Salvatore Accardo y la Filarmónica joven: Dos mundos y dos generaciones unidos en la música
Carolina Conti
Para un músico principiante siempre es un sueño trabajar con una gran estrella. Este es uno de los sueños que se ha hecho realidad para los jóvenes de la Orquesta Filarmónica Joven de Colombia en el VII Festival Internacional de Música de Cartagena. Todo empezó hace algunos meses cuando se concretó la participación de la orquesta en el festival. La gran sorpresa era que iba a ser dirigida por el reconocido y admirado violinista Salvatore Accardo, un nombre que es reconocido y respetado por las nuevas generaciones. Accardo hoy, a sus setenta años, cuenta no sólo con experiencia y la experticia musical sino con la sabiduría que únicamente el tiempo y la vida pueden dar.
La orquesta, que había venido trabajando el repertorio del post romanticismo, inició un periodo de preparación en el estilo del clasicismo y del romanticismo para estar a la altura del repertorio que el maestro Accardo escogió para Cartagena. El sábado 5 de enero la Orquesta Filarmónica Joven de Colombia llegó muy temprano a la Heroica, con gran expectativa, por supuesto. Esos días, antes del primer encuentro con el maestro, mientras el sol brillaba en las playas atestadas de turistas, los jóvenes de la orquesta se levantaban muy temprano para iniciar los largos ensayos y después asistir a clases magistrales o a algún concierto del festival cuando era posible. No sólo el repertorio del gran concierto ocupaba sus horas de ensayo. Algunos grupos de cámara preparaban obras clásicas y colombianas con el propósito de llevar la música a lugares fuera de Cartagena como Turbaco y San Juan de Nepomuceno, para que más público pudiera disfrutar de la emoción que únicamente la música puede despertar.
Entretanto, Accardo escuchó la orquesta por primera vez en el automóvil que lo recogió a su llegada a Cartagena. Era una grabación de Pulcinella de Stravinsky que lo dejó muy sorprendido por la calidad de la orquesta en una obra tan complicada.
El miércoles 9 de enero en horas de la tarde, a sólo cuatro días del concierto, llegó el primer encuentro del maestro con la orquesta. Julia Salvi, presidenta y creadora del Festival, se encargó de hacer las presentaciones. Los músicos recibieron a Accardo con un gran aplauso lleno de admiración y expectativa. Ya en persona el maestro expresó el gusto por la oportunidad de trabajar con ellos y les habló de su interés en el trabajo con los jóvenes, una actividad que lo ha llevado por el mundo en los últimos años. Los músicos colombianos se notaban ansiosos y su atención se concentró en el primer gesto de dirección de Accardo. Surgieron entonces los primeros primeros compases de la Sinfonía Italiana de Mendelssohn, música maravillosa y llena de energía. Unos minutos después el maestro interrumpió para empezar a trabajar con paciencia y meticulosidad el uso del arco y el pizzicato en las cuerdas, las articulaciones, la precisión en el ritmo y mil cosas más en cada frase de la obra.
De ese primer encuentro el maestro Accardo se llevó en el corazón el entusiasmo de la orquesta y sus ganas de aprender y trabajar. Los dos días siguientes continuaron trabajando arduamente cada una de las obras del concierto. Los intensos ensayos se alternaban con otras labores de la orquesta, entre ellas un proyecto didáctico en el cual los integrantes de la orquesta se desempeñaron como maestros de jóvenes músicos de Cartagena.
Casi sin darse cuenta se llegó el día de concierto. La gente a la entrada del Teatro Adolfo Mejíainsistía en buscar una boleta. A las 7:00 p.m. comenzó el concierto del último día del Festival. Los aplausos no se hicieron esperar cuando el maestro salió a escena con su violín en la mano. En elConcierto para violín y orquesta en sol mayor n.3 K216 de Mozart, el maestro confirmó su confianza en la orquesta al actuar como solista; su labor como director se limitó a indicar los tempos iniciales de cada sección. Le siguió la obertura La italiana en Argel de Rossini, que permitió que varios integrantes de la agrupación mostraran su virtuosismo.
La segunda parte comenzó con la Fantasía sobre motivos colombianos de Pedro Morales Pino y finalizó con la Sinfonía Italiana, que llenó el teatro con la enérgica y apasionada música deMendelssohn. El público emocionado ovacionó a la orquesta. El maestro Accardo se unió al aplauso del público y con una gran sonrisa mostró la satisfacción de haber trabajado con los músicos.
Accardo y la orquesta interpretaron parte del repertorio en la Plaza de San Pedro en un concierto que cerró el Festival. El nivel de la orquesta resulta sorprendente, más aún si tenemos en cuenta es este concierto es parte de su tercera temporada y además, muchos de los integrantes están recién vinculados. Accardo les enseñó a los jóvenes no sólo cómo hacer una articulación o un pizzicato, sino a entender que todo esto se trata de la música y el compositor en primera instancia, que parte de hacer música significa escuchar al otro para poder tocar, verdaderamente, juntos y para los demás. Enseñanzas que se convierten en una hermosa metáfora de la vida misma. Al día siguiente del concierto, Accardo regresó a Italia y la orquesta continuó hacia Santa Marta a seguir cumpliendo con su tarea, ahora un paso más adelante en su formación y en la vida.