Gay Talese: “Liu Ying, la china que botó un penalti”
Gay Talese
Publicado originalmente en Revista Diners Ed. 435 de junio de 2006
Después de celebrar su aniversario de bodas en un viaje por Europa, Gay Talese se encontraba en Frankfurt y decidió tomar una sauna y un masaje en el spa del Sheraton Hotel del aeropuerto.
“Dos horas después de haber estado en el gimnasio y disfrutado el masaje, me encontraba descansando en bata en el cuarto del hotel, leyendo algunas notas que había traído para el viaje. Entre los materiales había una carpeta titulada ´penalty errado por jugadora china: obra en marcha’. Contenía varios artículos sobre la Copa Mundial de fútbol femenino y mi carta a Norma Pearlstine, jefe de la revista Time, Inc., en la cual le sugería que debería escribir un artículo sobre Liu Ying”.
Talese decidió hacer el viaje a china:
“Al llegar a Beijing me registré en el China World Hotel y me asignaron una atractiva suite en el piso 14 con amplios ventanales desde los que se veían varias fulgurantes torres que se elevaban en el cielo polucionado de esa ciudad capital doblada por doce millones de personas de las cuales yo no conocía a ninguna.
Mi plan, hasta donde lo tenía, era conocer a alguien que me pudiera facilitar la conexión con Liu Ying. ¿Pero quién? Decidí que no sería inteligente contactar representantes del Ministerio Chino de deportes de manera directa, imaginando que simplemente me enredarían en trámites burocráticos, y también pensé que no sería productivo si fuese a la embajada americana, dado el estado de las relaciones entre nuestros países.
Creía, sin embargo, que una persona de beaverton, Oregon, podría ayudarme. “Era phillip H. Knight, el fundador y gerente de Nike Inc. […]
Yo sabía que la compañía estaba prosperando en el país, fabricando toneladas de zapatos tenis y empleando a miles de obreros chinos, y se me ocurrió que esta podría ser la vía de contacto […].
Le envié un fax explicándole mi misión y le recordé que un comercial de Nike mostraba a Michael Jordan hablando de las numerosas veces en las que falló tiros importantes y de los incontables partidos que había perdido por esa razón, pero expresando su determinación de seguir adelante, de lograr otra cesta […]
“Después de poco más de una semana en Beijing recibí noticias de la oficina de Patrick Wang, de Nike, diciendo que me esperaba enfrente de mi hotel a las dos de la tarde del día siguiente. Allí conocería a representantes de la Asociación de Fútbol, y así fue.
“Dos hombres asiáticos, uno delgado y de facciones angulosas, de unos treinta y cinco años, que llevaba un buzo negro y un blazer; y el otro robusto y más joven, con una camisa deportiva de rayas y un blazer idéntico, se dirigieron directamente a mí como si me conocieran.
Después de estrecharme la mano me entregaron sus tarjetas de manera casi ceremonial, y se presentaron: el mayor era Liu y el joven Li Duan […] Los seguí hasta un sedán negro cuyas puertas abrió un botones de uniforme rojo del hotel. Me senté atrás junto Li Duan mientras Liu ocupó el asiento del conductor.
A su lado estaba una atractiva mujer de ojos almendrados que llevaba puesta una blusa beige y una chaqueta gris. Se volteó sonriente mientras me extendía su tarjeta de presentación. Su nombre era Chen Jun. Pertenencia a la sección periodística de la Asociación de Fútbol. Como las otras tarjetas, estaba escrita en inglés por un lado y tenía caracteres chinos por el otro, y en la esquina izquierda había una pequeña imagen de la Ciudad Prohibida sobre un balón de fútbol […].
“Nuestro viaje duró más de una hora sin que alcanzáramos nuestro destino. Después de llegar al final de Bulevar Chang’an volteamos a la derecha y circundamos la rampa hasta una moderna autopista (…) Mientras andábamos tuve conocimiento por Li Duan del equipo femenino de fútbol.
Por su tarjeta no podía saber exactamente cuál era su papel en la Asociación de fútbol, pero me dijo que había sido atleta, que había jugado fútbol durante unas cuantas temporadas en su liga municipal y que normalmente trabajaba como asistente administrativo con diversas funciones, entre ellas de ser intérprete, aunque se excusó por no ser suficientemente apto para esa tarea.
En cuanto al equipo nacional femenino, Li Duan afirmó que probablemente era mejor que el masculino, cuyos jugadores eran perezosos y laxos. Le dije que recientemente había leído una opinión similar en la sección de deportes del china Daily; de hecho había visto una caricatura que mostraba a un jugador de fútbol que conducía un carro deportivo, abrazando al mismo tiempo una mujer de cabello rizado que fumaba un cigarrillo y sostenía un montón de billetes y en la otra mano una botella de coñac. Al lado, posando en un pedestal, una mujer con uniforme de fútbol abrazaba un gran trofeo […]
“Por su parte el equipo femenino aun antes de pisar el campo en California para jugar con las norteamericanas había recibido una llamada telefónica de la Oficina del Presidente Jiang Zemin en Beijing, diciéndole que serían recibidas como heroínas al regreso, sin importar lo que sucediera en la final de la Copa Mundo.
Previamente en mi hotel yo había escrito una lista de preguntas para mi entrevista con Liu Ying, y en el carro se las mostré a Li Duan, con la esperanza de que fuera capaz de entender mi inglés lo suficientemente bien para traducirlo al chino y transmitírselo a la jugadora. También le di un artículo de The New York Times escrito por George Vecsey, publicado algunas semanas después que Liu Ying fallara el penalti que dio como resultado el triunfo del equipo norteamericano, donde cuestionaba la ética y las tácticas usadas por la arquera norteamericana Briana Scurry cuando tapó el tiro de Liu Ying en los minutos finales en el Rose Bowl.
“¿Cuándo es juego limpio y cuándo es trampa?, Se preguntaba el titular del Times, y en el artículo George Vecsey explicaba al comienzo:
“El Campeonato del mundo estuvo en la balanza cuando Briana Scurry se paró en la línea de gol el 10 de julio en el Rose Bowl. La arquera americana había escogido su víctima, la tercera jugadora china que debía patear el penalti decisivo para ganar la copa mundo de mujeres.
´“EI lenguaje corporal de esa muchacha no se veía muy positivo´, dijo luego Scurry. ´No parecía que quisiera cobrarlo. Había corrido por la punta y estaba cansada’. Yo la miré y dije: ´esta es mía´”.
Se trataba de escoger qué oponente era más débil. Pero otra cosa era la decisión de Scurry sobre cómo atajarlo. Según lo admitió ella misma, decidió pasar por alto las reglas de tiro penalti.
“En un rápido y ya entrenado movimiento, Scurry se adelantó dos pasos –violando el reglamento- y disminuyó el ángulo de Liu Ying, su oponente. Con soberbios reflejos, Scurry se estiró hacia la izquierda y desvió el tiro de Liu hacia un lado de la portería. Esa parada le dio pronto a los Estados Unidos el campeonato y los nuevos aficionados del fútbol admitieron que se les aguaron los ojos al ver la celebración de Scurry.
Desde entonces la serena arquera se ha convertido en una de las más populares entre los Yankis aunque haya habido muy poca crítica al hecho de que las norteamericanas tuvieran que quebrantar una regla en aras del triunfo…
“Li Duan examinó el artículo de Vecsey durante unos minutos sin comentarios, y entonces volcó su atención hacia mis cuestionario para Liu Ying:
“1 ¿Cuál es su reacción frente al artículo de Nueva York Times que cita a Briana Scurry diciendo que había escogido a su víctima -´Esta es mía´-, que su ´lenguaje corporal no se veía positivo´ y que parecía que usted no quería patear el penalti y que estaba ‘cansada’ de correr por la punta?
“2 Después de bloquear su disparo, alguna gente dijo que Briana Scurry había ‘violado las reglas’. ¿Cree usted que fue así?
“3 Después que el juego perdió y abandonaran el campo, ¿qué le dijeron sus compañeras de equipo y su entrenador? ¿Qué cruzaba por su mente entonces y después durante el largo vuelo de regreso a China?
“4 Han pasado tres meses desde que usted erró el tiro. ¿Aún lo recuerda? Si es así, ¿cómo se preparará para el próximo penalti que tenga que patear, quizá en los próximos juegos olímpicos de Australia cuando podría enfrentarse de nuevo a Briana Scurry? […]
“Bueno y ¿qué opina?’, le pregunté a Li Duan después de que me devolviera el papel. Dijo ‘No problem’. ‘¿Quiere decir que todas mis preguntas son pertinentes?’, Repitió ‘No problem’. Era la respuesta común entre los chinos que no hablaban bien el inglés […]
“Luego fuimos al estadio y conocí a Liu Ying. Era de cara redonda, de aproximadamente un metro con sesenta, y trataba de sonreír aunque parecía bastante tímida. Nos estrechamos las manos. Dijo algo en chino que yo presumí eran palabras de bienvenida.
Enseguida nos guió por el pasillo a su habitación, un pequeño espacio de cerca de tres metros por tres con cincuenta. Había dos catres contra las paredes, cubiertos con cobijas verde oliva como las del ejército. Si tenía una compañera de cuarto, y supuse que la tenía, aquella no estaba.
No había sillas. Liu Ying me hizo un gesto para que me sentara junto a ella en el catre, mientras el intérprete se sentaba en el de enfrente. Trate de presentarme y explicar porqué había venido a China para verla, pero fue un proceso lento y enrevesado. Yo le decía algo en inglés y hacía pausas mientras el intérprete se las comunicaba en chino, pero esto nos llevó a cantidad de preguntas y respuestas entre ellos en chino.
Finalmente dijo que no entendía lo que yo trataba de decirle. O que él no había sabido traducir bien.
“Entonces, le extendí el artículo de George Vecsey y esperé a ver cómo respondía a la fotografía que la mostraba mirando impotente cómo Briana Scurry detenía su disparo. Le señale el titular del artículo: ‘¿Cuándo es juego limpio y cuándo es trampa?’, Y le pedí al intérprete si podía traducir esa pregunta. Le mostré de nuevo la lista de preguntas.
“Después de un largo rato de conversación entre ellos, ella dijo que no le gustaba lo que se decía sobre ella en el Times. Que no le gustaba de Briana Scurry. ‘Sí, estaba cansada -reconoció-, pero todas las muchachas en el campo lo estábamos. Habíamos jugado dos tiempos extras’. Censuró a Scurry por violar las reglas. ‘¿Cómo puede una persona como ella ser llamada ganadora?’, preguntó.
“Acerca de cómo se sintió después de errar el tiro, dijo que había llorado. Comentando el vuelo de regreso a Beijing, admitió que pensaba: ‘Espero que nunca lleguemos. No quiero que este avión llegue a Beijing. Debería quedarse en el cielo para siempre’.
“Esta última respuesta me golpeó. Lo estaba escribiendo cuando de pronto entró en la habitación el hombre que nos había llevado hasta allí, Liu Dian Qiu. Se paró junto a la puerta y le habló con firmeza al intérprete, censurando que le hubiese mostrado el artículo del Times. De inmediato salimos.
“Tiempo después recibí un mensaje de Liu Ying: ‘Para mi madre fue muy difícil criar a sus tres hijos porque tuvo que superar muchas dificultades. Desde cuando era muy joven amé los deportes y necesitaba estar fuerte para hacer los ejercicios, así que mi madre me preparaba una comida especial.
Mi madre no entiende el fútbol y no va a ver los partidos. Comencé a vivir en el dormitorio del colegio desde los doce años y sólo regresaba a casa en vacaciones. Pero mi madre me da un amor de madre. Ella ha sido mi pilar espiritual’”.
Tiempo después, Gay Talese estaba en su hotel cuando el conserje le dijo que tenía visitantes esperándolo en el café. “cuando entramos vi a mi intrépido intérprete, Li Duan, llamándome con su mano derecha y con una amplia sonrisa en el rostro.
“Me siento muy feliz de que esté aquí’, me dijo. ‘Lo he llamado por teléfono a su habitación muchas veces, sin respuesta’. “Entonces, mientras me señalaba a una mujer sentada en una de las mesas, me dijo: ‘Le he traído a esta dama, que es la madre de Liu Ying’”…