¿Estar o no estar conectado a la red? Un dilema shakesperiano en tiempos del internet

Jean François Fogel, periodista y ensayista francés, plantea un nuevo dilema shakesperiano en tiempos de internet, inspirado en la famosa frase: "ser o no ser"
 
¿Estar o no estar conectado a la red? Un dilema shakesperiano en tiempos del internet
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POR: 
Jean François Fogel

El artículo ¿Estar o no estar conectado a la red? Un dilema en shakesperiano en tiempos del internet fue publicado en Revista Diners en febrero de 2014

Cada instante en internet desmiente la profecía del artista Andy Warhol: “En el futuro todo el mundo será famoso, en el mundo entero, durante quince minutos”.

La frase corrió tanto que el propio Warhol, aburrido de su repetición permanente, se divertía produciendo versiones corruptas como “en quince minutos, seremos todos famosos” o “en el futuro, quince personas serán famosas”. No podía él adivinar que el futuro sería digital, social y continuo. Permanente.

Siempre conectado, siempre, el internauta sabe que el futuro está alquilando su presente y allí todo el mundo es famoso para quince amigos. Internet empezó siendo un mero medio de comunicación. Todo un dilema shakesperiano.

Ahora tiene de todo: escuelas y universidades, centros comerciales, administraciones, conferencias telefónicas, bibliotecas, terrenos de juego, asociaciones, etc. Pero el lugar más visitado, con las visitas cada vez más duraderas, son las redes sociales.

Su aparición, con la creación de Facebook hace diez años, transformó el medio en un espacio social, una plaza de pueblo del tamaño del mundo entero.

Ahora las personas son enlaces

 

Encontrar una persona a través de su página en una red social es enfrentar el extraño espectáculo de una identidad definida por una suma de enlaces externos. Una persona que se describe a través de las listas de sus amigos, sus videos y música favorita o de los grupos que apoya.

Los enlaces apuntan a un contenido que se encuentra afuera de la página, lo que hace de un internauta un conjunto de datos a la vez inmenso y fragmentado, en perpetua exportación de sí mismo hacia afuera.

Nadie ofrece en línea un encuentro cara a cara al visitante de su página. Solo muestra un “perfil” que permite posibles afinidades entre opciones y gustos. Sin embargo sería un error ver algo limitado o restringido en la vida social en línea.

“El hombre es un animal social”, decía Aristóteles. Aún más si es internauta, pues su existencia depende de la intensidad de sus intercambios. Vivir en el espacio digital es mandar recados para compartir, comentar, distribuir fotografías o simplemente decir, a través de una aplicación de geolocalización, en qué lugar se está conectado a la red en ese preciso momento. Tan solo es parte del dilema shakesperiano.

Vea también: ¿Qué es el derecho al olvido en internet y cómo puede solicitarlo?

Dilema shakesperiano

 

“Estar o no estar conectado a la red” es la versión digital del dilema shakesperiano “Ser o no ser”. La resonancia social es tan fuerte en internet que el ejercicio clásico al entrar en una escuela de periodismo consiste en pedirle a cada alumno una investigación sobre su compañero de clase sin cruzar una palabra con él, sin quitar las manos del teclado de una computadora.

La abundancia de la cosecha (fotografías, datos, direcciones, identidad de los amigos más cercanos, etc.) siempre demuestra “la existencia” de aquella persona que sin confundirse por completo con nosotros hace parte de nuestra vida: nuestro ser digital.

Es inagotable –no duerme mientras haya una conexión activa–, funciona con alta tecnología, lo sabe todo sobre nuestra vida y nunca olvida. Y, además, se limita en el despliegue permanente de lo que hemos elegido para enseñarnos a los otros. Es nuestro mejor perfil.

         

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26 / 2020