Rubén Blades, el salsero al que le apena bailar en público

Recorra con nosotros la vida y obra del salsero en su cumpleaños número 75.
 
Rubén Blades, el salsero al que le apena bailar en público
Foto: instagram.com/latingrammys/
POR: 
Mónica Miguel

Rubén Blades abraza la guitarra como una vieja amiga. Absorto en las notas que se elevan en volutas rítmicas llenando el silencioso vacío de una habitación. Este es el hombre que no deja de sorprender al mundo con su forma de pensar y hacer música. A los 73 años, recibió el Latin Grammy 2021 a la Persona del año, por su contribución cultural a toda Latinoamérica.

En Diners hacemos un repaso a profundidad por su carrera:

El secreto de Rubén Blades

Tiene la maravillosa capacidad de poner en sus letras la vida misma, sentimientos y sensaciones. Es uno de los grandes de la “salsa intelectual” y lo llaman “el poeta de la salsa”.

Él niega ser una cosa u otra, pero en la conversación entreteje sus historias con citas de Camus, hace referencias a Nietzsche, a Chomsky y cuenta que últimamente ha leído mucho sobre la transmisión genética de la memoria, a la vez, adereza las historias con alusiones a la luz de un determinado día, a los olores, a los sonidos.

“Recuerdo que nosotros vivíamos en un sitio que se llamaba Pueblo Nuevo, que era, como todos los pueblos nuevos, un lugar hecho de cosas viejas. Mis primeras memorias son de la humedad y el frío del lodo al caminar descalzo. Recuerdo el canto de los gallos. Recuerdo el olor de la tortilla friéndose en una olla, el ruido de la olla. Recuerdo el olor a jazmín”.

La infancia de un grande

Su ropa favorita de niño era un overol celeste, “me encantaba porque tenía muchos bolsillos, podía poner las manos en ellos y eso me daba una sensación de seguridad”.

De aquella época proviene su gusto por los sombreros y las gafas de sol.  “Me regalaron una gorra de aviador que me quedaba muy grande pero que me encantaba porque también tenía unos lentes”. Manos de niño que esconder, gorras, gafas de sol, una guitarra usada como un frágil escudo contra el mundo.

¿Será posible que Rubén Blades sea tímido? “Sí… Son contradicciones. Todavía no comprendo por qué razón escogí la música, el cine y la política, cada una más pública que la otra. Creo que fue porque sentí que tenía para ofrecer un argumento que no podía ofrecer otro. Yo empecé escribiendo canciones para otros, pero tenía mucho temor de que las canciones las fueran a desbaratar y entonces empecé a cantarlas yo”.

Un ascenso al estilo de Rubén Blades

Llegó a la fama con el sello musical Fania, en plena época dorada de la salsa. La fama. Las tentaciones de la droga y el alcohol. ¿Qué fue lo que hizo que se mantuviera limpio y centrado?

“La creación de mi carácter en la casa. La idea de vergüenza, la idea de honor. Además, yo estaba ganando muy poco y no tenía plata para gastar en drogas, o en alcohol, o en idioteces. Yo veía que la gente que estaba metida en drogas era más susceptible a ser explotada. Yo tenía que estar completamente en control de mis acciones y de mis cosas, porque si yo no tengo control me arrastra la corriente”. Un juglar racional, un trovador sensato, más contradicciones.

El amor según Rubén Blades

Rubén Blades es un personaje sorprendente en su complejidad. Un salsero que no baila. “Yo bailo muy mal, porque soy muy penoso. Pero en mi casa bailo muy bien, cuando estoy bailando solo”.

Entonces le pregunto entre risas ¿y cómo conquista Rubén Blades? “Hablando. Yo siempre tuve buen argumento”, me dice mientras sonríe con picardía.

¿Qué significa para Rubén Blades amar a una mujer?  “Es entender por qué uno necesita a esa persona. Camus decía que los hombres no aman sin amarse, yo creo que llega un momento en que tú has entendido una serie de cosas que tienen que ver contigo y quién eres.

Eso te permite la posibilidad de sentir por otra persona. No es solamente una atracción física sino que hay un argumento casi metafísico. Me interesan las mujeres con las que yo siento que puedo tener un contacto que va más allá del aspecto físico”.

El maestro que sabe de qué se trata la vida

Le gusta hablar, vive las palabras, se interrumpe a sí mismo para intercalar anécdotas, canta y cuenta, y mira a los ojos, siempre. Un tímido que desea, por encima de todo, hacerse entender, dejar claro “su argumento”. Un tímido que quiere enamorar a todo aquel que lo escucha.

Blades le ha cantado a la muerte de su madre, ha criticado las falsas apariencias, las malas decisiones, las dictaduras y el imperialismo. Ha trovado el amor, el desamor y el nacimiento de un hijo.

¿Sobre qué tema no podría nunca escribir una canción? “Los temas tienen que llamarme la atención. Y hay temas que para mí son muy difíciles, por ejemplo, la maternidad. ¿Qué significa tener, sentir una persona dentro por nueve meses? Eso es algo que un hombre jamás entenderá. Yo jamás pretendería escribir sobre eso”. Continúa presente la necesidad de entender, de explicar, de contar algo relevante.

El secreto de Siembra y Pedro Navaja

Dicen que hay un disco que marcó un antes y un después en la historia de la salsa, Siembra, donde apareció Pedro Navaja. Pero ¿qué es Pedro Navaja para Rubén Blades?  De nuevo sorprende con la respuesta. “Hay algo en Pedro Navaja que se destaca, porque hasta esa canción, la mujer en la salsa siempre había sido pasiva. Pero en Pedro Navaja la mujer se defiende, y no solamente se defiende, sino que causa una herida. Y tiene la última palabra”.

Ahí está otra vez, el afán de darle voz al que no la tiene, de dejar que el que nunca se pudo explicar lo haga. En Sorpresas, la continuación de la historia de Pedro Navaja que apareció en el disco Agua de luna, le da voz a un borracho.

Pedro Navaja termina ganando y se ríe de todos, ¿los malos ganan en la vida real? “En Sorpresas la última palabra la tiene el borracho cuando da gracias a Dios por la desgracia ajena que le permite a él enriquecerse, lo que es algo completamente absurdo también, pero completamente coherente.

Te encuentras dos muertos y le das gracias a Dios, como si él hubiera causado la muerte de estos tipos para tu beneficio. Los maleantes tienen coherencia en su vida. Tú sabes que están mal, pero ellos son coherentes. Ellos son como las fieras, no tienen remordimientos. Las cosas son como son y son coherentes en su discurso”.

El defensor del olvidado

Habla de los marginados, de los olvidados, para darles voz, pero ¿qué es lo que detona la inspiración? Se detiene y duda.

“El argumento final es la necesidad de comentar. a observación. En muchos casos para mí el argumento era la rabia. Me molestaba, por ejemplo, la injusticia. Quería que los maltratados no se sintieran tan solos. Yo tengo fe en el ser humano. Nosotros somos capaces de las crueldades más grandes, pero también somos capaces de los sacrificios más grandes. Yo tengo mucha confianza en que esa parte del espíritu nuestro es la que va a triunfar al final”.

Sí, Blades ha cantado a las dictaduras, ha cantado a la pobreza, al sicariato y a las falsas apariencias, y también ha escrito “¡Déjenme reír, para no llorar! ¡Déjenme cantar, pa’ que la pena no duela tanto!”.

En sus canciones, la esperanza y la fe en un futuro mejor prevalecen. “Yo tengo la completa convicción de que el bien triunfará sobre el mal”. Parece creer que la música podrá cambiar la realidad. “La música altera la realidad, la cambia y la complementa. Hasta el cínico Nietzsche dijo que ese era el estadio más alto al que podía llegar el espíritu humano”.

Rubén Blades marcó la historia de la música

Este hombre amable ha trabajado con los grandes de la música de los últimos años. “Con Willie Colón yo tuve la oportunidad de poder escribir y grabar temas que no hubiera sido posible grabar con otro grupo”.

Sigue hablando de las colaboraciones que ha hecho, con Lou Reed, con Elvis Costello, con Bob Dylan y de la que hizo con Calle 13.

Sobre el trabajo con Michael Jackson y otros artistas

De Michael Jackson, con quien colaboró en la versión en español del tema I Just Can’t Stop Loving You, dice que era “un profesional completo”. Como actor ha trabajado con directores como Robert Redford, Robert Rodríguez y Alan Pakula.

De Jack Nicholson dice que es muy divertido, cuenta una anécdota imitando su voz y se ríe. Todo es un cuento, cualquier pregunta se estira y ofrece campo abonado para la risa, para cantar, para que me pregunte él a mí:

“¿Lo conoces?”. “¿La has visto?”. “¿La escuchaste?”. El tiempo vuela, él no parece inquieto. No ha mirado el reloj ni una sola vez.

El eterno Rubén Blades

Si tuviera que ponerle un título a una canción sobre su vida, ¿qué título le pondría?

“Trató. Yo creo que tratar es la clave de todo. Todos aquí estamos contribuyendo a este camino para otros. La mínima cosa que pueda ayudar a alguien a llegar mejor a la meta, con eso…ya has cumplido. Esa es tu misión en esta tierra”.

Me despido. Me sonríe. Sujeta mi mano y me mira a los ojos. “Gracias”, me dice. Se acaba la magia, la burbuja se rompe, de repente todo el mundo quiere un trocito de Rubén Blades.

Le piden fotos, lo saludan, un autobús que pasa frente al teatro exhala una andanada de gritos, “¡Hey, Rubén!”. Él levanta la mano y saluda. Tímido y agradecido. Una estrella con una misión.

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noviembre
19 / 2021