Stravinsky, un estudiante de leyes que revolucionó la música sinfónica
Bernardo Hoyos
Igor Stravinsky nació el 17 de junio en Oranienbaum, un pueblo cercano a San Petersburgo, hoy llamada Leningrado. El padre de este genio musical del siglo XX fue bajo en la ópera y su madre pianista.
Sin embargo, a pesar de haber aprendido a tocar el piano a los 9 años de edad, Stravinsky se inscribió en la Facultad de Derecho de San Petersburgo. La conmocionada sociedad rusa de comienzos de siglo, cuya élite burguesa apuraba contactos con Occidente, pronto lo desilusionó de su destino de abogado y lo sorprendió al descubrir las composiciones de Franck Fauré, Dukas, Debussy y Ravel.
Foto: Archivo Diners.
La juventud del genio de la música
A los 25 años, Stravinsky, quien se había consagrado al estudio de la instrumentación y la composición, inició su célebre carrera de compositor. Sus creaciones se nutrieron en los cantos populares rusos pero adoptaron en la concepción de Stravinsky una osada forma de ritmos violentos y rica politonalidad.
Durante la Primera Guerra Mundial, Stravinsky se refugió en Suiza. Tras la victoria bolchevique se negó a regresar a su patria y se instaló en Francia, donde se nacionalizó. Después de la Segunda Guerra Mundial se estableció en los Estados Unidos. En 1962 fue invitado oficialmente a Moscú por el gobierno soviético.
En los últimos años de su vida, en un apasionado arranque creativo, se adhirió a los postulados de la Escuela de Viena y buscando nuevas posibilidades expresivas a la composición, exaltó la música dodecafónica serial. Muchos de sus admiradores quedaron sorprendidos, pero siguieron con interés su desconcertante tarea creadora, la que finalizó con su muerte en Nueva York, ocurrida en 1971.
En acción en el Hollywood Bowl, en 1965. Un director de movimientos precisos y escasos. Su sentido rítmico era tan elocuente como el de su música. Queda un testimonio muy completo e indispensable de su arte como director en discos.
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Foto: Archivo Diners.
Con el poeta Yevtushenko, Vera, su esposa y Lilian Libman, autora de “Los últimos días de Stravinsky”, crónica casi proustiana, inteligente y llena de humor. Libman fue la agente y gerente de las actividades del maestro en sus últimos doce años.
Foto: Archivo Diners.
Una inspiración para otros artistas
Picasso retrató muchas veces a Stravinsky. Fueron grandes amigos, compañeros de tareas en los ballets rusos y, en cierta forma la creación de ambos marca un ritmo paralelo en el desarrollo de la sensibilidad artística de este siglo.
Foto: Archivo Diners.
Este admirable dibujo es de los más célebres de la iconografía de nuestro tiempo. El retrato, dice un amigo común de los dos genios, “con su trazo fuerte, definido y su enorme simplicidad, es a la vez un reflejo del arte austero y vital del compositor”.
La foto, tan conocida como los dibujos de Picasso, corresponde a una serie de ensayos con la cámara de Arnold Newman, el célebre fotógrafo norteamericano. El acontecimiento discográfico del Año Stravinsky es el álbum de la CBS en su serie limitada “Masterworks”.
Durante 40 años Stravinsky dirigió obras orquestales y de cámara, de ópera y piano, bien sea en sus propias interpretaciones o de otras supervisadas por él.
Foto: Archivo Diners.
“Quizá no existen dos personalidades que hayan tenido un mayor impacto en la música del siglo XX que Igor Stravinsky y Serge Diaghilev (1872-1929) Aparecen aquí a comienzos de los años veinte cuando se dedicaban de lleno a sus trabajos neoclásicos que sustituyeron el vigor y la crudeza campesina de sus primeros ballets”, dice Menuhin en su libro “La música del hombre” que compendia los textos de su excelente serie de TV presentada hace poco en Colombia.
Foto: Archivo Diners.
En 1914, en una curiosa foto, vestido con los atuendos de su elegante juventud parisiense. Era uno de los astros en los ballets rusos de Diaghilev.
De la música y otras creencias
Agosto 18 de 1963, catedral de San Francisco en Santa Fe, Estados Unidos Stravinsky recibe la Orden Papal de San Silvestre. “Nunca lo vi más serio; sabía que al recibir la bendición de Roma, la Orden se reservaba exclusivamente a católicos romanos.
Fue una de las muy pocas distinciones que aceptó en su vida”, anota Paul Horgan en sus “Encuentros con Stravinsky”. Su profunda fe y religiosidad se manifiestan en “La sinfonía de los salmos” de 1930 y en la “misa” para voces y cobres, dos de sus obras maestras.
Foto: Archivo Diners.
Con el compositor mexicano Carlos Chávez, en 1961. Stravinsky viajó por la América Latina en esa época. Estuvo en Bogotá, donde dirigió y fue entrevistado en la TV por Otto de Greiff.
Foto: Archivo Diners.
Con Jean Cocteau, autor del texto para “Edipo Rey”, de 1927, una de las obras maestras del periodo llamado neoclásico. El texto latino de este oratorio actualiza la tragedia griega y a la vez le confiere un tono arcaico de singular efecto dramático. Existe un disco clásico de esa obra con la narración del propio Cocteau y la dirección de Stravinsky.
Foto: Archivo Diners.
Vera de Bosset, última esposa del compositor, mujer de enorme talento, diseñadora bailarina, compañera ideal en las últimas décadas de la vida de Stravinsky.
Foto: Archivo Diners.
Bibliografía del gran Stravinsky
“Stravinsky”, de Sopena, en castellano, por supuesto, es uno de los estudios más serios y bien escritos en nuestra lengua, por el musicólogo y crítico español. Alfredo Casella, el músico italiano, escribió también una notable serie de ensayos condensados en un libro.
Las “Crónicas de mi vida”, en dos tomos, y editadas hace años por Sur de Buenos Aires, es una autobiografía seca, sin adornos y al punto, como la música del autor. “Poética musical”, un ensayo profundo y claro sobre los problemas de música que recoge una serie de conferencias universitarias.
Las “Convenciones con Stravinsky”, de Robert Craft, su secretario y confidente en los últimos años, es una crónica variada sobre la amplitud de los intereses y el mundo privado del compositor.
El artículo Stravinsky, un estudiante de leyes que revolucionó la música sinfónica fue publicado originalmente en Revista Diners Ed. 149 de agosto de 1982