el espíritu y no el entrenamiento en alguna religión o filosofía.
No obstante, le interesaban todas y no tuvo objeción para estudiarlas indistintamente, aunque los textos que siguió con mayor entrega, y que por lo general citaba de manera recurrente, fueron la Cábala y el Tao. En ellos detectó serias correspondencias con las materias científicas que también estudió, y al igual, con las conclusiones a las que llegó en largas horas de observación y de trabajo e investigación estética.
El cuerpo y el dibujo
Probablemente el trabajo que en mayor medida evidencia la forma en que el artista fusionaba intereses. Y armaba un cuerpo único a partir de distintas indagaciones lo conformen los dibujos dedicados al estudio de las formas naturales.
Conocerlos da una idea amplia de la lógica interna que sostiene la obra abstracta de Carlos Rojas. Y del orden tan complejo que el artista resumió en ella a través de procesos extendidos de encuentros con las más diversas formas de cultura. De naturaleza y de ciencia, siempre bajo el comando del ideal de lo bello, que el artista sabía que correspondía con un espíritu refinado.
Debido a la importancia que estas obras tienen en la propuesta del artista, la nueva publicación de Davivienda, Carlos Rojas, pinturas y dibujos, les ha dedicado un espacio destacado junto a una depurada selección de trabajos pictóricos de las distintas series en que el artista trabajó a lo largo de su carrera.
Indiferente a las críticas
El nuevo contexto, en el que ha tomado tanta importancia el asocio del arte con la ciencia. Y el de cada uno de estos dos campos con el espíritu, brinda luces para revitalizar el trabajo de este artista en otros horizontes.
También la actualidad ha ganado herramientas para elucidar por qué Carlos Rojas fue indiferente a la críticas. Que se le hicieron en muchas oportunidades con respecto a sus exploraciones tan diversas en contra de un lenguaje único que lo particularizara como proposición artística.
Como fue de igual manera indiferente a los comentarios que encontraron inapropiada la distancia que siempre mantuvo hacia los temas políticos en un país y en un continente en el que estos argumentos contribuyeron a marcar una identidad.
Carlos Rojas podía comprender que abordaba desde distintos ángulos un sistema único, que se ha dado en llamar mundo. En el que todo es correspondiente y coherente; tenía además certeza de la absoluta honestidad, entrega y profesionalismo de su búsqueda.
Y tenía claro que las problemáticas sociales, políticas, educativas y económicas son indisociables de las estéticas y espirituales. Estaba inmerso en el conocimiento de las estructuras de una totalidad y por lo mismo, adoptó la forma metafórica más abarcadora, que es la geometría.
¿Patrones separatistas en las obras de Carlos Rojas?
Sabía que la representación directa, la literalidad o el discurso extraviaban a sus seguidores en el mundo fragmentado. Que él podía comprender como la auténtica problemática. Sabía que no se trataba de la guerra, de la injusticia o de la miseria en Colombia o en Latinoamérica. Sino de la guerra, de la injusticia o de la miseria en el sistema total que hemos denominado mundo. Y del que no hay nada ni nadie ajeno o separado.
Pero de igual manera, el artista discernía que no estaban lejos los días en que se empezaría a requerir la comunicación y la interconexión de unas cosas con otras. Y que el planeta estaba cerca del abandono de los patrones individualistas y separatistas. Tenía mucha expectativa de llegar al siglo XXI, en el que percibía que se desencadenaría la necesidad de integración. Los países que habían mantenido acalladas sabidurías ancestrales tendrían un patrimonio decisivo entre sus manos.
Un futuro a la orden de los nuevos artistas
Tres años antes de su fallecimiento Carlos Rojas me manifestó:
“Sé que tratando de expresarme y en mi proceso. He asistido a un cambio de valores tan radical, que veo que ha llegado el momento en que se abandonará por fin la herencia griega con su formulación estética.
“(…) Tengo la seguridad de que el próximo siglo vendrá con un planteamiento diferente en este sentido. Y que en su nueva definición de arte tendrá una incidencia definitiva la propuesta americana. Me embarga el deseo de ver cómo va a cristalizar todo eso. Y esa gran expectativa que tengo hace crecer en mí los deseos de vivir para llegar a ese mundo del futuro con toda mi experiencia y con todo el bagaje de conocimiento, de cultura y práctica que he acumulado”.
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