George Lucas: “Soy víctima de mi propio éxito”
Alberto Duque López
Todo comenzó en pleno verano, el martes 12 de junio de 1962 en la ciudad de Modesto, Valle de San Joaquín, California, a las cinco de la tarde. Un muchacho llamado George Lucas, de 18 años cumplidos, al volante de un pequeño Fiat de dos cilindros hizo una tranquila parada en una de las esquinas de la calle Sylvan, y sorpresivamente fue embestido por un Chevy Impala conducido por uno de sus mejores amigos, Frank Ferreira, un año más joven.
El Fiat dio varias vueltas de campana, Lucas salió despedido por el techo y cayó a varios metros de distancia mientras sus pulmones se inundaban de sangre. Con numerosas heridas, golpes y síntomas graves fue internado en el Modesto City Hospital.
George Lucas en el hospital
Más tarde, cuando los angustiados padres y la hermana lo encontraron con varias agujas y tubos entrando y saliendo de su delgado cuerpo, el muchacho reconoció a la madre, Dorothy, y con una voz inaudible le preguntó:
“Madre, ¿es que hice algo malo?”.
La madre sonrió, se quedó callada y pensó en los años desperdiciados de un joven:
Que escapaba todo el tiempo de clases, que no estudiaba, que recibía las peores notas y tenía que ser ayudado por la hermana menor, de quien dependía en época de exámenes.
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Más muerto que vivo
Durante los días siguientes, mientras escapaba de una muerte casi segura en la oscuridad de su habitación hospitalaria.
El muchacho que había de convertirse a los 33 años en uno de los productores y directores de cine independientes más importantes del mundo.
Pensó que si había escapado de la muerte debía ser por algo y tenía que cambiar de actitud ante la vida. Sobre todo, confesó después, George Lucas siguió su instinto, aunque fuera contra la corriente, desafiando el sentido común o la opinión ajena.
Ese instinto, el mismo que comparte con su amigo y socio Steve Spielberg (los dos han hecho separadamente las diez películas más taquilleras de la historia del cine).
Llegó a Colombia con la película Star Wars, Episodio III, con la que se supone que iba a finalizar la saga.
Una guerra infinita de galaxias
Esta se inició en 1977 con la primera Guerra de las galaxias, presentada como Episodio IV.
El imperio contraataca o Episodio V se estrenó en 1980.
El regreso del jedi o Episodio VI en 1983.
En 1999, George Lucas regresó a las fuentes originales de sus historias y personajes galácticos. Siguiendo su instinto dio una vuelta en su crónica y estrenó La amenaza Fantasma o Episodio l.
El ataque de los clones o Episodio II llegó en 2002. Y luego le siguió La venganza de los Sith o Episodio III, que fue acoplada al resto de la historia por millones de espectadores del mundo entero.
La fórmula secreta del éxito
Cuando le preguntan a Lucas cómo se mira a sí mismo, dice una frase simple pero no modesta:
“Soy víctima de mi propio éxito. Soy un triunfador, y por eso la gente no me critica porque nadie se enfrenta a los ganadores.
Es como si tuviera una fórmula, pero en el fondo todo se debe a una sola palabra: instinto, el mismo que no me abandona y me empuja en todos los actos de mi vida”.
Gracias a ese instinto, centenares de fanáticos acampan con tiendas y sacos de dormir a las puertas de varias salas de cine de ciudades de Estados unidos y Europa.
Por eso, en este caso no puede hablarse de admiradores ni seguidores porque uno no siente admiración como George Lucas o Spielberg o Woody Allen, sino fanatismo profundo y devastador.
Ellos quieren ser los primeros en conocer no el desenlace sino el momento más triste, angustioso, oscuro y fatal de uno de sus personajes clave, Anakin Skywalker.
Convertido en Darth Vader, quien hace poco fue escogido como uno de los personajes más peligrosos y siniestros del cine al lado de la bestia de Tiburón, el sicópata de Psicosis y Hannibal Lecter.
La arquitectura completa de Star Wars
Las cinco películas anteriores han recaudado, desde 1977, más de 3.500 millones de dólares, y este capítulo promete desbordar todas las marcas a pesar de contener escenas dirigidas a espectadores no tan infantiles.
El instinto de Lucas (tuvo que convertirse en productor del primer filme porque ninguno de los estudios lo quiso financiar).
También sirvió para que sus personajes, sus lugares en el espacio, sus naves, sus trajes, sus armas, su idioma lleno de trampas fonéticas.
Todo ese universo creado en medio de largas madrugadas en Modesto, en la casa de un muchacho desordenado e irresponsable que le miró la cara la muerte.
Ahora formen parte de la imaginería de millones de hombres y mujeres de todo el mundo.
Estos personajes siempre han estado a su lado y seguirán estándolo durante muchos años más. Aunque con este tercer capítulo queda cerrada, aparentemente, la inspiración de Lucas.
Detrás de la seguridad
El mundo entero habla sobre Star Wars, no importa cuando lea esto.
En especial, en aquel septiembre de 1977 cuando dialogamos en San Sebastián con un joven George Lucas tímido a pesar del impacto de su película.
Sin embargo, ese mismo día le sentimos una seguridad, una arrogancia, un talento y una imaginación que asustaban porque con sus pocas y cautelosas palabras de entonces.
“Espero que se diviertan con esta historieta que es mi homenaje a los dibujos animados”, ya anticipaba el terremoto que apenas si comenzaba.
George Lucas se sorprende con el impacto de sus películas galácticas:
“No hay que buscarles tantas raíces religiosas ni místicas, simplemente son personajes iluminados, convencidos de la misión que tienen entre manos, aunque todos llevamos la Fuerza por dentro”.
Un mundo pensado de pies a cabeza
“Lo único que hice fue trazar un árbol genealógico con personajes que entran y salen, nacen y desaparecen'”, dice George Lucas.
Con esta sorpresa sorpresa por su tecnicismo a la hora de construir robots, las máquinas, las computadoras, los efectos especiales, las naves, los espacios abiertos, los decorados, las miniaturas, los habitantes de tantas galaxias. Todo ese mundo enloquece y sus películas son reflejo fiel de ese interés.
“Me parece una maravilla que médicos de verdad discutan sobre los síntomas de la enfermedad de Darth Vader”, con todo el culto que lo sigue:
“Lo que hice fue pedirle a Sony y Panavisión que construyeran más cámaras digitales según mis instrucciones porque buscaba mejor calidad”.
Sin embargo, cuenta George Lucas “parte de mi proyecto se ha frustrado porque en Estados Unidos solo existen cien salas en las que puedo proyectar en el formato original sin necesidad de pasarlo a celuloide”.
Un legado que continuará
Sus películas seguirán impactando tan profundo que dentro de algunos años las nuevas generaciones continuarán refiriéndose a personajes y lugares.
Así como Anakin Skywalker, convertido por el Lado Oscuro en el malvado Darth Vader, Obi-wan Kennobi, Yoda, Qui-Gon Jinn, el senador Palpatine.
Incluso, la reina Amidala, convertida luego en senadora, madre dos personajes clave de la saga. Es el mismo caso de Luke Skywalker y la princesa Leia, concebidos durante su relación clandestina con Anakin antes de volverse malvado. A su vez que lo son Han Solo, Chewbacca, los robots C-3 PO y R-2D2, la Estrella de la Muerte y el Halcón Milenario.
Piezas que ahora recuperan su nostalgia y si significado con el Episodio III o sexta película, concebidos por George Lucas que, a los 76 años, puede sentirse tranquilo.
Su instinto ha sido capaz de crear esta saga que en el fondo es el retrato angustioso y doloroso de un padre en busca de un hijo. Con quien tiene que enfrentarse en uno de los combates más célebres y emocionantes de la historia del cine.
Tan célebre y emocionante como esas madrugadas que un muchacho soportó. Mientras seguía con los pulmón inundados de sangre y el miedo a la muerte, la misma que campea en esta, sus nuevas películas.
El artículo George Lucas: “Soy víctima de mi propio éxito con Star Wars”, fue publicado originalmente en Revista Diners de mayo de 2005. Edición número 422