“Alguien como Fanny Mikey volverá a nacer en cien años”

Edna Juliana Rojas
En Diners recordamos a Fanny Mikey como la madre teatral que construyó un sueño que hoy vive en cientos de artistas y templos teatrales.
En esta entrevista, publicada originalmente en agosto de 2021, Daniel Álvarez, gestor cultural e hijo de Mikey, nos recuerda los grandes momentos de la argentina en Colombia.
30 años de teatro con Fanny Mikey
Estamos hablando de tres etapas distintas. La primera, cuando Fanny Mikey lo armó. Ella demostró con el TEC (Teatro Experimental de Cali) y el TPB (Teatro Público de Bogotá) y sus cafés conciertos, que era mujer de la cultura y la gente confiaba en su nombre.
Las temporadas eran de martes a sábado y todas estaban llenas porque no había oferta cultural. Lo que hizo Fanny fue presentar obras universales e invitar a actores de teatro que fueran reconocidos en TV, como Pepe Sánchez, Carlos Muñoz, Consuelo Luzardo, porque así el público les creía más.
Sin embargo, la financiación era complicada. En esa época no existía una política de patrocinios. Ella empezó a decirles a las empresas: “apóyeme y yo lo digo públicamente que esa marca respalda la cultura en Colombia”.
Algo importante estaba pasando y la gente quería hacer parte de eso. Además, Fanny aprendió que había que reinventarse, porque vio que no podía mantenerse solo con unas obras. Ella quería que el teatro fuera una industria, pagarles bien a los actores, desde los ensayos, que para esa época no se hacía.
Entonces alternaba obras dramáticas con comedia. Ahí le cayeron otros teatros acostumbrados a una programación diferente. Además, el Teatro Nacional no tenía compañía estable, entonces mucha gente se le vino encima. Ella dijo: “Esto es una sala para la gente que no tiene sede” y le empezaron a decir que era teatro comercial y no reflexivo.
La cumbre de Fanny Mikey
Entonces viene lo que muchos llaman “la obra cumbre de Fanny”, que fue la creación del Festival Iberoamericano de Teatro.
Inicialmente iba a durar una semana y fueron 10 días, iba a ser solo Iberoamericano y terminó trayendo invitados de todo el mundo. Pero esa primera etapa termina con la bomba que pusieron aquí en el teatro, en la mitad del Festival.
Cuando todos pensaron que hasta ahí llegaba, Fanny Mikey dijo, ¿y por qué no seguir? Todo continuó y a los 4 días el cierre fue multitudinario en la Plaza de Bolívar. Ramiro Osorio, dirigente cultural, recuerda: “Se demostró la insurgencia del pueblo contra el horror”.
Entre el drama y la música
La segunda etapa viene al final de los 80 y principio de los 90 cuando empieza a crecer la oferta de eventos culturales como conciertos. Entonces Fanny tiene que empezar a luchar con eso y nacen los musicales y continúa el Festival.
Como era ella, muy fresca y frentera, empieza a elaborar otro tipo de gestión. Se arriesgó con ciertos, comedias y obras políticas.
Esta segunda etapa acaba con una anécdota muy conocida, cuando el Festival de 1998 termina con cifras en rojo por una nueva política de recursos de las entidades del Distrito.
Entonces Fanny Mikey llamó al presidente del momento y le dijo: “El Festival terminó, todo el mundo lo amó, pero quedé con cifras en rojo. Necesito que me prestes plata o si no, me hago el harakiri en la Plaza de Bolívar”, él se rió y le dio el dinero como preproducción para el siguiente Festival.
Con el último aliento…
Esa etapa estuvo llena de una sobreoferta en la que la gente no le pasaba al teléfono y empezó a pedir dinero a instituciones internacionales en España, Alemania, Estados Unidos. Ella decía que pedir plata era lo peor que había.
En esta última etapa fue recogiendo lo que había cosechado, estaba cansada, su cuerpo le decía “para” porque no puedo más. Ella tenía alma de niña, pero su cuerpo no. Fue una etapa muy difícil. Ella estaba muy triste.
Decía eso tiene que cambiar. Y todo va a tener que volver a lo mismo y cambiar. Quería dejar los cimientos pero no alcanzó. Ella se fue y no los dejó. Empezamos todos a ver cómo hacíamos una gestión distinta.
¿Qué pasó cuando Fanny Mikey se fue?
Se vivió una crisis que hoy creo que se pudo evitar. Todo llegó a los medios y fue un escándalo. Todo se desorganizó completamente, porque se abrió el proyecto y eso llego a oídos de las empresas y cuando hay escándalo nadie quiere entrar ahí.
Hoy las estructuras han cambiado. Los que toman las decisiones son jóvenes y ellos prefieren darle la plata a un concierto que a una obra de teatro porque le trae más gente. Ahora todo son cifras, esquemas, cuadros.
Ahora con la distancia digo, “cómo superamos los dos años”. Estaba aún la estela de ella. Muchos querían trabajar para no dejarlo caer, pero ese modelo se agotó y tuvimos que empezar a crear más estrategias. Si siguiéramos haciendo el mismo esquema de trabajo, Fanny Mikey estaría furiosa porque no le aprendimos nada.
Hacer lo que le gusta y reinventarse, eran sus claves. Ella programaba lo que como espectador quería ver. Ella sabía lo que el público quería ver.
¿Cómo han sido estos años sin ella?
Ella siempre involucraba su casa y el trabajo. Había un estreno y las fiestas eran en su casa. Los actores eran sus mejores amigos.
Entonces se vuelve una gran ausencia en ambos lados. La costumbre de esa dinámica nos llevó a que todo estuviera en torno a ella y cada uno se siente huérfano.
Ya no se pueden confrontar cosas, que ella nos escuche porque era buena consejera. El teatro estaba todo organizado en torno a ella.
Ella era todo. Sin darse cuenta creó una marca con su imagen. Con el Teatro Nacional se generó el tipo de relación tan cercana. Se va Fanny y la gente cree que empieza a perder credibilidad.