ArtBO: La feria de arte más importante de la ciudad cumple 15 años
Ana Cristina Ayala
Recuerdo que cuando ArtBo cumplió diez años, entre las obras y la multitud, los meseros se convirtieron en fontanas perpetuas de vino tinto. Con cuánta piedad cargaban sus bandejas para que los embistiéramos por todos los ángulos, como si fueran cualquier Gioconda, cualquier Primavera de Botticelli. El vino fue pintura y la pintura revelación: vi a hombres y mujeres con sonrisas moradas caminando y gozando entre miles de labios morados. Vi a un coleccionista de labios morados negociar con un galerista de labios morados. Charlé con una artista que, deprimida por los azotes de un mercado mordaz, tenía labios morados. Saqué la lengua frente a unas fotos de Reynaldo Luza y vi, en el reflejo, que era morada. Entre amores y odios por el mercado del arte, todos éramos el mismo tono violáceo, viendo sin ver el arte del gran recinto de Corferias. Fue un momento icónico.
Para el artista bogotano, el ya maestro, Miguel Ángel Rojas, sus momentos icónicos fueron, en cambio, sus participaciones en la sección de Referentes: “Ha sido una dicha participar, así haya sido con un grabadito chiquito”.
Media Esfera Roja, del maestro Jesús Rafael Soto, una instalación que estuvo en ArtbO 2017.
Para el crítico de arte y curador Jaime Cerón, aquella vez, en 2015, se inauguró la sección de Sitio: “Son instalaciones de gran formato que atraviesan toda la feria. Fue muy memorable encontrarse con estas obras. Sitio desafía las lógicas del mercado y plantea una relación distinta con los espectadores”.
La directora de la galería Casas Riegner, Catalina Casas, recuerda, de esa misma sección, lo que sintió al ver la obra de Leyla Cárdenas: “Fue un gran momento. Me impactó ver que obras como la de ella hicieran parte de un espacio ferial”.
Para María Paz Gaviria, gerente de plataformas de la Cámara de Comercio de Bogotá, quien, en otras palabras, dirige ArtBo desde 2012, su momento fue un sábado, durante el montaje de 2017, cuando desapareció la Media Esfera Roja del gran maestro latinoamericano del cinetismo, Jesús Rafael Soto. “Quise llorar. Me dijeron no. Quise llamar al galerista para contarle. Me dijeron no, espérate, debe ser una confusión de la aduana o de los guacales. Al par de horas, después de mucho sufrir, apareció en una caja que estaba mal marcada. Es uno de los montajes más complejos que hemos realizado. Un equipo de docenas de personas trabajó noche y día. Me acuerdo que la mañana de la inauguración no habíamos terminado. Faltaba iluminación. Creo que es un momento bellísimo de las pequeñas urgencias de la gestión y de cómo cuidamos la vida de los objetos. Hoy es una de las entradas más icónicas, o que yo más recuerdo, del pabellón 17 del Gran Salón de Corferias”.
María Paz Gaviria, directora de ArtBO desde 2012.
Este año, sin duda, tendrá sus propios momentos. ArtBo se hace quinceañera y Bogotá, posiblemente, se emborrachará de arte. Para empezar, la feria se tomará la libertad de revisar aquello que, por principio, quiere escapar de los grandes mercados: la performance, los tejidos artísticos a través de redes informales y los diálogos entre artistas y creadores de otras disciplinas.
No faltará, por supuesto, lo que Jaime Cerón denomina la marca de agua de ArtBo: la sección de Artecámara con el trabajo de 27 artistas jóvenes seleccionados por medio de convocatoria pública.
Para continuar, la feria, que se ha vuelto excusa para que más de 150 espacios de arte abran sus puertas por toda la ciudad, estará en consonancia con el Salón Nacional de Artistas, que regresará a la capital después de 13 años. Y, encima, en la escena estará el que se considera el premio más prestigioso para las artes en Colombia: el Luis Caballero.
David. Miguel Ángel Rojas. 1976.
Para ayudarnos a entender por qué ArtBo está donde está, y por qué trasciende el recinto ferial, Diners entrevistó a cuatro voces expertas en la escena artística nacional.
Artista, curador, coleccionista, galerista, crítico, público general. ¿Con cuál de estos roles visita ArtBo?
Miguel Ángel Rojas (M.A.R.): Como artista, pero también como simple espectador. Para nosotros los artistas, que estamos tan enfocados en nuestra obra y, encima, los de nuestra generación, es importante tener contacto con la producción más joven. Uno recibe, también, mucha información.
Jaime Cerón (J.C.): Como crítico.
Catalina Casas (C.C.): Galerista solamente, porque es mucho trabajo.
María Paz Gaviria (M.P.G.): He tenido aproximaciones a la escena en diferentes momentos de mi vida desde diversos roles. Me gustaría pensar que hoy todas esas aproximaciones han enriquecido la manera en que soy gestora. Me interesan los procesos y la manera en que pueden impactar a un público más amplio. Pienso en el fortalecimiento del sector. En la internacionalización y en la democratización de la escena. El rol en el cual he profundizado y me apasiona es el de gestora.
Jaime Cerón, curador.
De los anteriores, ¿cree que hay un rol más importante en una feria?
M.A.R.: El arte lo hacen los artistas. Todo se gesta en la cabeza del artista. En su sensibilidad y lo que produce.
J.C.: La feria es un negocio económico cuyos extremos son galeristas y coleccionistas. No es para artistas, en realidad. El propósito de los artistas no es vender su obra ni promocionarla, porque ese es el rol de las galerías.
C.C.: Se necesita todo. El que vende y el que compra, sobre todo en la feria. También el curador, porque uno hace ferias para promocionar a los artistas. Todos son necesarios.
M.P.G.: No me gusta asignar jerarquías a los agentes. Habiendo dicho eso: no hay curadores sin artistas, no hay galerías sin artistas, no hay museos sin artistas, no hay ferias sin artistas, no hay salones nacionales ni premios Luis Caballero. Hay que buscar un rol primordial no solo para los artistas, sino para sus obras y procesos. En el fondo son el alma con que todos nosotros, en la escena, actuamos.
María Paz Gaviria ha dicho en declaraciones oficiales que feria se diferencia desde el principio de muchas otras. ¿Qué hace única a ArtBo?
M.A.R.: La feria tiene como base un propósito comercial, pero también de divulgación. De lazo entre lo que se produce y el público. Cada cual, según el interés que tenga, puede profundizar en temas específicos.
J.C.: En la sección principal es prácticamente idéntica a otras ferias: galerías que tienen artistas a los que representan comercialmente. Pero desde la primera edición, ArtBo ha tenido una serie de apuestas que han aumentado de manera significativa. Son instancias que no son comerciales, que no son para el mercado sino para la difusión cultural de las prácticas artísticas: los espacios para niños y jóvenes, los proyectos de curaduría y, en particular, la sección de libro de artista.
C.C.: La clave del éxito es que muchos quieren venir. No solo los usual suspects que ves en todas las ferias. Otras son muy similares a la de Miami. Si ya fuiste a esa ¿para qué vas a otra? Esta me parece que todavía guarda un diferenciador en el grupo de galerías que muestra.
M.P.G.: ArtBo tiene una personalidad y un alma que recoge otros procesos. Es una plataforma para los artistas emergentes sin representación comercial. También sirve para la investigación, pensando en secciones como Referentes. Es un espacio para desarrollar procesos pedagógicos. Para discusiones, para foros, para el sector editorial y para ciertas economías cruzadas con las artes.
Alguna vez María Paz me dijo que el arte es un reflejo de las preguntas y preocupaciones de la sociedad. ¿Está de acuerdo?
M.A.R.: Sí. Creo que es la postura más cuerda para un artista. Algunas cosas son muy válidas, todavía, y me sorprenden, pero la mirada al entorno, al mundo tan convulso en el que vivimos, a una región con tantos problemas, es importante; entre otras cosas, no solo para entendernos, sino para crear una identidad. Algunos países ya lo hicieron, Colombia no. Creo, también, que la solución a tantos problemas está en la feminización de la especie y eso implica que las mujeres tomen posición.
J.C.: Sí, en general sí. Es algo que ocurre para que ocurran más cosas. Como decía el artista francés, Robert Filliou: “El arte es aquello que hace que la vida sea más interesante que el arte”. Refleja situaciones que ocurren en el ámbito cultural y social de maneras muy heterogéneas. Hay obras que intentan resaltar una situación, hacerla significativa en la consciencia de la gente, o hay gente que pone la realidad en cuestión para alejarse. El arte podría funcionar como una resistencia al poder.
C.C.: No solo estoy de acuerdo, sino que creo que está más vigente que nunca. La importancia de eso la vivimos en la actualidad con ese proceso tan complicado por el que atraviesa el país. Respecto a esto, los artistas están escribiendo la historia. Ojalá nos diéramos cuenta de cómo el arte y la cultura pueden transformar una sociedad. Álvaro Restrepo tiene, por ejemplo, un discurso bellísimo de cómo la cultura es la columna vertebral para sostener un sistema.
M.P.G.: Sí, y del individuo mismo. No sé si es una frase mía, pero sí es una idea de cómo veo el arte. Refleja la historia, las preocupaciones, los anhelos de la sociedad misma y del individuo dentro de ella. Por eso tiene un poder transformador. Y no es que siempre transforme y que tenga que prestar necesariamente una función. El arte es libre en sí mismo y no tiene que tener función más allá de eso. Es como la vida misma: está repleto de posibilidades.
Catalina Casas, directora de Casas Riegner.
¿Cree que ArtBo ha cambiado la mirada hacia Bogotá?
M.A.R.: Sí, creo que sí. Es increíble la afluencia de gente los domingos en el periodo de la feria. Impresiona ver cuánta gente va y que le interesa o que al menos quiere saber del arte.
J.C.: Ha cambiado de diversas maneras. Hay muchos del medio artístico que se resisten a cualquier aproximación al mercado. Sienten que hay que hacerle contrapeso a lo que ArtBo presenta y abren sus espacios. Hay gente que siente que sí es fundamental que los artistas tengan algún beneficio económico, y otros que piensan que una feria es algo importante en la medida en que impulsa a que algunos proyectos salgan del estudio o, mejor dicho, que salgan de debajo de la cama.
C.C.: ArtBo despierta esa curiosidad y ese deseo de pensar en arte. Es ese momento en el que todo el mundo pone su atención en el arte. Lo bueno sería que no fuera una vez al año, sino algo permanente para que los medios estuvieran cubriendo tanto de lo que hacemos en el sector. Si eso produce interés, es una maravilla y, claramente, esta feria lo hace.
M.P.G.: He escuchado comentarios muy lindos. Por ejemplo, alguien una vez me dijo que cuando ArtBo abre, invita a alguien de afuera porque Bogotá es distinto durante la feria. Yo aspiro que desde el campo del arte podamos, de cierta manera, inspirar o generar alguna inflexión en la ciudad.
¿Es fácil ver arte en ArtBo?
M.A.R.: No, es muy difícil y hay muchas interferencias. Se convierte en un evento público que no es conveniente para el encuentro entre observador y obra de arte.
J.C.: Depende de los momentos, horas y días. Lo interesante es que tiene su nicho, su finalidad, su enfoque, pero hay un montón de otros proyectos que se articulan. De hecho, ArtBo lleva a la gente que visita la feria a muchos otros circuitos de la ciudad que son gratuitos.
C.C.: Para mí, que hago tantas ferias, creo que es muy difícil. Hay muchas cosas y ¿cómo concentrarse? Mi consejo es siempre ir acompañado de alguien experto, estudiar, identificar las galerías y artistas que se quieren visitar y tener un plan. ArtBo es chiquita en comparación con otras ferias. Es más rastreable y amistosa en ese sentido. Pero, aun así, sería chévere que las personas interesadas se unieran a grupos como el del Banco de la República, que organiza visitas. También lo hace el Museo de Arte Moderno de Medellín.
M.P.G.: Qué pregunta tan subjetiva. Qué es fácil, qué es difícil, qué es arte. Yo creo que una feria, en general, reúne agentes, tendencias, artistas comerciales y en el caso de ArtBo reúne artistas no comerciales. Creo que es una manera de aproximarse a la escena, pero considero firmemente que es solo una aproximación.