Mapa teatro: el laboratorio de artistas que sigue rompiendo fronteras

Revista Diners
El grupo Mapa Teatro, fundado en París por los hermanos Heidi y Rolf Abderhalden, le ha dado una nueva dimensión al adjetivo innovador. Es, de hecho, mucho más que un grupo, es un laboratorio de artistas que en cada creación ha logrado implementar nuevas estrategias y discursos. Mapa Teatro es pionero en las llamadas artes vivas, en las que las convenciones teatrales se expanden para dialogar con otras expresiones artísticas. Gracias a este lenguaje, sus producciones se convierten en una especie de huracán que arrolla al espectador.
Su historia, que es a su vez la historia de Colombia, está presente en los pisos dos y tres del Museo de Arte Miguel Urrutia de Bogotá en la exposición Mapa Teatro. Laboratorio de la imaginación social, 40 años, que se podrá visitar hasta el 6 de marzo de 2023.
Heidi Abderhalden asegura que el proceso de selección, de instalación y de transposición de las obras fue bastante dinámico y requirió de muchos ejercicios y conversaciones del grupo con la curadora Carolina Ponce de León. En un comienzo, la idea era hacer una retrospectiva que diera cuenta de la diversidad de su trabajo y cómo este atravesaba las fronteras formales y los límites del teatro, pero según Abderhalden, el efecto historicista le restaba esencia al trabajo y terminaba por anularlo.

“Así fue como surgieron las preguntas cardinales que le abrieron paso a la exposición de los laboratorios de la imaginación social; la matriz del tiempo en nuestro trabajo, los procesos, la transversalidad, las experiencias con comunidades experimentales, priorizar unos procesos sobre otros que dieran cuenta de nuestros modos de hacer, de pensar y de afectarnos”, asegura la artista.
Para Rolf Abderhalden, el reto al instalar el trabajo del grupo en el espacio del museo, aparentemente “neutro”, es romper su lógica espacial monolítica para que los cuerpos puedan afectar y ser afectados por lo que encuentran a su paso: capas de afectos, espaciales, temporales, narrativas, que se sobreponen como capas geológicas, históricas. “La ruptura del marco escénico implica, en su paso por el museo, la fricción con ese otro marco: intentamos trabajar con las potencias espaciales y performativas propias del teatro y de la arquitectura en el museo, siempre desde la perspectiva de un cuerpo y de un afecto”, explica.
La estructura de Mapa Teatro
El primer nivel de la exposición está dedicado a dos proyectos: Anatomía de la violencia en Colombia y Prometeos. El segundo, nombrado Atlas, está dividido en tres modalidades de laboratorios de investigación: imaginación social, al cual pertenecen variaciones de las obras Extrañas amazonas y Horacio; etnoficción, con La luna en el Amazonas y De los dementes o faltos de juicio, y la ficción de laboratorio, con Hotel Atlanta, una pieza inédita en la que, a través de videos, se recorren los espacios vacíos de la sede de Mapa Teatro en el centro de Bogotá.
En Anatomía de la violencia, Mapa Teatro exploró diferentes esferas de la violencia política en Colombia. Así, el grupo creó piezas como Los santos inocentes, que tomó como punto de partida la celebración que se realiza cada 28 de diciembre en el municipio de Guapi (Cauca), en la que los hombres, que tienen cubiertas sus caras con máscaras, reparten latigazos a quien se encuentren.
Discurso de un hombre decente, otra de las piezas que componen Anatomía de la violencia, nace de un supuesto discurso político que el narcotraficante Pablo Escobar tenía en el bolsillo de su camisa el día de su muerte. Para la exposición, las palabras de este falso discurso se convierten en un artefacto propio de una película de ciencia ficción, compuesto por pequeñas pantallas negras en las que se van desplegando las ideas de Escobar.

Por su parte, Prometeos reúne elementos de uno de sus trabajos más ambiciosos: Testigo de las ruinas, para el que el grupo registró y recogió testimonios de habitantes del barrio Santa Inés/El Cartucho, antes, durante y después de la construcción del parque Tercer Milenio.
Ximena Vargas, quien desde hace 25 años trabaja con Mapa Teatro, apunta que este conjunto de obras surgió de la necesidad de construir y conservar una memoria de este lugar, “al que Bogotá entera le había dado la espalda”.
El proceso de Testigo de las ruinas estuvo compuesto por tres momentos: un acto de reconocimiento con un grupo de antiguos habitantes del barrio, que se ejecutó sobre las ruinas del barrio; el registro videográfico del proceso de demolición del barrio y de la construcción del parque Tercer Milenio en ese mismo lugar y, finalmente, un ejercicio con Juana Ramírez, quien habitó la última casa en ser demolida y quien en un escenario preparó arepas y chocolate como las que hacía para vender en las calles del barrio Santa Inés.

“Testigo de las ruinas se ha presentado en diversas partes del mundo y, a pesar de ser una obra muy local, este impulso gentrificador que llevó a la decisión de demoler el barrio es común a muchas ciudades, que han visto la obra como un espejo de su realidad”, añade Vargas.
El segundo nivel ofrece la posibilidad de recorrer trabajos tan particulares como Extrañas amazonas, una “opereta marciana” a partir de la cinta de ciencia ficción mexicana Blue Demon contra las mujeres invasoras. En la muestra, la película original discurre en una pantalla principal, mientras que otras que están debajo proyectan la reinterpretación en video que realizaron tres transformistas colombianos.
“Los materiales se sincronizaron y condensaron en el presente y su relación reactualizó un trabajo de casi cuarenta años. El lugar y el momento en el que estamos es muy conmovedor. Han sido muchos años de insistencia, persistencia y sobrevivencia también”, añade Heidi Abderhalden sobre esta nueva manera de experimentar el trabajo.
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