Tango, fútbol y crimen, todo en una misma novela de Martín Caparrós
Óscar Mena
La tapa del periódico Crítica está cruzada por la pregunta “¿Dónde está La Fiera?”, acompañada de una foto de Bernabé Ferreyra, el jugador más caro que contrató River Plate, en 1932. Andrés Rivarola, un desempleado amante de los tangos, decide buscarlo en su pueblo natal, Junín. Allí el futbolista le pide el favor de que lo lleva de vuelta a Buenos Aires, en donde se encontrará con un asesinato, fascistas, carne, pobreza y literatura.
En el camino tendrá tiempo, incluso, de enamorarse de una pelirroja, la Rusita, pretendida también por un joven, tímido y desconocido Jorge Luis Borges.
Así es Todo por la patria, la más reciente novela policiaca del escritor argentino Martín Caparrós, quien despliega todo su conocimiento histórico de la Buenos Aires de los años 30, para entregarle al lector una historia trepidante, veloz y vibrante con su sello característico, que lo hace uno de los periodistas y escritores más reconocidos de Latinoamérica, con más de treinta libros, publicados en treinta países.
Diners conversó con el autor sobre su nueva obra:
¿Qué llegó primero: Las ganas de escribir un thriller policiaco o la historia de Bernabé Ferreyra?
Las ganas y la época. Siempre me intrigó los años 20 y 30 de la Buenos Aires que estaba terminando de armarse por millones de migrantes. Una sociedad rara y multicultural, de orígenes y de acentos distintos.
Uno de los resultados más notorios de la mezcla fue el tango. Un género que estaba vivo y que era toda la forma de expresión, un chico rebelde como Andrés Rivarola, el personaje principal, no pensaba en ser rockero o rapero, quería escribir tangos. Entonces me daba mucha curiosidad esa época. Luego de eso, se me ocurrió escribir un thriller y fue ahí donde me encontré con esta historia de Bernabé Ferreyra.
¿Cuánto tiempo duró el proceso de escritura?
En realidad fue muy poco, un par de meses. En realidad quería saber cómo seguía la historia. No tenía un plan previo de escritura y de cómo se iba a desarrollar la historia, entonces escribía con esa ansiedad con la que uno lee un thriller para saber qué pasa. Yo escribí rápido con ese mismo fin.
¿Qué tanto se parece la Argentina de los años 30 a la actual?
Es curioso porque se parecen más de lo que imaginamos. Los argentinos, que estamos en crisis desde hace décadas, solemos tener la nostalgia de una edad dorada que sitúan en los años 20 y 30. Para mí fue una gran sorpresa leer los documentos de esa época y reconocer que la Argentina se había ido al carajo desde esos tiempos. En ese sentido es bastante semejante.
Ahora, la Argentina de esa época sí era muy diferente a los otros países de Latinoamérica. Tenía el 60% de las vías férreas del continente y el 70% de los periódicos y el papel impreso. La cosa fue que con el tiempo se emparejó y empezó a parecerse más al resto de Latinoamérica.
¿Por qué castiga el oficio del periodista en la novela?
Me dio mucho gusto incluir en la novela historias sobre el periódico Crítica, que fue mítico en la Argentina y que inventó muchas cosas del periodismo. En 1925, se les ocurrió mandar a un periodista a acompañar una gira de Boca por Europa. En esa época una gira era de 5 meses, porque debían tomar un barco y esperar 20 días para llegar al otro lado. Una vez que llegaban ahí tenían que rentabilizar semejante traslado y jugaban 25 partidos hasta tomar el barco de vuelta.
Aquí se empezó a armar una forma de contar el deporte totalmente nueva y así en cada uno de los aspectos del periodismo. Entonces esto me dio pie para armar historias, pero por supuesto en esta época todos eran muy cínicos con su profesión, entonces tenía sentido mostrarlos de esa manera.
¿Qué tanto de Martín Caparrós hay en sus personajes?
Debo haber inventado, al menos, un centenar de personajes y la enorme mayoría son muy diferentes a mí. Hay otras novelas en las que me reconozco más, pero en Todo por la patria no me reconozco en ninguno.
¿Hacer que el dirigente de River Plate sea uno de los “malos” en la novela, no tiene nada que ver con su amor a Boca Juniors? ¿Verdad?
No, no tiene nada que ver. Ni que fuera una basura y que tratara de engañar a todo el mundo, no tiene nada que ver. Pero este es un personaje interesante, que me gustó bastante, porque de algún modo pone en escena toda esa corruptela de los dirigentes del fútbol y todas esas ideas de ciertos políticos de cómo utilizar el deporte para su beneficio.
La novela tiene tangos creados por usted…
Nunca me creí tanguero, pero descubrí que me sabía bastantes, aunque los escucho relativamente poco. Cuando me puse a pensar en este libro, se me ocurrió la idea que este muchacho, Andrés Rivarola, quisiera componer tangos, entonces le hice algunos tanguitos, cinco o seis malos, y uno que le expresa todo su odio a Borges.
Si le dieran a elegir, en qué Argentina viviría, ¿La de los años 30 o la actual?
Son muy parecidas, pero lo único que me da envidia de esa época es la confianza que tenían en el futuro, porque había mucha gente que creía que de distintas maneras se podía hacer un mundo mucho mejor del que tenían. Cosa que no tenemos hoy.
Por otro lado, hay cosas más atractivas y fáciles en la actualidad. Así que podría estar en cualquiera de las dos con todo gusto.
¿Considera que existen personas como, Andrés Rivarola que quieren hacer lo bueno en un mundo donde es fácil corromperse por cualquier precio?
Hay mucha gente que sigue insistiendo en hacer cosas que le salen mal, pero que quieren seguir intentándolo, afortunadamente. Por eso las cosas mejoran. Pero es cierto que el humor general de hoy es de cierta desazón y desaliento, como si hubiéramos llegado a una especie de límite.
Aunque yo creo que nunca se llega a un límite, yo estudié Historia y lo único que aprendí es que todo cambia siempre. Dicen que es difícil que los grandes rasgos de nuestra sociedad cambien, pero es un error cíclico que cometemos.
¿Tendremos una segunda parte de Todo por la patria?
Tengo ganas, tengo un poco pensado cómo sería, de qué se trataría, pero ahora estoy en un par de proyectos que no me dejan tiempo de hacerla, pero probablemente lo haga.