Así nació la Navidad

Juan Carlos Ovalle Useche
Los pueblos cristianos tienen costumbres diferentes para celebrar la Navidad. Aunque esta conserva en todas partes una semejanza y unas características que descubren un origen común, cada nación la acomoda a su idiosincrasia.
La celebración religiosa la instituyó, en el año 138, el obispo Telésforo, pero que se fijó el 25 de Diciembre a partir del siglo IV. El día y su nombre se deben a la fiesta pagana del solsticio de invierno llamada “nacimiento del Sol“ (natale, en latín).
Del solsticio al salvador del mundo
Era el día de homenaje a la luz, que se tradujo en Jesucristo como Luz del Mundo, y que luego dio origen a la tradición de iluminar pesebres, árboles, casas y calles.
La celebración de Navidad empieza con el adviento o preparación, el domingo más cercano al día de San Andrés, que es el 30 de noviembre. Incluye los cuatro domingos anteriores a la Nochebuena y es de allí de donde surge la conocida corona de los países escandinavos, que hoy adorna puertas, ventanas e interiores de casas en casi todos los países que celebran la Navidad.
Se hace de hojas de abeto o muérdago y se orna con cuatro velas que simbolizan los cuatro domingos de adviento. La difundida fiesta de Santa Claus, San Nicolás, Sankt Klaus o Papá Noel, que según las leyendas existió en Asia Menor, se celebra el 6 de diciembre en Alemania, Estados Unidos y algunos Países europeos y asiáticos.
Por el viejo Santa Claus
Se ha ido integrando a las fechas de Navidad y Año Nuevo, promovida por los países anglosajones. Inicialmente, Santa Claus iba vestido de obispo, con túnica y sobrepelliz blanca, tocado con una mitra, y empuñaba una cruz. Ante los cambios de su aspecto, pasó a ser Papá Navidad (Nöel, en francés). De su leyenda, que lo muestra bondadoso con un noble fracasado a quien le regaló tres barras de oro, que depositó en sus botines, se deriva el uso de los regalos para los niños en las botas de Navidad.
En Estados Unidos se le escriben cartas pidiéndole obsequios y se las envían al Polo Norte. Esto originó las cartas al Niño Jesús, lo mismo que un servicio especial, con rasgos comerciales, de las oficinas de correos de Alemania.
Ciervos alemanes alumbran la Navidad
El trineo y los renos son parte de las costumbres nórdicas. En Alemania, como antesala navideña está el día de San Martín (11 de noviembre) o fiesta de la luz y el fuego. Hogueras nocturnas y desfiles de linternas son el principal atractivo. Los niños salen a pedir dádivas en la noche, como en San Nicolás o Halloween. Al día siguiente los premian con wecken o semmel, panecillos de harina de trigo con pasas.
Algo similar ocurre en la Feria de San Ambrosio, en Italia, con los niños pobres. Prácticamente desde octubre se comienzan a adornar calles y almacenes con motivos navideños.
Esto forma parte de una costumbre que aún se mantiene en ciertos pueblos europeos: las compras en las ferias de Navidad. Muy arraigadas entre los españoles, se llevan a cabo en la vía pública y se ofrecen toda clase de productos destinados a regalos, pesebres, adornos y hasta comidas de Navidad. En un principio estaban situadas alrededor de las iglesias, pero ahora se han extendido a otros lugares.
Para alemanes, franceses e italianos es clave el recorrido por los Mercados de Navidad o del Niño Jesús. Hay unos que ya son una institución, como el famoso de Nuremberg o el negocio del freidor, de comida italiana.
Los villancicos no son colombianos
No los cantos navideños son otra forma de celebración. Nacieron en el Medioevo y tuvieron su auge en los siglos XIV y XV. En Italia, alrededor de altares en honor del Niño Jesús se reúnen los piferari o dúos de flautistas ambulantes, mientras que la gente canta y ofrenda sus oraciones. También se les ve por las calles, igual que a los intérpretes de la zampoña o a los cantantes de salmos.
De Francia son célebres los nöels, que corresponde a nuestros villancicos y que se entonan alrededor del pesebre durante la novena de aguinaldos. En Inglaterra y Alemania surgieron los villancicos, entonados en los hogares, como alusión a pasajes de la Biblia. El germano stille nacht (Noche de Paz) es el más popular en el mundo entero y se canta en templos y casas desde hace más de siglo y medio. De estos dos últimos países son también los grupos de músicos y cantantes de villancicos que van por las calles recibiendo ofrendas de los adinerados y homenajes con decorados árboles de Navidad en pasajes y plazuelas. Tanto cantos como desfiles se han extendido a gran parte de Europa y América.
Los cultos y ceremoniales de la Nochebuena han disminuido para dar paso a eventos sociales e íntimas reuniones familiares tomadas de la costumbre de países que viven la época navideña bajo el rigor del invierno.
Un éxodo a Belén
Aún se mantienen las multitudinarias peregrinaciones a Belén y ciertos actos religiosos que se inician, en su mayoría, hacia las diez de la noche. El principal es la misa de gallo, que celebran protestantes y católicos en Italia, Francia, Alemania y los pueblos latinos. Para los episcopalianos es fundamental el servicio de comunión a la media noche, y para las iglesias ortodoxas la Vigilia de Nochebuena.
El pesebre o presepio recibe al Niño Jesús en medio de gran alborozo. Nació de San Francisco de Asís, quien hacia representaciones teatrales publicas similares a los Misterios, en el siglo III. Hacia 1700 la costumbre pasó a los hogares, y a comienzos de este siglo se popularizaron los pesebres de las figuras talladas, o Belenes, que se fabrican desde la Edad Media.
A excepción de Estados Unidos donde se usa más en las iglesias, el pesebre familiar se encuentra extendido por el mundo en miles de formas, desde los pequeñísimos y rudimentarios hasta los refinados y muy hermosos como los napolitanos de fina talla coralina, los provenzales de hermosas vestimentas o los bávaros de cuidadosos detalles.
La luz del pesebre
Con el pesebre iluminado hay otros homenajes a la luz. Uno de ellos es el Tronco de Navidad, una tradición que vive en muchos pueblos de España, Francia, Italia e Inglaterra. Por lo general es un trozo de olivo, roble, encina o pino que se coloca al lado de la chimenea. En Nochebuena los niños lo golpean para que libere los regalos de Navidad.
Luego entra a formar parte de la lumbre hogareña, en medio de súplicas y oraciones. El uso del tronco se deriva del árbol de Navidad, símbolo de abundancia y bienestar que escandinavos, suizos y alemanes empezaron decorando con adornos, regalos y golosinas. Pinos y abetos son hoy reemplazados por árboles sintéticos repletos de luces intermitentes, que incluso alumbran en locales comerciales y avenidas.
Los regalos de Navidad emulan los presentes de los Reyes Magos a Jesús. Hay europeos que también regalan en Año Nuevo y la Fiesta de Reyes, pero lo mundialmente común es hacerlo en torno al árbol o el tronco de Navidad. Gran parte de los americanos los reparten por intermedio de alguien disfrazado de Papá Noel o bajo las almohadas de quienes duermen al amanecer del 25. Los regalos han originado bonificaciones laborales como la llamada “Prima de Navidad”.
Buena suerte de Navidad
Los saludos de Navidad, portadores de buena suerte, son lo único que se mantiene igual en todos los países que celebran esta fiesta. El “¡Feliz Navidad!” nunca falta, ni verbalmente, ni en mensajes o tarjetas.
Antes o después de la media noche, la Cena de Navidad tampoco está ausente en ningún país. En España y otros países latinos es un rito la compra del pavo en un mercado especial. Como plato central se le acompaña de sopa, cocido, turrones y vino o champaña.
Otros lugares prefieren el besugo, los mazapanes, los pudines y las tortas. Alemania y Polonia prefieren el ganso como base de la cena. También es come pescado y carne de cerdo con pan de especias, pastas y manzanas asadas. Para beber no falta la cerveza, el ponche o el inglés grog.
Las comidas de Navidad
Italia gusta del pavo, la anguila y pescados como la sarda o el salmón, acompañados de pastas y ciertos postres. De Francia es favorita la pava rellena de castañas, el salmón ahumado, las anguilas y las torcazas. En fin, son muchos los manjares y bebidas que complementan el banquete navideño y que otros países han copiado o amoldado a sus recetas.
A las costumbres tradicionales de Navidad se han sumado muchas otras, como las predicciones lunares, las orlas de muérdago, acebo y espino o los festones rojo, verde y blanco, que incluso predominan por doce o trece días más, hasta el cierre de la epifanía.
Lo importante es que la Navidad conserva su esencia, independiente de las múltiples formas de celebrarla, y sus detalles siguen convocando a la familia y a los pequeños círculos sociales en torno a momentos de fraternidad, unión y fortaleza de valores.
Publicado originalmente en Revista Diners Ed. 273 de diciembre de 1992