Florence Thomas: la belleza, la sexualidad y el amor

Vista por admiradores y contradictores como irreverente, heroína, perseverante, loca, bruja o sacrílega, Florence Thomas es la enamorada de un país caótico donde la mujer todavía tiene muchos espacios por conquistar.
 
Florence Thomas: la belleza, la sexualidad y el amor
Foto: Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá
POR: 
Myriam Silva Vanegas

Criada bajo los preceptos del catolicismo, Florence Thomas hizo la primera comunión. Se casó -esa fue la última concesión hecha a sus padres con la bendición de los que hoy son sus más ardientes contradictores-. Sabe que el cielo le ha caído sobre su cabeza y piensa que ya la han excomulgado veinte veces.

Destaca mujeres bíblicas como Eva, quien al morder muy inteligentemente la manzana le permitió a la humanidad saber qué es el bien y el mal, y considera terriblemente aburridor vivir en el paraíso. “Yo espero no ir al paraíso, más tarde, porque quiero encontrarme con la gente chévere de este país y deben estar todos en el infierno”, dice Florence Thomas.

Loca, sacrílega, fea, bruja, imperialista, macha y ácida según un gran sector de hombres machistas colombianos y por la mayoría del poder eclesial del país, para otros es la intelectual, la heroína, la amiga, la madre. La francesa que llegó al país en 1967 por amor. Es la mujer. Ha dicho lo que ha querido y ha logrado hacer menos dura la carga de ser mujer a muchas que no son capaces de expresar sus problemas, enseñándoles a tratar de superar siglos de silencio con la palabra, con los discursos que le salen del alma.

La figura de la mujer

Sin embargo, a veces no quisiera ser Florence Thomas, porque para ella es una carga dura. Creen que es muy fuerte, agresiva y que detesta a los hombres. Pero con sus casi ochenta años está estresada con la responsabilidad que le ha sido asignada desde que acogió la bandera del feminismo, en un país que no era el suyo, veinte años atrás y luego de su separación y de haber buscado en la izquierda respuestas a su condición de mujer.

Detrás de la figura de mujer, detrás de sus arrugas, que para ella son pedazos de vida, detrás de su voz imponente y seca y sus manos decididas, se encuentra atrapada una mujer frágil que recibe insultos, que tiene problemas de colon; una mujer a la que le duelen los huesos.

Florence Thomas
Foto: www.instagram.com/azuquita.prieta/

La totalidad de Florence Thomas está a veces en desequilibrio, ella quisiera que la gente supiera más que se ha enamorado como todo el mundo y que ha sido celosa como todas, que ha perdido energía y se siente cada vez más débil.

Crítica por excelencia

Florence Thomas, sicóloga graduada de la Universidad de París, gracias a su experiencia como docente en la Universidad Nacional descubrió a través de los ojos de una mujer enamorada la pobreza del país, la riqueza de su gente, el e1nbrujo de sus paisajes y no quiso estar entre franceses para descubrir un nuevo mundo. Divisó a Colombia desde la alma mater –a los 15 días de haber arribado empezó a dar clases-. Vivió los años setenta, el Moir, el marxismo-leninismo, la guerra en la universidad, y esto le permitió entender la complejidad de nuestro país.

Fue catalogada como imperialista por sus propios alumnos, por el hecho de ser extranjera, pasó la prueba y ganó su propio espacio. Pero no se quedó bajo la sombra. Su separación y el sentirse impotente, con dos hijos pequeños, la hicieron pensar sobre la condición de la mujer y la inexistencia de estudios serios sobre los derechos femeninos en ese país que conoció con morral en la espalda, caminando por las veredas, comiendo tamal en las plazas de los pueblos y haciendo camping a la orilla de cualquier río. Halló una Colombia tocada por la violencia y la pobreza, pero una violencia menos explícita, menos manifiesta, menos dura que la actual.

La academia y la coyuntura de finales de los años setenta gestaron los debates, las reuniones con un grupo de docentes y la constitución de Mujer y Sociedad. Entre los muchos resultados y los muchos estudios ad honorem del grupo, al cual pertenece Florence, llegaron a conclusiones polémicas, como la necesidad de legalizar el aborto.

La batalla feminista en Colombia

Aclara que no le gusta que le digan pro-abortista, sino que la mujer colombiana y las feministas deben ser pro-escogencia: “El Estado debería permitir a la mujer que decida sobre su propio cuerpo y su vida, yo nunca obligaría a una mujer a abortar, pero si ella quiere interrumpir su embarazo es justo que tenga la posibilidad de hacerlo sin culpas, sin peligro para la salud, sin llevarlo a cabo de una manera clandestina. Una mujer que decide abortar no lo hace con felicidad ni riéndose a carcajadas, sino con un dolor inmenso. La mujer tiene que hacerlo más en un estado que la pone contra la pared, que le quita el empleo cuando se enteran de que está embarazada”, añade Florence Thomas.

Este tema en Colombia es una verdadera batalla. “Un país premoderno, con atavismos, con un legado colonial, una religión fanática y una de las iglesias más anticuadas e inquisitorias. Solo basta oír hablar a los obispos de las mujeres, eso es para suicidarse”, dice la sicóloga.

Patriarcado acumulado

Para ella hay una dosis enorme de patriarcado acumulado, de misoginia. Cree que es una batalla perdida para la Iglesia y sobre eso no retrocederá. El fallo de la Corte Constitucional que permitía abortar a las mujeres violadas que quedaban embarazadas, lo están demandando los obispos y parece que pueden ganarlo. Eso es retroceder.

“Me irrita que los obispos son los que están en contra. Ellos son los más alejados de la sexualidad femenina, los más satanizadores de los cuerpos de las mujeres. Me irrita que sean ellos los que tengan la primera palabra. Cómo es posible que aún no digan “no” a la píldora anticonceptiva en un país con un grado de pobreza como el nuestro. Lo que hacen los curas y el poder de la Iglesia y el Vaticano es abominable”, concluye Florence.

El sentido del placer

Es enfática en la necesidad de reeducar, reaprender y reestructurar diversos estadios de la vida cotidiana como la sexualidad, lo que brindan los medios de comunicación y la cultura light. La mayoría de sus lectoras son mujeres de su generación, mujeres que quisieran decirles cosas a sus madres, mujeres que aun temen a su cuerpo, mujeres que pueden gestar generaciones que produzcan cambios.

No escribe para que la gente esté de acuerdo con ella, propone retos, se encuentra en un momento de la vida en que le apasionan los debates, pero no los de la guerra, la corrupción, las desapariciones, sino los de la diversidad sexual, la belleza, la virginidad y el amor, temas desplazados por los conflictos internos.

“Hemos entrado en la onda de la genitalización de la penetración. La educación sexual debería pensarse desde el erotismo, no quedarse en preguntas básicas: que el pene, que la vagina, eso un niño lo aprende en dos horas. Lo interesante es enseñarles cómo circula el deseo, el respeto al cuerpo, decirles que el otro es un misterio y nadie puede poseer a nadie… Que la mujer embarazada o la que ha sido madre debe ser igualmente deseada. No temer al desnudo de una mujer embarazada es más bello, porque ella es una mujer doble, una mujer doble, una mujer habitada”, señala Thomas.

Reeducar la sexualidad

Escribe y habla y no dejará de hacerlo porque es el motor que la impulsa a continuar la batalla. Batalla de los sexos mal interpretada, porque esencialmente es entender que somos diferentes. No está de acuerdo en que la mujer se equipare al hombre, sino que ella construya su propia historia, que sea, protagonista de su felicidad y sus éxitos.

“Lo que está enfermo en nuestra sociedad son el deseo y el amar; estos dos elementos no deben reducirse a discusiones inútiles como que se le pare o no al señor, o que nosotras tenemos el punto G aquí o allá o en la curva x. Pienso que estamos enfermos de una especie de dictadura del placer, todos los medios nos tienen que decir cómo es el orgasmo y cómo sentirlo. Ninguna píldora va a arreglar eso, ni el Viagra (sea para hombres o mujeres), se debe trabajar sobre el erotismo”, agrega.

Otras realidades

“Trabajar, también, en tópicos como que existen otras opciones sexuales, las cuales tenemos que aprender no sólo a tolerar sino a respetar, que los homosexuales tienen que dejar de esconderse en fiestas privadas y en la clandestinidad. Aceptar que existe la polémica ‘píldora del día después’, que deberíamos distribuirla en todos los colegios porque no puede taparse el sol con una mano. Los jóvenes comienzan su actividad sexual cada vez más temprano, 70% tienen su primera relación sexual sin protección. Se la juegan toda corriendo el riesgo del sida, el embarazo, el contagio de enfermedades. Si la píldora la distribuyeran, quitarían más de una angustia o un posible aborto”, afirma Florence.

Aún más, hay que reeducar incluso a los médicos. Todavía ella encuentra ginecólogos que dicen “suba ahí, abra las piernas, baje, … ¿Eso es todo? ¿No hay nada más qué decirme? Me miran y murmullan, es esa loca francesa de nuevo”.

Por eso, los libros sobre las mujeres y su sexualidad en el campo médico y sicológico no son tan populares como el del Honorable Miembro, por ejemplo, porque “el cuerpo sexuado femenino es mucho más oculto, es un discurso reciente. El discurso de moda es el del Viagra, el discurso alrededor del pene y la erección. Con lo femenino no pasa eso, la vagina es esa cosa allá escondida que nadie ve, ese sexo invisible que da temor a los hombres, el fantasma de los hombres, la vagina dentada”, añade.

Polos opuestos

Las discusiones no se quedan entre sus columnas de El Tiempo, ni en las charlas que da en diferentes ciudades, ni en sus libros como La mujer tiene palabra. Trascienden entre los machistas que la señalan sin compasión, y de nuevo los calificativos aparecen. Creen que pueden llegar a contaminar a la más santa de las vírgenes.

“Pobrecitas aquellas mujeres que se reconstruyen el himen, es abominable, la virginidad no la tenemos entre las piernas, la tenemos en nuestra concepción del amor, cada vez que nos enamoramos somos vírgenes. He sido virgen veinte veces, cada vez que me enamoré”, expresa.

De nuevo muchos se sonrojan y la consideran la más perturbadora y pervertidora de las mortales. Hasta el punto de que todavía hay ciudades y auditorios donde los hombres se levantan y abandonan la charla, “como los de Popayán, un pueblo chiquito donde hay veintidós iglesias, o los de Manizales (sede del godismo)”, como si se tratara de la peor película que tuvieran que presenciar en sus vidas. “Son las ciudades más godas que he conocido, todavía hay regiones refractarias a la sexualidad como la costa, los Santanderes y Antioquia, regiones patriarcales”.

La hereje

Colombia es todavía machista. Machistas terribles, los hombres de la generación de Florence Thomas. Muy pocos hombres cercanos a los sesenta años han tenido el valor de abrirse a estas nuevas mujeres, ellas los asustan. Es la hereje para algunos miembros de la Iglesia -aclara que conoce jesuitas abiertos que están de acuerdo con el aborto, pero que nunca los delataría-, y la profana para machistas como monseñor Pedro Rubiano y el padre Llano, que han sentado su voz de protesta ante sus propuestas.

Sin embargo, e irónicamente, hay colegios donde las columnas de ella y las del padre Llano son elemento de consulta, eso la emociona, es tal vez un termómetro para afirmar que ha comenzado el cambio. Para ella también hay machismo en muchos de los que manejan medios de comunicación. Y otro machista, Raimundo Angulo, que trabaja con un montaje de la belleza. Pero si él trabaja con mujeres… “¿Cuáles mujeres? Las siliconadas, prefabricadas, operadas. Mujeres para los medios, la cola Postobon, los comerciales, la cultura light”.

La escuela y la televisión

No puede culparse a los machistas. Son producto de la cultura, las telenovelas tradicionales, los libros de escuela que todavía dicen “mi mamá me mima-mientras está en la cocina haciendo el jugo-y mi papá maneja el tractor y lee el periódico y fuma pipa, so se sigue transmitiendo”, agrega.

Además, hay que reeducar a los televidentes, se ha escogido la vía de la facilidad; antes, los libretistas como “Pepe” Sánchez, Carlos Duplat, con él hicimos Amar y Vivir, había otras cosas, cosas de García Márquez, de Benedetti y en qué estamos… Los medios debían haberse abierto a otras cosas, las telenovelas colombianas en relación con las venezolanas. Aquí ninguna heroína de telenovela hoy día es virgen, tal vez la boba de Pobre Pablo. Son mujeres echadas para adelante… “, dice Florence.

Hay que reeducar también a la mujer 10, ésta responde al viejo modelo de feminidad, “pero hasta cuándo tendremos que cumplir con todo para que la gente esté contenta. Si nos ha tocado estar en todos los frentes es porque nuestros compañeros, los hombres, no se están Pellizcando. Los hombres deberían descubrir el ámbito de lo privado del goce de los hijos, saber contar un cuento a su hijo. El problema es que las mujeres están soñando con hombres que no han nacido aún”.

Convicciones y política

En el campo de la política, Florence Thomas considera que “‘no hay alternativas en los partidos tradicionales. Mataron las alternativas, Galán, Carlos Pizarro… No existe algo que apasione a los jóvenes, los grandes ideales y las utopías”. Afirma que Colombia se encuentra preparada para tener presidenta.

Pero la que asuma este cargo debe “entender que lo importante es que un cuerpo de mujer no garantiza un pensamiento de mujer. Lo que pediría a una mujer que quiere ser presidenta es que haga política de otra manera, no puede hacer política como los hombres. Debe tener pensamiento de mujer, lo que no significa sólo pensar en las mujeres, sino que desde sus imaginarios como mujer haga política. Y si es para repetir la historia de la politiquería de la corrupción tradicional, no me importa nada si es Noemí o Serpa el próximo en el poder”.

Florence no sabe si hay una mujer que en unos años pueda representar esto, tal vez una Piedad Córdoba, a quien admira mucho, porque proviene de una familia más o menos pobre y negra, o una mujer como Gloria Cuartas, que ha sabido enfrentar al ejército, a la guerrilla y a los paramilitares, una mujer mito, una mujer que no la pueden tocar. Esas son las mujeres que le dan fe, infortunadamente las que en la actualidad están aspirando a subir aún no la convencen.

Y de nuevo Florence Thomas, la aventurera, osada, pasional y poco discreta, afirma en La Mujer tiene la palabra estar segura de que “la piel femenina” se abre un nuevo campo.

* Este texto fue publicado originalmente en la Revista Diners de septiembre de 2001. Edición 378.

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mayo
21 / 2022