Tikea o los misterios ilustrados de la Isla de Pascua: entrevista a Jorge Alderete

El ilustrador y músico argentino Jorge Alderete (Dr. Alderete) visitó Colombia para presentar su más reciente libro Tikea Rapa Nui y las Islas Del Pacífico Sur (Rey Naranjo). Diners habló con él sobre su trabajo, la cultura polinesia y el rol de la ilustración en la antropología y la etnografía.
 
Tikea o los misterios ilustrados de la Isla de Pascua: entrevista a Jorge Alderete
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POR: 
Jhonny R. Quintero

Al principio del libro hay una advertencia, no se trata de uno antropológico, ni etnográfico ni arqueológico. Se trata de una publicación que obedece a una curiosidad sobre un lugar que está lejos de todo, en medio del Pacífico, La Isla de Pascua. Se trata de aproximadamente diez años de trabajo, lecturas, viajes y exposiciones que se reúnen en Tikea Rapa Nui y las Islas Del Pacífico Sur (Rey Naranjo) del ilustrador argentino Jorge Alderete.

El libro recoge no solo los diarios que Alderete escribe en su visita a la isla, sino sus ilustraciones que abarcan distintos estilos y textos de otros autores especialistas o estudiosos de la cultura de estas islas del Pacífico Sur. La intención de Alderete no fue la de crear una enciclopedia, sino una forma propia de conocer una cultura lejana que ha prestado sus símbolos para la cultura popular y de la que poco se sabe.

¿Qué cuentan las estatuas de los moáis? ¿Qué hay hoy en día en esas islas tan alejadas y misteriosas? Sus ilustraciones logran lo que al texto le toma espacio y tiempo, una idea, un reflejo de esas inquietudes que abordaron al artista argentino y que frecuentemente nos asaltan a nosotros también.

El libro comienza con las lecturas que hace para informarse sobre la isla y luego viaja a hasta allá, ¿hay diferencia entre el trabajo que hace basado en lecturas y en el que hace en campo?

Sí cambia, pero no en ese sentido. Toda la investigación previa a viajar eran lecturas de libros de antropología, viajes, etnografía y demás que tienen que ver con la historia de la isla, que está muy presente hoy. Los Moai, sus esculturas, etcétera, están ahí. Entonces eso no cambia, pero lo que sí me sucedió, y que resultó inesperado, fue que mi investigación tenía que ver con el pasado, y al llegar a la isla me encuentro con el presente, con que hay gente que trabaja y vive ahí, que es descendiente directa de aquellos primeros pobladores, con los cuales hablas, conoces. Esa parte se incorpora a mi trabajo en forma de retratos que están en el libro, y eso hasta ese momento no lo había contemplado, sobre todo porque todos los libros son de historia y hay pocos relatos sobre la actualidad.

Una vez en la isla, ¿Cómo fue el proceso de trabajo? ¿Tomó fotos? ¿Dibujó frente a los objetos o la gente?

De todo un poco. En el libro hay dibujo al natural, de pararme a dibujar frente a la escultura. Con los retratos históricos me apoyé mucho en grabados, fotografías, pero para muchos de los retratos contemporáneos me basé en fotos.

¿Cuando comenzó con la idea? (que en principio fue una exposición), ¿cuál era la intención? ¿Mostrar una cultura lejana?

Hace diez años, cuando comencé a leer sobre las islas del pacífico sur no tenía ninguna intención al respecto, era más una necesidad personal de conocer. La exposición fue una consecuencia de haber leído muchos libros e información. Luego, pensé en la publicación. Después la intención general detrás de esto fue compartir mi experiencia, cómo disfruto de esta cultura y demás. Incluso, sobre el contenido escrito, tuve que tomar una decisión, porque pensé que podría escribir un libro más sobre la historia de la isla, sobre leyendas, pero decidí dejar toda esa información que ya está en un montón de otros libros y contar mi experiencia, cómo conocí la cultura, cómo la fui construyendo. Quería contagiar, y si ese alguien se contagia y siente la necesidad de leer la historia, las costumbres y leyendas de la isla, ahí está el material.

Pero pudo haber sido la experiencia de otras culturas como la mexicana o la japonesa, ¿por qué esta?

Fue algo que se fue dando. Primero porque empecé a apropiarme de la iconografía de la isla desde un lado muy relacionado con la cultura popular pero con muy poco conocimiento de la realidad. Esa fue mi puerta de entrada, el comenzar a ver y tratar de decodificar por qué estas imágenes, pertenecientes a una cultura de una isla en el medio del pacífico lejos de todo, eran tan comunes y populares dentro del imaginario colectivo. La última parte del libro da fe de eso. Todas estas piezas de publicaciones en Polonia, Japón, Argentina, en distintos lugares del planeta donde se apropian también de esa imaginería. Yo entré por analizar una cuestión más bien gráfica y visual, porque me lo empecé a preguntar yo, ¿por qué esta cultura? Eso no me lo podría responder hoy. La pregunta sigue siendo un misterio.
Para ilustrar el libro emplea todas las técnicas y estilos que ha usado en toda su carrera…

Hay que hacer una distinción. Una cosa es el estilo estético y otra el estilo conceptual. Para mí el que hila todo es el estilo conceptual, la forma que tengo de ver las cosas. Yo no hago distinción entre los materiales que uso, si utilizo vectores, si es más digital o análogo. Para mí está hilado conceptualmente, entonces las representaciones gráficas responden a distintos momentos, épocas. Es un libro que, si cuento desde el primer libro sobre el tema que comencé a leer hasta ahora, pasaron diez años. Nunca hice una distinción muy consciente, era lo que estaba haciendo en el momento y lo que sentía ganas de hacer.

El libro es mucho más que sus ilustraciones y diarios del viaje, hay bastantes colaboradores, ¿por qué?

Fue sucediendo conforme iba avanzando y metiéndome más en el proyecto; hay textos de antropólogos, está quien era en ese momento el director del Museo de Antropología en la Isla de Pascua; hay otro texto de la antropóloga mexicana Anahí Luna, a quien conocí el día que inauguré la exposición en Ciudad de México, donde nos encontramos con la necesidad de contarle a la gente que todo el trabajo gráfico era sobre una isla que estaba en el medio del pacífico, había que contar más alrededor de la isla. Lo que hicimos fue enfrentar mi trabajo con piezas etnográficas del museo. Esta colección etnográfica se armó en la década del 50 por un artista gráfico mexicano devenido en arqueólogo, José Covarrubias, quien siempre había sido una inspiración para mí. Y Anahí llegó a la exposición porque su trabajo de doctorado era sobre Covarrubias y su trabajo en la arqueología. Fue una bonita coincidencia.

La arqueología, la historia, la etnografía, se valen mucho de la fotografía, ¿cómo se ajusta o ayuda la ilustración en este caso?

Creo que el camino más común y fácil es el de la fotografía. Pero para mí, como espectador, la fotografía tiende a parecerse y a ser tan fiel a la pieza, que entre ver una foto y la pieza, prefiero ver la pieza. La ilustración tiene un montón de nuevas posibilidades que pueden aportar contenido. Cuando me acerqué por primera vez al museo y les mostré las ilustraciones, el director y la subdirectora se dijeron “esta pieza la tenemos”. Había un montón de elementos que yo había podido dibujar y que no estaban en el museo, o el solo hecho de poder dibujar a las personas que habitaron las islas en el pasado, era imposible que existiera una fotografía de eso en el museo.

Por otro lado, es cómo acercar estas exposiciones al público contemporáneo, joven, y que no les parezca aburrido o viejo. Ahí me di cuenta de que mi trabajo de ilustración es muy contemporáneo, estaban fascinados, y pensaba: “¿cómo no se les ocurrió antes?”. Muchas de las piezas que estaban exhibidas junto con mi trabajo jamás se habían exhibido al público.

¿Cómo conjugar la imagen y la palabra para contar esta crónica que es Tikea?

Son dos respuestas distintas. El libro es una forma de conjugarlas, ya en un proceso acabado, luego de analizarlo y procesarlo. Pero, a la hora de hacerlo, yo tenía dos libretas: una libreta donde únicamente escribía y otras libretas donde dibujaba. No puedo decir que eran procesos totalmente separados porque igual agarraba una libreta como agarraba la otra, pero sí lo tenía muy separado a la hora de hacerlo.

¿Cuál es la diferencia (ventaja, desventaja, reto) de contar una historia como Tikea en imágenes?

Yo creo que jamás lo analizo en esos términos. El proyecto no nació como una crónica sino como interés personal. Cuando empezaron a aparecer las primeras imágenes, fue algo muy natural, incluso, cuando empecé a hacer los dibujos no lo pensé en términos de crónica, sino que fue una forma que salió de manera fluida, lo estaba poniendo en una hoja de papel de forma gráfica porque es lo que me sale, era una especie de memoria gráfica para mí. Después se transformó en una crónica.

Me ha pasado eso con muchos proyectos que más bien son experiencia de vida que, claro, al ponerlas juntas un periodo de tiempo estás contando otra cosa. Me pasó hace unos años en México, donde salió un libro que recopilaba todo mi trabajo en relación con la música, que siempre lo pensé como una antología, pero justo el día de la presentación, un invitado me dijo “es que a través de todos tus carteles estás contando lo que sucedió en la música en México en determinado periodo de tiempo”.

         

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agosto
16 / 2018