Pintores colombianos que fueron pareja

Pintar y amarse en parejas es un hecho poco frecuente. En el panorama universal hay unos cuantos casos famosos pero controvertidos. En Colombia, en cambio, sí es normal la comunión de los pinceles.
 
Pintores colombianos que fueron pareja
Foto: Archivo particular
POR: 
Fausto Panesso

 

Revista Diners de agosto de 1995. Edición número 305

Comúnmente se dice que dos astros no pueden progresar juntos en la misma órbita estelar, sin peligro de colisión. En cuestión de “astros” terrenales, que tienen una misma profesión, también hay la impresión de que es difícil que puedan coexistir juntos “en pijama”, vale decir en la esfera privada, sin que surjan rivalidades.

Para hablar sólo del campo de la plástica y remontándonos a maestros del pasado reciente, son bien conocidas las parejas de Picasso y Francoisse Gilot, de Diego Rivera con Frida Khalo, y del escultor Rodin con su amante Camille Claudel, hermana del escritor Paul Claudel.

De Picasso cuenta Francoisse Gilot queriendo arrancarle la aureola de su cabeza de genio, que cuando ella lo dejó (única mujer, por lo demás, que dejó a Picasso ), él les notificó escuetamente a los marchantes de arte importantes de París que debían olvidarse de exhibir las obras de Francoisse, pues quienes fueran amigos de ella pasaban automáticamente a ser enemigos de él.

De Rodin hay la leyenda, proclamada por la biógrafa reciente de Camille, de que no sólo la hizo desdichada hasta enloquecer, absorbida por él con una absorción bastante negativa, sino que una vez convertida en su alumna la manipuló expertamente, hasta el punto de plagiar sus obras. Y en cuanto al maestro mexicano Diego Rivera, existe la versión de que no tuvo con su mujer, Frida Khalo, ninguna alianza creadora y que únicamente la protegía en actitud “machista” para manten en jaque a la muerte y la enfermedad, puesto que ella era inválida. Y en verdad, al ver hoy a Frida Khalo entrar en el mundo de los subastados en miles de dólares, uno no acierta a dilucidar exactamente si sus obras se cotizan así por la circunstancia de ser la viuda del gran maestro naturalista Rivera o si en realidad son tan grandes su arte y su originalidad.

En cuanto a las parejas de colombianos artistas, “nada que ver” con estos colegas famosos. Ellos en realidad sí están unidos por el pincel. Se apoyan, trabajan juntos, comparten la sagrada comunión del arte sin ninguna tensión. La verdad es que juntos celebran triunfos, exposiciones y fama, ya sea del uno o del otro. Porque cada cual tiene su propia voz y su camino independiente. Cada uno goza de la autonomía y capacidad necesarias para lanzarse al río del arte, nadando hombro a hombro con el compañero.

Juan Cárdenas y Mónica Meira

Viven en Nueva York. La pintura de Cárdenas viaja a colecciones europeas que se disputan su obra -parece casi imposible comprar uno de sus cuadros en Colombia-. Y desde allá, la ciudad de los rascacielos, Mónica Meira pinta sus lánguidos bañistas untados de mar y color de trópico con los que nos sorprende cada año que nos visita con su exposición.

Brigitte Vierkant y Álvaro Caicedo (Chibirico)

Se conocieron en la Academia de Florencia y se casaron en París. De eso hace 35 años. Por entonces Brigitte aprendía todos los secretos del óleo, y Chiribico -así firma sus cuadros- pintaba a Bolívar, su héroe. Tres décadas después siguen hablando de un tema que los unirá para siempre y sobre el cual les queda mucho que decir: ¡la pintura! Nuestra carátula es una versión libre de El matrimonio de los Arnolfini, titulada Para siempre, en la que Brigitte pinta el rostro suyo y el de su esposo en un vaticinio pictórico-amoroso.

Freda Sargent y Alejandro Obregón

Freda Sargent lo sabe: ser la esposa de un “monstruo pictórico” no es nada fácil, y no por culpa del propio Obregón sino del público, que tiende a hacer comparaciones facilistas. Porque la verdad es que Freda es una de las pocas artistas que tiene un cuadro colgado en la colección permanente de la National Gallery de Londres. Y eso no es nada fácil. Ya era pintora antes de conocerlo (eso los unió por muchos años) y seguirá siendo pintora con luz propia para siempre. En cuanto a Obregón, hablan los colores y sobran las palabras.

Jim y Olga Amaral

Representan en Colombia, cada uno con espacio propio, una de las obras más sólidas y refinadas que el país haya producido. Jim Amaral, con sus esculturas hechas de fina ironía al igual que sus pinturas. La obra de su esposa Olga es una bandera de América hecha con hilos de artesano, que ha llegado a las más selectas colecciones europeas. ¡Son los Amaral!

Alfredo Guerrero y Cecilia Delgado

 Exiliados en el sol, esta pareja costeña sigue pintando desde Cartagena, como que ya hace más de treinta años que están juntos. Él lleva casi a la perfección esa línea de dibujante portentoso que lo caracteriza. Cecilia Delgado pinta sus ventanas y puertas, que ahora abren de par en par contra el mar.

Luciano Jaramillo y Gloria Martínez

Unidos por la misma pasión por la pintura, convivieron y pintaron juntos durante toda su vida conyugal. Tuvieron tanta empatía hacia la pintura que incluso su trazo, para temas muy distintos, llegó a parecerse a ellos como si fuera de sus hijos.

Francisco Ariza y Blanca

Decir Ariza es decir paisaje. El hijo de Gonzalo, Francisco, se conoció con Blanca por medio del maestro, y le dieron durante toda su vida nietos, amor y afecto. A cambio el maestro los “contaminó” de su modo de ver la naturaleza. En su estudio, este matrimonio pinta todos los días buscando su propio camino y haciéndole homenajes al abuelo.

Luis Fernando Robles y Pepard

Robles fue uno de los nombres más sólidos del arte en los años setenta. Dueño de una línea hermosa y de una timidez invencible, se refugió en sus clases de arte en la Universidad Nacional, donde es uno de los profesores más acatados y respetados por los estudiantes. Su esposa Pepard, seudónimo con el que firma sus cuadros, conoció todos los secretos del óleo, y con sus colores festivos y alegres hace presencia en el mundo del arte.

         

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septiembre
30 / 2016