Lo que la Serie Oro Davivienda trajo al Festival Internacional de Música de Cartagena

Carolina Conti
En la Serie de Oro Davivienda todos fueron testigos de un despliegue de excelencia y diversidad musical con la presencia de figuras indiscutibles como Salvatore Accardo, con la música de cámara de Paganini y su trabajo con la Orquesta Filarmónica Joven de Colombia, y Rinaldo Alessandrini al frente del Concerto Italiano, quien sorprendió por la cantidad de programas de concierto diferentes que interpretó en tan pocos días y que incluye música sacra, de cámara, orquestal y hasta ópera.
Los solistas vocales, los instrumentistas invitados y los artistas populares complementaron la oferta sonora. Y aunque el tema central, el Estilo italiano, se vivió con intensidad, hubo también espacio para la música latinoamericana de nuestro tiempo, para la presencia de los músicos colombianos, y para que los músicos en formación aprovechen las enseñanzas del clarinetista Gabriele Mirabasi y la violonchelista Marcy Rosen. Igualmente se desarrollaron talleres de luthería y una hermosa exposición de instrumentos antiguos.
En el hotel Santa Clara
La diversidad también se vivió a lo largo del desarrollo de la Serie Oro Davivienda que presentó algunos de los eventos más destacados del Festival.
La capilla del hotel Santa Clara acogió al escritor, periodista y productor Jonathan Levi en tres conversatorios con los algunos de los protagonistas del Festival.
Aunque la diferencia de idiomas confirmó que la música es el lenguaje universal, los participantes se las arreglaron para que público pudiera acercarse al Estilo Italiano de otra manera.
La soprano Valentina Varriale y la contralto Sara Mingardo iniciaron la serie de conversatorios hablando sobre La voz del barroco.
Compartieron sus experiencias y pensamientos sobre el repertorio vocal y sobre el oficio del canto, y coincidieron en que las voces para el barroco no son distintas de las voces de la ópera romántica, sino que es el estilo el que cambia, y un profesional debe ser capaz de cantar todo el repertorio.
El secreto de la música del festival
También coincidieron en que lo más importante en un concierto no es el intérprete sino la música misma. Un segundo conversatorio dedicado a El Genio del Barroco confrontó a Rinaldo Alessandrini y a Salvatore Accardo en una enriquecedora charla sobre sus experiencias en la interpretación, el uso de instrumentos antiguos o modernos y las particularidades de la música italiana con respecto a otros estilos europeos.
El último conversatorio puso sobre la mesa el tema de La Mente del barroco con los críticos Anne Midgette de Estados Unidos y Diego Fisherman de Argentina. Ellos esclarecieron el proceso histórico de la creación musical en el barroco y las diferentes lecturas que los intérpretes y el público han hecho desde entonces.
Por otra parte, los numerosos conciertos que presentó la Serie Oro Davivienda, se iniciaron el martes 8 de enero con el arpa del virtuoso Xavier de Maistre, quien dió paso en la segunda parte a Salvatore Accardo en dos cuartetos de Niccoló Paganini, uno de ellos sorprendió por el uso guitarra en vez de un segundo violín.
La vieja Europa en Colombia
El Concerto Italiano ofreció también un magnífico concierto al día siguiente, con obras de varios compositores barrocos, algunos menos conocidos que otros, pero no por eso menos importantes.
La soprano Valentina Varriale, mostró un dominio del estilo y la técnica en la compleja y hermosa música de Monteverdi y en una cantata de Alessandro Melani.
En el mismo concierto, el público se sorprendió gratamente con la interpretación del Capriccio Stravagante de Carlo Farina, una pieza en que la línea musical se interrumpe para dar paso a sonidos de animales y tambores recreados de manera divertida por los instrumentos de cuerda, que dibujan un paisaje sonoro muy distinto del que esperaría el público. Otros colores barrocos fueron recreados con las obras de Gabrielli, Torelli, Castello, Marini, Zanetti y Legrenzi.
Corelli y Vivaldi en la Serie de Oro Davivienda
El mismo miércoles en horas de la noche, Umberto Chiummo interpretó dos cantatas de Haendel, (dos de las pocas obras en que la voz del bajo es protagonista) con precisa agilidad y un hermoso timbre que abarca un rango bastante amplio.
Esto supone uno de los retos de estas piezas, junto al dramatismo que exige el personaje, un amante no correspondido en ambos casos. La variedad de formatos fue una de las características de este concierto en el que se escucharon sonatas de Corelli y Vivaldi además de dos hermosas piezas, también de Haendel, con el oboe como protagonista. Los asistentes al concierto disfrutaron luego de una cena alrededor de la piscina del hotel donde pudieron intercambiar sus opiniones de la velada musical.
Admiración del público
La mañana y la tarde del jueves 10 de enero se impregnaron de un estilo más profano, podríamos decir. El Conjunto Accordone, fundado por Guido Morini (clavecín) y Marco Beasley (voz), presentó un programa que llevaba el sugestivo nombre de Tarantella del placer, con piezas de autor anónimo de la tradición pullesa y con recreaciones de dicha tradición realizadas por algunos integrantes de la agrupación.
Música que nace de lo popular, con instrumentos antiguos, historias divertidas y una interpretación que no permite que el público se distraiga un segundo. La naturalidad del canto de Beasly despertó la admiración del público inmediatamente. Además, pocas veces se pueden apreciar las posibilidades tímbricas y expresiva del tamburo, que básicamente es una pandereta grande, y que pudimos presenciar en interpretación de Mario Durante, un verdadero virtuoso. Uno de los conciertos más aplaudidos del festival.
La libertad de la música
Mario Brunello fue una de las estrellas del Festival con su violonchelo Maggini de 1600 y su conjunto, Brunello Baroque Experience. Ellos dedicaron el concierto del viernes 11 de enero a la obra de cámara de Boccherini, un autor que Brunello considera un genio que no ha sido suficientemente conocido y que debe ser interpretado con total libertad para que toda su nostalgia, su ironía, su delicadeza o su tragedia, se manifiesten.
Sobre el Quinteto en Do mayor, La musica notturna delle strade di Madrid, dijo Brunello, “es un film musical maravilloso”. El segundo programa estuvo dedicado a conciertos y sonatas para violonchelo de Vivaldi. El conjunto, que incluyó un órgano en el bajo continuo, nos mostró una interpretación verdaderamente nueva de la música del compositor veneciano. En su estudio de las partituras, Brunello encontró que el ritmo es fundamental pues se asemeja mucho al rock de nuestro tiempo y esto le hizo entender que Vivaldi era en su tiempo lo que es una súper estrella hoy en día.
Esa idea se hizo materializó en sonido para el público que asistió el sábado 12 a la capilla del Santa Clara, que ovacionó hasta conseguir un esperado bis. Brunello considera que la luz brillante de Cartagena influyó en los intérpretes en esta ocasión y que va muy bien con el claroscuro que hay en la música de Vivaldi. Brunello apreció la manera como el público participó de la música. Y fue el público precisamente quien, con un aplauso enérgico y sostenido, finalizó la Serie Oro Davivienda en el VII Festival Internacional de Música de Cartagena.