“No creo en los grandes cambios”, Cecilia María Vélez
María Elvira Samper
La educación es y ha sido su caldo de cultivo. No es gratuito ni casual, pues pese a su formación económica lleva en la sangre la impronta indeleble que le dejó su madre, la educadora Gabriela White. Se trata de Cecilia María Vélez, economista de Los Andes, con postgrado en Ciencias Económicas de la Universidad Católica de Lovaina y estudios en Desarrollo regional y urbano en MIT, y quien registra una larga trayectoria de servicio público en la que se destacan altos cargos en el Banco de la República y en Planeación Nacional, pero sobre todo en el sector educativo. Fue secretaria de Educación de la alcaldía de Enrique Peñalosa (1998-2000), cargo en el que fue ratificada en 2001 por Antanas Mockus, y ostenta un récord como para el libro Guiness: ser la persona que más tiempo ha estado al frente del Ministerio de Educación, donde el promedio histórico era de seis meses por ministro. Llegó a esa cartera en 2002 de la mano de Álvaro Uribe y allí permaneció los ocho años de sus dos gobiernos.
Mujer de retos y resultados, hizo historia en el ministerio. Y no es hipérbole. Cuando asumió el cargo se propuso, ampliar la cobertura, y que más niños y jóvenes accedieran al sistema. Y lo logró, como también logró sentar las bases de un sistema de evaluación y control de la calidad de la educación y establecer mecanismos más estrictos de vigilancia y control, y requisitos más altos para la concesión de permisos de funcionamiento a centros educativos.
Tirios y troyanos le acreditan más hechos que promesas y discursos, y ahora, luego de un año de docencia en Harvard, experiencia que le sirvió para analizar desde la distancia su gestión y comparar modelos educativos, se prepara para asumir la rectoría de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Un paso que decidió dar luego de pensarlo dos veces, pues estaba feliz con su nueva vida, libre de ataduras, con más tiempo para los amigos, su hija Paula, los libros, los viajes e incluso el dolce far niente. Pero era la experiencia que le faltaba y por eso no pudo resistirse al nuevo reto.
DINERS la entrevistó para -en pocas palabras- oír la voz de la experiencia.
MARIA ELVIRA SAMPER: ¿Que le dejó su paso por Harvard?
CECILIA MARÍA VÉLEZ: Fue una oportunidad muy interesante contar mi experiencia en un contexto más amplio, analizar varias reformas y comparar los cambios que se han dado en nuestro sistema educativo en los últimos veinte años con los de otros países. Eso me sirvió mucho para ver mejor la realidad colombiana.
MES: Luego de más de un año de haber salido del Ministerio, ¿qué considera lo bueno y lo malo de su gestión?
CMV: Lo bueno, la herencia de mi antecesor, Francisco Lloreda, y un marco jurídico que permitió trabajar con un modelo comprensivo, articular la educación básica con la superior, que esos sistemas se conversaran –incluso con todos los reclamos– en función de lo que uno necesita y el otro está entregando. Y dimos pasos importantes –aunque subsisten problemas- en el fortalecimiento dela descentralización que iba camino al fracaso; de las entidades, y del Ministerio como interlocutor. Y fue bueno poner en marcha los sistemas de evaluación de los maestros, pero ahí salió a flote lo malo, los dolorosos.
MES: Por ejemplo…
CMV: Que no estamos a la altura del nivel de desarrollo que necesitamos y que poner el sistema al día requiere un trabajo muy duro porque los maestros, que han sido formados con modelos y paradigmas distintos no pueden cambiar de un día para otro.
MES: Es un sector muy beligerante, con fama de refractario a los cambios…
CMV: No fue esa mi experiencia. Creo, más bien, que hay desconocimiento y que es necesario trabajar mucho con ellos, entrenarlos. Las nuevas generaciones –llegamos a tener 70 mil nuevos profesores en la básica– aceptaron las evaluaciones sin problema.
MES: Las bases están sembradas. ¿Cuál es el mayor ‘pero’?
CMV: Que es un proceso es muy lento porque hay que trabajar con lo que da la tierra. El modelo tiene que irse ajustando de acuerdo con realidades que son distintas y cambiantes, porque es en la aplicación cuando se descubre qué funciona y qué no. No creo en los grandes cambios, en las grandes reformas estructurales, sino en los cambios graduales y adaptativos. Es una aventura larga en la que hay que persistir, porque solo son exitosos los modelos que se mantienen en el tiempo.
MES: ¿Dónde hacen falta los mayores esfuerzos?
CMV: En el sistema de 0 a 5 años que iniciamos nosotros pero que es necesario fortalecer para evitar que entren al sistema básico niños con déficits muy grandes en nutrición y desarrollo físico y mental, porque son muy difíciles de recuperar.
MES: ¿Qué opina dela reforma universitaria que retiró el gobierno por la presión del movimiento estudiantil y cuya discusión es plato fuerte este año?
CMV: La reforma es sensata, pero es útil e importante conversarla mucho, oír qué es lo que molesta. El sector educativo es muy deliberante, exige mucho diálogo y por eso la única posibilidad de que salga adelante es hablando con los sectores interesados, no solo con el movimiento estudiantil.
MES: ¿Cómo ve el movimiento estudiantil?
CMV: Hay una buena coincidencia y es que la violencia está controlada y hoy es menor la infiltración de la guerrilla. No da tanto miedo salir a protestar y eso crea un espacio más democrático. Es sano y bueno que los muchachos se manifiesten pero la discusión debe darse no solo con ellos. La suerte de la educación debemos definirla entre todos: hay que buscar coincidencias en lo fundamental.
MES: ¿Qué diferencias ve entre el movimiento estudiantil de hoy y el de los años 60 y 70?
CMV: Las expectativas son distintas y las reivindicaciones que buscan no son tanto de carácter político como de orden personal.
MES: Los estudiantes piden universidad gratuita…
CMV: Cuando hay urgencias tan grandes, la gratuidad debe ser para los niños de 0 a 5 años, que es el período clave del desarrollo. El Estado debe garantizar igualdad en el punto de partida. Para los que aspiran a la universidad lo que hay buscar es que el factor económico no sea un problema, que todos tengan financiación, desarrollar un modelo de crédito que no los ahogue, que cuando entren en el mercado laboral puedan destinar un porcentaje de su ingreso efectivo a un fondo de financiación.
MES: ¿Y en cuanto a las universidades públicas que piden plata como barril sin fondo y se oponen a la rendición de cuentas con el argumento de la autonomía universitaria?
CMV: La Ley 30 contempla los mecanismos para su vigilancia y control. Y en cuanto a los recursos adicionales, el Estado debe crear incentivos para acceder a ellos. Yo logré un acuerdo bastante bueno con los rectores y pasamos un proyecto que sería bueno retomar, que condiciona su entrega al cumplimiento de metas en número de estudiantes, calidad, etc.
MES: Las diferencias en el acceso a la educación son uno de los factores que perpetúan la inequidad, una de las características más dramáticas de este país, el segundo más inequitativo de la región…
CMV: Ese ciclo puede romperse un poco con mejor educación y de hecho la universidad lo logra porque acceder a la universidad significa también acceder a mejores recursos. El desempleo entre los universitarios es menor que en la población en general y los salarios, que son bajos en el promedio general, son mejores entre ellos. Y cada vez más jóvenes acceden a las universidades.
MES: ¿Cuál es hoy el mayor desafío en educación?
CMV: Mejorar la calidad y para ello es necesario probar, evaluar, corregir, probar, evaluar, corregir… Es un proceso continuo que requiere investigación permanente para establecer qué funciona y qué no. Un proceso de ajuste y adaptación en el que hay que evitar cambiar, por posiciones ideológicas, lo que está funcionando. La educación no puede ser instrumento ideológico ni de la derecha, ni de la izquierda. Tenemos que desarrollar nuestro propio modelo, no creo en la importación de fórmulas extranjeras.
MES: Cambiemos de tercio y pasemos a un terreno más personal. ¿Por qué aceptó la rectoría de la Tadeo?
CMV: No fue fácil, estaba feliz de rueda suelta, pero finalmente me decidí porque me pareció un reto interesante –me faltaba la experiencia de la universidad para completar el ciclo–. Es una universidad flexible, heredo a un excelente antecesor y como uno de los intereses de la Tadeo es internacionalizarse, con mi experiencia en Harvard y los contactos internacionales que adquirí tengo la posibilidad de contribuir a ese propósito.
MES: ¿Está es buena lectora, qué está leyendo ahora?
CMV: Los mapas y el territorio, de Houellebecq, que me ha parecido apasionante. Y acabo de terminar La luz difícil de Tomás González, que me ha parecido bellísima. Me gusta mucho la literatura colombiana y en general leer novela.