La doble vida de Carlos Enrique Piedrahíta

Organizado, tímido y parco en el trabajo, Carlos Enrique Piedrahíta es en el fondo un gocetas nato, al que le gustan la aventura, los buenos tragos y las conversaciones infinitas.
 
La doble vida de Carlos Enrique Piedrahíta
Foto: Cámara Lúcida/ Archivo Diners
POR: 
Carlos Enrique Piedrahíta

Publicado originalmente en Revista Diners de octubre de 2006

Por eso, en la cumbre de su carrera, decidió retirarse de la presidencia de Nutresa –una de las empresas más grandes de alimentos de la región– para disfrutar la vida que ha tenido pospuesta. De pocas palabras en los medios, decidió además aceptar esta autoentrevista, en la cual rompió su propio paradigma de hombre silencioso y asumió el doble papel de entrevistador y entrevistado.

¿Por qué se decidió a hacer esta entrevista?

Hablar de mí mismo es muy difícil para mí. Pero siempre he dicho que hay que salirse de la zona de confort y eso es exactamente lo que tendré que hacer con esta entrevista. Hablo poco con los medios y menos de temas personales. Pero si decidí lanzarme al agua, ahí voy…

¿Al fin cómo es usted? Dice que tímido, pero sus amigos dicen que es buen conversador…

Sí, soy tímido, y también muy familiar, de amigos con los que me gusta echar cuento. No se le olvide que soy medio costeño. De papá paisa pero mamá barranquillera. Me gusta cogerla suave, aunque no he podido mucho. Pero cuando  tomo vacaciones me gusta conversar, oír historias y hablar de cosas intrascendentes. Me molesta que en esos momentos me pregunten cómo estoy viendo la economía, o el país. Me gustan la naturaleza, la montaña y el mar. Tengo un velero y una casa en la costa y una finca en la montaña. Crecí en una finca en el oriente antioqueño, pero  pasaba las vacaciones en la costa con la familia de mi mamá.

¿Y ha sido siempre tan bien portado?

No. En el colegio fui un gran vago… Perdí dos años y me echaron de dos colegios. Pasé por seis. Me rodeé siempre de las barras de los locos e irreverentes. Molestábamos a profesores y compañeros, nos volábamos del colegio. Cuando por fin salí me fui a estudiar Ingeniería Industrial a la Universidad del Norte. De las seis materias que tomé solo pasé una.

Lo que demuestra que ser bueno en el colegio no significa nada en la vida… ¿Y cuándo cogió juicio?

Volví a Medellín a estudiar Economía en la Universidad de Medellín. Hice tres semestres, me encantó la economía y me volví un duro, pero las huelgas del año 74 llevaron al cierre de la universidad. Apliqué a universidades inglesas y me gané una beca en Keele, cerca de Manchester en Inglaterra, donde mezclé economía y geografía.

         

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febrero
27 / 2014