“Mis textos tienen que ver más con Pastor López que con Dostoyevski”: Andrea Abreu
Mateo Arias Ortiz
Dos niñas de clase obrera que viven en Tenerife (Islas Canarias, España) anotan fragmentos de canciones del grupo dominicano de bachata Aventura en una libretica que ellas mismas llaman “La LiBrEeeTa De LasSsS KaNciOoNeS”. Esta es una escena de la novela Panza de burro, de la escritora española Andrea Abreu, quien está en Bogotá a propósito de la Feria del Libro.
La narradora y protagonista de Panza de burro cuenta que cuando se robó la libretica con su amiga Isora, tenía un letrero que decía la palabra ‘cuentas’ en la portada.
“A Isora se le ocurrió que le pegásemos un trozo de papel con cintasiva y le pusiéramos un nombre bonito con las letras parriba y pabajo como cuando escribíamos en el mésinye”, cuenta la niña en el libro.
Este episodio de la novela y este fragmento sirven para darse una idea de cuál es el tono de Panza de burro. Su lenguaje corresponde con el habla viva de Tenerife y lo que narra no pretende otra cosa que describir cómo era la vida rural de dos niñas en un ambiente precario y con dificultades.
“Quise hacer una novela que representara a la generación Z. Pero no tenía muchos referentes. Quizás el más fuerte era Rita Indiana, con la novela Papi. Pero es de los años 90, y creo que hacía falta hablar sobre el inicio de los 2000”, dice Andrea Abreu.
La identidad del lenguaje
Panza de burro ha vendido más de 45.000 copias, será traducida a diez idiomas y se habla de una posible película sobre esta novela.
Distribuida en Colombia por Rey Naranjo Editores, esta novela es también una declaración de principios sobre el uso del lenguaje y la identidad canaria respecto a la España continental.
“Me costó trabajo encontrar la forma en la que quería narrar. Creo que es porque en Canarias no estamos acostumbrados a narrar con nuestra variante del español. Tuve que adecuar la forma al contenido. Empecé a crear muchas formas lingüísticas desde cero, porque no están registradas en ningún lado”.
Así explica Abreu su singular forma de usar el idioma. En los párrafos de esta historia se entretejen onomatopeyas con contracciones y deformaciones de las palabras que emulan los usos coloquiales propios de la isla.
La escritora, que nació en 1995, no tuvo una formación literaria tradicional, así que sus primeras fuentes de referencias fueron la poesía popular, los cuentos que le contaba su papá y las canciones de Aventura que le ponía.
“Tuve que buscar mis propios referentes literarios y mi forma de escribir corresponde con ellos. Mis textos tienen que ver más con Pastor Lopez que con Dostoyevski”, dice Abreu.
Hijos del internet
Además de innovar en los referentes, temáticas y usos del español, Panza de burro también intenta reproducir de manera natural el sentir de una generación que creció marcada por la tecnología, la mensajería instantánea y los teléfonos inteligentes.
“Somos una generación nativa de la escritura. Escribimos cada minuto porque vivimos en el internet. Cada uno es potencialmente escritor. Yo quise llevar eso al libro”.
Así lo cuenta Abreu, y agrega que, según su visión, “la literatura y la poesía son espacios de libertad, y no permitirnos experimentar allí sería una estupidez”.
De ahí que a lo largo de las 181 páginas de su novela use con frecuencia términos como “mésenye”, “miniña”, “usté”, “verdá”, “fisquito” y demás. Todos esos usos son intencionales. La autora explica que le interesa que el lector se sienta “extranjero” al no entender cada palabra y que encuentre sentido solamente con el ritmo y el contexto de la narración.
De hecho, Andrea Abreu cuenta que varias veces le sugirieron hacer un glosario que explicara los significados de los términos que no se entienden. Sin embargo, para ella eso sería quitarle validez a su variante del español.
“Un glosario acepta que cada término tiene uno que le corresponde en el idioma supuestamente correcto. Eso es reconocer que hay una dependencia y una jerarquía que a mí no me interesa”.
“Yo nací y crecí en crisis, así que mi forma de escribir también es en crisis. Panza de burro es un libro escrito a pesar de la precariedad y en contra de ella. Si vamos a escribir para decir lo mismo y de una forma tradicional, mejor nos quedamos calladas”.
Esto concluye Abreu, quien conversará con la escritora colombiana Andrea Bendek en el Gran Salón Ecopetrol de la FilBo el viernes 22 de abril a las 6:00 de la tarde.