En un lugar de La Mancha, tras las huellas del Quijote
Camilo Calderón
Publicado originalmente en Revista Diners Ed. 277 abril 1993
La Mancha es el corazón de España, y no solo porque sea su centro geográfico. Lo es también del idioma castellano, y no es coincidencia el que su máximo mito literario saliera de allí, de esas tierras campesinas, pobladas de vides, olivares y molinos de viento.
La Mancha es la tierra de Don Quijote. Y, como dijera un experto en la ruta cervantina, “¿dónde encontrar mejores guías a la hora de hacer un viaje de placer, pero también de conocimiento, que el ingenioso hidalgo y su fiel escudero? Allá donde la belleza de un atardecer, el ancho campo y las aspas de un molino al viento nos llenen de ensueños e imaginaciones, estará con nosotros el Caballero de la Triste Figura.
Mas también a la hora de buscar el camino seguro, la comida sabrosa o el rincón de descanso, el bueno y realista Sancho podrá prestarnos inmejorables servicios”.
Constituida por las provincias de Ciudad Real, Albacete y buena parte de las de Toledo y Cuenca, hoy hace parte de la comunidad autonómica de Castilla-La Mancha.
Sin embargo, el centro sentimental de La Mancha sigue siendo Argamasilla de Alba, supuesta patria chica del Quijote y ese “lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiso Cervantes acordarse.
En Argamasilla de Alba, pequeñísima aldea típicamente manchega, con sus casas encaladas de blanco, puede verse todavía la llamada Cueva de Medrano, que sirvió de cárcel a cervantes en el año de gracia de 1000, es decir, cinco años antes que se publicase en Madrid, en la imprenta de Juan de la Cuesta, la primera parte del Quijote.
Allí también puede verse la casa del bachiller Sansón Carrasco, que siempre fue habitada por descendientes directos de ese apellido.
Una de estas casas debió de ser la de Don Quijote, y por su puerta de atrás, al alba de un caluroso dia de julio, cabalgando en Rocinante, “comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel”, hacia el lado sur de Argamasilla de Alba, en pos de Aldonza Lorenzo -Dulcinea- y de sus aventuras caballerescas.
Como se recordará, la primera salida fue breve.
El país del Quijote
La Mancha no solo es interesante por evocar la obra de Cervantes. Es un lugar con paisajes de extraordinaria belleza.
Cueva de Medrano
View this post on Instagram
#ViviryViajar #Famtour #España #RutadelQuijote #CastillaLaMancha #ArgamasilladeAlba #CuevadeMedrano
En este cuarto estuvo recluido Cervantes en 1600, cinco años antes que fuera impresa la primera parte de El Quijote.
En la segunda, nada más salir de Argamasilla, rumbo al norte, en Tomelloso o Campo de Criptana “descubrió treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y así como Don Quijote los vio, dijo a su escudero: —La aventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertábamos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas…”.
Walter Starkie afirma que “Criptana es el lugar más acogedor de toda La Mancha”: un pueblo muy blanco, un sol radiante y, sobre la pequeña colina, el conjunto de molinos más interesantes de toda la región, pues los países hispanoamericanos han rivalizado en levantar allí, molinos en honor de Cervantes.
La Mancha
Una escena detenida en el tiempo. En los lugares del Quijote se mantiene intacto el espíritu del siglo XVII. Al sudeste de Argamasilla, hacia Osa de Montiel, existen otros dos evocadores sitios cervantinos: las célebres lagunas de Ruidera y la cueva de Montesinos, que Don Quijote visitó en su tercera salida.
Las lagunas de Ruidera son quince y se encadenan desde 880 hasta 760 metros de altitud, formando como “quince bellas turquesas enlazadas unas con otras”, paisaje verdaderamente único y excepcional en España.
Sus nombres son tan sonoros como bellos: La Blanca, La Conceja, La Tomilla, La Tinaja, la de San Pedro, La Redondilla, La Lengua, La Salvadora, La Retana, La Morcilla, La Colgada, La del Rey, La Cueva de Morenilla, La Coladilla y La Cenegal.
En las proximidades de la laguna de San Pedro, o San Pecra como la llaman los lugareños, se encuentra la cueva de Montesinos, una de las más profundas de la región:
View this post on Instagram
“En estas y otras gustosas pláticas se les pasó aquel día, y a la noche se albergaron en una pequeña aldea, adonde el Primo dijo a Don Quijote que desde allí a la cueva de Montesinos no había más de dos leguas, y que si llevaba determinado entrar en ella, era menester proveerse de sogas para atarse y descolgarse en su profundidad.
Don Quijote dijo que aunque llegase al abismo había de ver dónde pasaba; y así compraron casi cien brazas de soga, y otro día a las dos de la tarde llegaron a la cueva…”.
Sancho y el Primo bajaron a Don Quijote, y cuando lo trajeron de nuevo a la superficie estaba profundamente dormido: encontró a Montesinos, héroe de caballería, y a otros personajes encantados, pero nunca sabría si la aventura en la cueva ha sido ficción o realidad.